
Cómo se proyectaron las películas soviéticas en el extranjero

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Festivales internacionales de cine

El joven cine soviético, que apenas había empezado a “hablar”, se lanzó de inmediato a participar en festivales internacionales. En 1932, en el Festival de Venecia, la URSS presentó su primer largometraje sonoro: Un camino hacia la vida, sobre la reeducación de niños de la calle. Según la prensa de la época, la película de Nikolái Ekk fue adquirida para su proyección en 26 países, entre ellos Alemania y Estados Unidos.

Durante el deshielo surgió un gran interés por el cine soviético. En 1957, la película de Grigori Chujrai La cuadragésima primera triunfó en el Festival de Cannes. Recibió un premio especial por su guion original, su humanismo y su romanticismo. El drama sobre la fusilera del Ejército Rojo Mariutka y el guardia blanco Govorujá-Ótrok fue aclamado no solo por la crítica del festival: más de un millón de personas vieron la película en Francia y más de 900.000 en la Polonia socialista.

Un año después, Las grullas vuelan, de Mijaíl Kalatózov, recibió la Palma de Oro en Cannes, además de numerosos premios en Vancouver, Locarno, Ciudad de México, Polonia, Checoslovaquia y Estados Unidos. La película, protagonizada por Tatiana Samóilova y Alexéi Batálov, se proyectó con éxito en el extranjero: en la Alemania Oriental fue vista por casi tres millones de espectadores y en Francia por más de cinco millones. El productor Ignaz Morgenstern la compró tras la recomendación de su yerno, el entonces joven director François Truffaut.
Distribución en el extranjero
En una entrevista, el director italiano Luchino Visconti recordó que, en los años treinta, veía con frecuencia cine soviético en Francia:
“Recuerdo que veía más películas rusas que francesas. Por aquel entonces, solía ir a un pequeño cine llamado Panteón, donde a menudo se proyectaban las primeras películas soviéticas: obras de Ekk, Púdovkin, Eisenstein… Recuerdo haber visto Chapáiev, Un comienzo en la vida, que probablemente me influyeron”.
Antes de la Segunda Guerra Mundial, el público extranjero ya había podido ver, por ejemplo, La mujer de Riazán, drama mudo de Olga Preobrazhénskaya sobre la vida en las aldeas prerrevolucionarias, y Tierra, de Aleksandr Dovzhenko, sobre la lucha campesina contra los kulaks.

En 1924, la URSS creó la organización Intorgkino para vender películas en el extranjero, que más tarde se convirtió en Sovexportfilm. Esta operaba mediante oficinas de representación (más de 50 en total), asesores comerciales del Ministerio de Comercio Exterior y empresas locales que se encargaban de la distribución en distintos territorios. En total, las películas soviéticas se exhibieron en más de 120 países, incluidos destinos tan exóticos como Madagascar y Uganda.
Las películas soviéticas no solo se proyectaban en estrenos limitados. Balada de un soldado, de Grigori Chujrái, fue nominada al Óscar y proyectada en más de 5.000 salas estadounidenses. El documental Artistas del circo llegó a 6.500 pantallas.

La distribución internacional generó ingresos considerables. Por ejemplo, Agonía, de Elem Klímov, reportó 500.000 dólares por su venta en países de habla inglesa. Y no se trataba de casos aislados: solo en 1962 se vendieron 300 películas soviéticas al extranjero. Al constatar que los subtítulos no bastaban para atraer al público, se optó por el doblaje no solo en inglés, sino también en francés y árabe.
Adaptaciones para el público extranjero
Además de festivales y distribución, existieron otras vías para presentar el cine soviético al público internacional, como las adaptaciones. El documental La derrota de las fuerzas alemanas cerca de Moscú fue reeditado y redoblado para el público estadounidense. Se estrenó bajo el título Moscú contraataca, con narración del famoso actor Edward G. Robinson y música adaptada por Dmitri Tiomkin, compositor de origen ruso. La película recibió el Premio Stalin y se convirtió en el primer Óscar otorgado a la URSS.
En 1942, el público estadounidense y británico pudo ver otro documental soviético: Día de guerra, de Mijaíl Slutski. Para su distribución en Estados Unidos, se redujo considerablemente (de 75 minutos a solo 20) y se reeditó. También se modificó el título: Un día de guerra – Rusia, 1943.

En algunos casos, las películas soviéticas fueron profundamente modificadas tras su adquisición en el extranjero. Es el caso del cuento de hadas Sampo, de Aleksandr Ptushkó, que el productor Roger Corman reeditó con el nuevo título El día que la Tierra se congeló. Cambió también los nombres de todos sus creadores y actores. Algo similar ocurrió con El planeta de las tormentas, de Pável Klushántsev, que no solo fue remontada, sino que se le añadieron nuevas escenas. De esta película de ciencia ficción sobre un viaje a Venus se estrenaron dos versiones en Estados Unidos: Viaje a un planeta prehistórico y Viaje al planeta de las mujeres prehistóricas.
Coproducciones

Por último, una de las formas más eficaces de promocionar el cine soviético fue mediante coproducciones con países extranjeros. Akira Kurosawa dirigió Dersu Uzala con actores soviéticos; Mijaíl Kalatózov filmó La tienda roja, con un elenco mixto de actores soviéticos, italianos y británicos, entre ellos Claudia Cardinale y Sean Connery. Elizabeth Taylor, Ava Gardner, Jane Fonda y Margarita Térejova participaron en El pájaro azul, mientras que Marcello Mastroianni y Elena Safónova protagonizaron Ojos negros, de Nikita Mijalkov.