¿Cómo es la vida de un estadounidense en el Extremo Norte ruso?
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Los habitantes de la ciudad polar de Labitnangi, en la zona de la tundra boscosa, siempre se sorprenden al descubrir que Jack Mesina es de Pittsburgh, Pensilvania, EE UU.
“Para ser honesto, no me gusta mucho la atención: tengo que responder siempre las mismas preguntas, día tras día. ‘¿Por qué Rusia? ¿Por qué el Norte y no Moscú?’ Pero lo entiendo, para ellos es algo muy interesante.”
¿Por qué Rusia?
Hace cuatro años, Jack conoció a una chica rusa en Turquía, donde estaba de viaje. Inmediatamente empezó a aprender ruso para comunicarse mejor con ella.
Ya no ve a esa chica, pero ella despertó su interés por Rusia. Jack no decidió mudarse de inmediato. Primero permaneció en Turquía y empezó a trabajar como profesor de inglés. Pero en febrero de 2023, cuando el devastador terremoto golpeó el país y muchas cosas fueron destruidas, su escuela cerró y Jack decidió que había llegado el momento de seguir adelante, esta vez hacia Rusia.
“Empecé a buscar trabajo como profesor de inglés, enviando solicitudes a todas partes: Ekaterimburgo, Vladivostok, San Petersburgo. Tuve varias entrevistas y, al final, logré conseguir un empleo en una escuela de idiomas en Labitnangi. Me ayudaron con la visa y me fui. ¡Era el destino! No me arrepiento; me enamoré de Labitnangi.”
Vida en el Extremo Norte
Jack no tenía idea de adónde iba, pero estaba emocionado y lo sintió como una verdadera aventura. Labitnangi es una pequeña ciudad del Distrito Autónomo de Yamalo-Nenets con apenas 26.000 habitantes. Pero Jack asegura que nunca se aburre allí.
“Tenemos una estación de esquí, así que empecé a hacer snowboard. Hay un Centro de Recreación Activa que organiza excursiones de senderismo en montaña; a menudo voy con ellos. En general, en Labitnangi vive gente muy enérgica: todos salen a pasear incluso con frío. O esta tradición [rusa] suya de bañarse en agua helada. ¡Incluso hay un día especial para eso, una auténtica fiesta!” (Jack se refiere a la festividad de la Epifanía).
Pero también tuvo que enfrentarse al duro clima del Extremo Norte.
“La primera semana solo me movía por la ciudad en autobús; pensaba que caminar a cualquier parte era demasiado frío. Y luego dejé de preocuparme; me acostumbré rápido. Sabes, en Pittsburgh el invierno es muy húmedo. Pero en Labitnangi el invierno es seco. No había visto inviernos así antes; resulta que me son más cómodos.”
Sin embargo, en verano aparece otra molestia: los mosquitos. “Si caminas por el bosque sin repelente, estás muerto”, bromea el estadounidense.
La carrera ciclista ártica
Jack no solo hace excursiones, recientemente participó en una carrera ciclista ártica, recorriendo 18 km.
“Era la primera vez en mi vida que competía en una carrera de bicicletas; no entendía cómo funcionaba. Llegué con una mochila donde llevaba bocadillos y un termo de té. Miré a mi alrededor y me di cuenta de que era el único con mochila. ‘¿Ah, es una carrera sin paradas? ¿Entonces no vamos a hacer una pausa para merendar? Vale.’ En mi categoría de edad quedé en octavo lugar; bastante bien, creo, para ser la primera vez.”
‘Parte de mi alma ya es rusa’
Al principio, Jack echaba de menos la comida estadounidense e incluso organizó una cena de Acción de Gracias con la familia de un estudiante, cocinando pavo tradicional y pastel de calabaza. Pero ahora ya está acostumbrado a la cocina rusa. Le gusta comer alforfón y le parece más sano y sabroso que el arroz.
“También probé su sopa fría rusa, la okroshka. Me quedé en shock; la sopa no puede estar fría. Pero está rica. También probé jolodets (gelatina de carne), pero esa no me gustó mucho.” Ahora, cuando Jack visita a su familia en EE UU, les prepara borsch.
“Parte de mi alma ya es rusa. Llevo aquí dos años y solo tengo 24; es una gran parte de mi vida.”
Jack había planeado vivir en Rusia solo un año, pero ya han pasado dos y todavía le gusta todo. Aunque ya tiene algunos conocidos, está intentando aprender mejor el idioma para acercarse más a la gente.
“En general, hay que entender para qué necesitas el idioma: para viajar, para comunicarte. Y no basta con dar clases, hay que escuchar el habla. Hay pódcast para quienes aprenden el idioma. Los presentadores hablan de forma simple, lenta y clara. Yo escucho ‘Russian with Max’; me ayuda mucho.”
En Labitnangi, Jack incluso comenzó a pintar, y ya se ha celebrado una exposición de sus obras en la ciudad.
La versión completa de la entrevista (en ruso) está disponible en la página web de la revista Nation.