Por qué el alemán Wilhelm Mons fue decapitado en Rusia

Puerta a Rusia (Foto: Jonathan Knowles, Zdenek Sasek/Getty Images, AI/chatgpt, Dominio público)
Puerta a Rusia (Foto: Jonathan Knowles, Zdenek Sasek/Getty Images, AI/chatgpt, Dominio público)
El hijo de un sencillo comerciante de vinos de Westfalia, Wilhelm Mons, tuvo una carrera brillante en la corte del zar Pedro I. En gran parte, gracias al hecho de que su hermana, Anna Mons, fue la primera amante del soberano.

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Sin embargo, Wilhelm también poseía sus propios talentos: una mente viva y rápida, decisión y diligencia. “En todos los asuntos que se le confiaron, actuó con tal fidelidad, celo y aplicación…”, dijo de él el propio zar.

En 1716, Pedro I nombró a Mons gentilhombre de cámara de su esposa Catalina, para que se ocupara de sus asuntos y la acompañara en los viajes. El joven y apuesto ayudante le cayó bien, y pronto entre ellos surgió una relación amorosa.

Ocho años después, Mons recibió el alto cargo cortesano de camarero mayor. Su influencia creció tanto que muchos nobles, buscando el favor del monarca, acudían a él. El alemán ayudaba con gusto, aunque no de manera desinteresada, por supuesto.

Wilhelm llegó a poseer mansiones en San Petersburgo y Moscú, fincas con campesinos y solía almorzar en la misma mesa que el emperador. Sin embargo, ese mismo año todo terminó de golpe: Pedro se enteró de la relación amorosa de Catalina con el camarero. Aunque él mismo era conocido por sus aventuras extramatrimoniales, no pudo perdonar semejante comportamiento a su esposa.

El 8 de noviembre, Mons fue arrestado y, dos semanas después, decapitado. Oficialmente fue ejecutado por soborno, pero la alta sociedad comprendía la verdadera razón.

Por orden de Pedro, la cabeza de Wilhelm fue conservada en un frasco con alcohol y colocada en las habitaciones de Catalina. Más tarde fue trasladada al Kunstkámera (el museo fundado por el zar), aunque no ha llegado hasta nuestros días.