Cómo lucharon los belgas por Rusia en la Primera Guerra Mundial
Bélgica envió un grupo de diez carros blindados para ayudar al ejército ruso en 1915. El personal que los operaba ascendía a 360 hombres, que también tenían a su disposición siete motocicletas y diez camiones para apoyo logístico.
En octubre, los belgas llegaron a Arcángel, desde donde viajaron a Petrogrado. Allí fueron abucheados y atacados por una multitud de lugareños que confundieron a los aliados con prisioneros de guerra austriacos.
El malentendido se resolvió pronto y los soldados belgas se vieron rodeados de atenciones y cuidados. “Nos alimentaban literalmente con manjares, caviar, vodka, nos llegaban invitaciones todas las mañanas”, recordó el médico militar Brassin. En una de las jornadas, estos hombres llegaron incluso a encontrarse con Nicolás II.
A finales de enero de 1916 los blindados belgas llegaron al frente ruso-austriaco en Galitzia. En verano se lucieron durante la ofensiva a gran escala del Ejército ruso, conocida como el avance Brusílovski. Ciento cuatro soldados fueron condecorados entonces con las Cruces de Jorge al valor.
Esta unidad combatió en el Frente Oriental hasta que los bolcheviques tomaron el poder en el país y sufrió la pérdida de 15 hombres. Tras el estallido de la Guerra Civil, diversas fuerzas políticas intentaron atraer a la formación a los combates, pero recibieron una respuesta constante: “Nunca los belgas derramarán sangre rusa”.
Era necesario salir del caótico país de alguna manera, y la única vía era a través de Vladivostok. Los miembros del cuerpo tuvieron que abandonar sus vehículos de combate en Kiev, dañándolos en el proceso. Como resultado, el camino a París les llevó más de cuatro meses.
En Francia, la unidad fue disuelta inmediatamente: las autoridades temían que estuviera infectada de ideas revolucionarias.
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