Estos son libros de los clásicos rusos que te harán reír
Antón Chéjov 'Petición de mano'
Si necesitas levantar tu estado de ánimo urgentemente, abre los relatos humorísticos de Chéjov. ¡Funciona! Lo hemos comprobado. Por ejemplo, la obra de teatro en un acto Petición de mano. El protagonista acude a casa de un vecino para pedir la mano de su hija, pero el emparejamiento se convierte rápidamente en una disputa por tierras. La trama, como suele decirse, es divertida, y la situación da hasta miedo. Pero, afortunadamente, todo acaba con un final feliz.
Nikolái Gógol 'El casamiento'
El autor de El inspector y Almas muertas calificó esta obra de teatro de un caso absolutamente increíble en dos actos. El protagonista, el consejero de la corte Iván Podkolesin, se comporta de forma realmente increíble. Al decidir casarse, no se da prisa en conocer a la posible novia. Incluso cuando su amigo Kochkariov "se deshace" de posibles competidores, este hecho no anima a Podkolesin a pedir la mano a su elegida. Al final, cuando ya no se puede dar un paso para atrás, y los invitados esperan a los novios en la iglesia, el protagonista huye saltando por la ventana.
Fiódor Dostoievski 'La mujer de otro hombre y su marido debajo de la cama'
Las primeras líneas de esta historia recuerdan sutilmente a la famosa frase de Bulgákov: "Nunca hables con extraños". "Si un caballero de San Petersburgo habla de repente de algo en la calle con otro caballero, un completo desconocido para él, seguro que el otro caballero se asusta". Una historia fantasmagórica sobre los celos en la que intervienen maridos, mujeres, amantes y la perrita Amishka.
Alexánder Ostrovski 'Lo que persigues, lo conseguirás'
Mijaíl Balzamínov, un simple funcionario, sueña con encontrar una novia rica: la elegida es la comerciante Domna Belotélova. En la obra hay un secuestro de la elegida, la lucha por una herencia y a la espera de una boda provechosa. "El proverbio dice que 'la felicidad a los tontos'. Pues nosotros tenemos la felicidad. No hay que perseguir la Inteligencia, sino sólo la felicidad. Con dinero, viviremos bien y sin inteligencia", dice la madre de Balzamínov en el final.
Alexánder Kuprín 'La cama'
Leonid Antónovich compra en una subasta una cama rococó decorada con cupidos tallados que representan un cortejo nupcial. Los conocidos, al encontrarse en su casa, empezaron inmediatamente gastarle bromas creyendo que se iba a casar. Y pronto los propios cupidos empezaron a susurrarle sobre el matrimonio. Cediendo a la tentación, el protagonista se casó con su casera, que no apreciaba su pasión por las antigüedades y además era tacaña.
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