Cómo un escritor construyó la primera autocaravana soviética

Casa-Museo de Mijaíl Prishvin
Casa-Museo de Mijaíl Prishvin
A primera vista, era una simple ‘polútorka’, pero si uno miraba bien, en su carrocería se encontraba… ¡toda una casa! Y más aún: al volante del camión estaba el conocido escritor Mijaíl Prishvin.

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Casa-Museo de Mijaíl Prishvin
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Autor de numerosos relatos sobre la naturaleza, aprendió a conducir a principios de la década de 1930, cuando ya había cumplido 60 años. Para él, el automóvil no era un lujo, sino una necesidad: Prishvin viajaba mucho por el país en busca de temas e historias para sus libros. Decía que era el automovilista más anciano de la capital: “No he visto a nadie mayor y, hasta que no lo vea, seguiré considerándome el chófer más viejo de Moscú”.

Casa-Museo de Mijaíl Prishvin
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El escritor se sentía muy seguro al volante. Primero conducía un Opel y luego pidió a Viacheslav Mólotov autorización para adquirir un GAZ-A, que, una vez obtenido, apodó cariñosamente Mashka. Pero su mayor pasión se convirtió en la casa rodante que él mismo construyó.

Casa-Museo de Mijaíl Prishvin
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Tuvo la oportunidad de adaptar el camión por casualidad: en 1939, una de las revistas accedió a proporcionarle una polútorka dada de baja (un camión GAZ-AA fabricado entre 1932 y 1938). A cambio, Prishvin debía escribir un reportaje basado en uno de sus viajes.

Casa-Museo de Mijaíl Prishvin
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“Empecé a pensar cómo podría convertir este camión en una casita de cazador y marcharme en él de viaje desde principios de primavera hasta finales de otoño. Tras varias consultas con carpinteros y ebanistas, decidí instalar una carrocería sencilla de contrachapado doble”, recordaba Prishvin.

Casa-Museo de Mijaíl Prishvin
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El camión común se convirtió en unos “apartamentos de cuatro habitaciones”, que incluían despacho, zona de descanso para tres personas con literas especiales, un laboratorio fotográfico e incluso un espacio para los perros.

Casa-Museo de Mijaíl Prishvin
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La casa rodante recibió el apodo de “Mazái”: con ella, el escritor podía viajar desde comienzos de primavera hasta bien entrado el otoño por los bosques y los caminos sin asfaltar.