
3 cuentos rusos que fueron prohibidos tras su publicación

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1. ‘Koniok-Gorbunok’ (‘El caballito jorobado’)

Érase una vez tres hermanos. El menor, Iván el Tonto, consigue un pequeño caballo mágico con joroba. Este le ayuda en todas sus aventuras: gracias a él, Iván encuentra la pluma del Ave de Fuego, se casa con la doncella del zar y, finalmente, se convierte en zar.
Podría parecer que no hay manera de interpretar mal una historia así, ¿verdad? Y, sin embargo, el cuento en verso de Piotr Yershov fue prohibido más de una vez. Al principio, se interpretó como una sátira sobre el zar (en el cuento, el monarca no solo envía a Iván a secuestrar a la doncella del zar, sino que también le ordena bañarse en leche hirviendo en su lugar, es decir, lo manda a una muerte segura). Debido a estos pasajes, que las autoridades consideraban “cuestionables”, El caballito jorobado fue prohibido durante 13 años.
Tras la revolución, la historia se repitió y el cuento volvió a ser censurado… también por culpa del zar. El problema estaba en la descripción del pueblo, que lo recibía arrodillándose ante él. Más tarde, los cambios políticos afectaron nuevamente al relato, esta vez en el contexto de la lucha contra los kulaks: los censores sospechaban que el protagonista era el hijo exitoso de un campesino rico.
2. ‘Kurochka Riaba’ (‘La gallina Riaba’)

Este cuento suele ser la primera historia que los niños rusos aprenden. Una gallina pintada pone un huevo, no uno cualquiera, sino uno de oro. Nadie logra romperlo, hasta que un ratón pasa corriendo y lo toca con la cola. La cáscara se rompe, y los dueños de la gallina lloran amargamente. Entonces, la gallina promete poner la próxima vez un huevo normal, no uno dorado.
En la década de 1920, el joven Estado soviético combatía con ahínco la “literatura dañina” de la era zarista, que incluía (paradójicamente) cuentos completamente inofensivos. ¿El motivo? Que sus tramas no eran realistas. Al fin y al cabo, ¿pueden las gallinas poner huevos de oro? ¿O hablar? Así que el cuento fue tachado de “misticismo y antropomorfismo”, elementos considerados innecesarios para los niños soviéticos.
Sin embargo, el cuento fue salvado por… la burocracia. Varias comisiones discutieron si prohibirlo o no. Finalmente, la Dirección Principal de Educación Social del Comisariado del Pueblo de Educación se opuso a la prohibición, argumentando que los maestros solo debían explicar que se trataba de una ficción. Así, el cuento sobrevivió.
3. ‘Krokodil’ (‘El cocodrilo’)

“¡Esto es una tontería burguesa!”, exclamó Nadezhda Krúpskaya al referirse al cuento en verso de Kornéi Chukovski. Le dedicó un artículo entero, en el que explicaba detalladamente por qué los niños soviéticos no necesitaban ese tipo de literatura. Según ella, en la realidad los animales no llevaban sombreros, no fumaban puros y, además, el “dañino” cuento carecía de sentido político claro.
El cocodrilo fue prohibido, y no volvió a publicarse hasta mediados de la década de 1950.
Otras obras de uno de los poetas infantiles más queridos de la URSS también sufrieron la censura. Años antes, sus cuentos Moidodir y Muja-Tsokotuja fueron igualmente perseguidos. Los censores veían en ellos peligrosas alusiones políticas: la mosca que “cruzaba el campo” y “encontraba dinero” les parecía un símbolo burgués. Así, en 1929, Kornéi Chukovski fue obligado a renegar públicamente de sus propias obras.