Cómo Lev Tolstói trasladó a los ‘dujobori’ a Canadá
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Su doctrina rechazaba los atributos externos de la fe: la iglesia, las cruces e iconos, así como la mediación de los sacerdotes entre Dios y los hombres. También negaban la naturaleza divina de Cristo. Según ellos, la Virgen María no dio a luz a un Dios-Hombre, sino a un hombre común en el que después habitó el Hijo de Dios.
En 1801, el zar Alejandro I trasladó a los dujobori a la región del mar de Azov, lejos de otros ortodoxos. Cuarenta años más tarde, el emperador Nicolás I los reasentó en Georgia.
En la década de 1890, uno de sus líderes, Piotr Veriguin, entró en contacto en prisión con la obra de Lev Tolstói y quedó impresionado por la semejanza entre su fe y lo que predicaba el escritor. Veriguin instó a sus seguidores a no portar armas, rechazar el servicio militar y no jurar lealtad a Nicolás II. Aquellos dujobori que ya estaban enrolados en regimientos quemaron sus armas.
El resultado fueron represalias: algunos fueron azotados hasta la muerte, otros arrestados y muchos perseguidos. Tolstói y varias personas de su círculo firmaron un manifiesto en defensa de la secta. La intervención del escritor atrajo la atención de la opinión pública internacional, y el gobierno de Canadá expresó su disposición a acogerlos en su territorio.
Sin embargo, trasladar a varios miles de personas requería mucho dinero. Entonces, Tolstói decidió romper su promesa de no aceptar más honorarios por sus obras y se puso a escribir una nueva novela: Resurrección.
Por esta obra aún no terminada recibió del editor y magnate A. F. Marks la impresionante suma de 22.000 rublos. Gracias a sus esfuerzos, unos 7.500 dujobori emigraron al oeste de Canadá. En el proceso de traslado participó también el hijo mayor del escritor, Serguéi Tolstói.