
Cómo Lev Tolstói cambió literalmente el mundo

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Vegetarianismo

“Mi dieta consiste principalmente en avena caliente, que como dos veces al día con pan de trigo. Además, para el almuerzo, tomo sopa de col o de patata, kasha de trigo sarraceno o patatas hervidas o fritas en aceite de girasol o de mostaza, así como compota de ciruelas y manzanas.”
“Mi salud no solo no ha empeorado, sino que ha mejorado significativamente desde que dejé la leche, la mantequilla y los huevos, así como el azúcar, el té y el café”, escribió Tolstói.
El escritor adoptó esta dieta en su madurez (después de los 50 años) y fue una continuación lógica de dos de sus ideas fundamentales: la abstinencia como camino hacia una vida virtuosa y la no violencia.
Condena de la pena de muerte

El tema de la pena de muerte fue central en cinco de los artículos de Tolstói y objeto de sus reflexiones durante muchos años. Basándose en la experiencia histórica, insistía en que la pena capital era inútil como castigo. Creía que, si algo podía impedir a una persona cometer actos malvados, era la comprensión del daño que estos causaban tanto a los demás como a sí mismos.
Sus argumentos contra la pena de muerte eran: la prohibición de toda violencia en la religión cristiana y el mandamiento del Antiguo Testamento: “No matarás”; la decadencia moral de la sociedad, ya que la pena de muerte justifica la fuerza y las armas ante los ojos del pueblo; la ausencia de posibilidad de reforma para los condenados; la probabilidad de ejecutar a un inocente; la ineficacia de este método de intimidación, que a menudo convierte al ejecutado en mártir.
Pacifismo

Es bien sabido que, durante sus cuatro años y diez meses de servicio militar, Tolstói se distinguió como un excelente oficial: se hizo célebre como hábil jinete, poseía conocimientos de matemáticas, destacaba como experto en fuegos artificiales y proponía regularmente iniciativas sensatas. Por su servicio concienzudo, recibió varias órdenes y medallas. También fue nominado tres veces para la Cruz de San Jorge, aunque, por diversas circunstancias, nunca la obtuvo.
En 1856, se retiró. Y, con el tiempo, fue abrazando cada vez más el pacifismo. Su famosa idea de la resistencia no violenta al mal tomó forma a finales de la década de 1880 y principios de la de 1890. Mantuvo correspondencia amistosa con pacifistas de diversos países y escribió un artículo titulado “¿Cuál es mi fe?”. El resultado de estas reflexiones se plasmó en su obra El reino de Dios está en vosotros o el cristianismo no como una enseñanza mística, sino como un nuevo entendimiento de la vida.
Pedagogía

Otra idea importante de Tolstói fue la educación universal. En su finca de Yásnaya Poliana abrió lo que hoy llamaríamos una escuela experimental para niños campesinos. Allí enseñaba junto con otros maestros que compartían sus principios.
Tolstói, al igual que el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau, creía que los niños nacían puros y que la sociedad y los adultos los corrompían. Por ello, defendía que los maestros no debían forzar a los niños a aprender. En su lugar, se debía dar a los alumnos libertad para elegir sus intereses. El maestro, a su vez, debía ayudar a desarrollar lo bueno que ya existía en el niño.
La escuela fundada por Tolstói no tenía un plan de estudios estricto ni reglas de asiento. Los niños se sentaban al azar y el principal objetivo del maestro era interesarles en el proceso de aprendizaje. Muchas de sus ideas pedagógicas son similares al sistema educativo desarrollado por la médica italiana Maria Montessori.
Rechazo de la propiedad privada

Tras la crisis espiritual de principios de la década de 1880, cuando el célebre escritor afirmó haber perdido el sentido de la vida, sus opiniones sobre la propiedad privada cambiaron radicalmente. En 1891, renunció a los derechos de autor de sus obras escritas y publicadas a partir de 1881. También elaboró un proyecto “comunista” para su familia: distribuir la mayor parte de sus ingresos y bienes entre los pobres y vivir una vida de sencillez y trabajo duro.
Sin embargo, sus planes se toparon con la férrea oposición de sus seres queridos. Su esposa incluso amenazó con acudir al zar, arrojarse a sus pies y pedir que declararan a Tolstói loco, para que se le despojara del derecho a administrar sus bienes. En 1884, él se rindió ante su familia, cedió toda la gestión de las propiedades a su esposa e hizo su primer intento de abandonar su hogar.