10 pequeños pueblos rusos que vale la pena visitar (Fotos)
Gorojovéts
Se cree que este pueblo a orillas del río Kliazma fue fundado por el príncipe Andréi Bogoliubski en 1168. Hoy en día, la gente va allí para admirar las cámaras mercantiles de piedra blanca del siglo XVII, las antiguas casas de madera de estilo Art Nouveau con marcos de ventanas tallados, y disfrutar del paisaje desde la montaña Lisa.
Totma
Situado en el río Sújona, Totma solía ser una ciudad importante en la Ruta del Dvina Septentrional, y la extracción de sal aportaba buenos ingresos. En el siglo XVIII, los comerciantes locales enviaron varias decenas de expediciones al Océano Pacífico. Entre las joyas de Totma se encuentra la antigua iglesia de la Entrada del Señor en Jerusalén, que ahora alberga el Museo de los Marineros. También se encuentra la casa de Iván Kuskov, fundador de la fortaleza de Fort Ross.
Stáritsa
Esta pintoresca ciudad a orillas del río Volga fue residencia de Iván el Terrible en el siglo XVI. Está poblada de numerosas iglesias, a través de las cuales se puede estudiar la historia de la arquitectura rusa. Destacan el monasterio de la Asunción de Stáritsa, de piedra blanca, la iglesia ecléctica de Paraskeva Piatnitsa (Natividad de la Virgen María) y la catedral de Borísoglebski en estilo clásico.
Kárgopol
Encontrarse en esta ciudad a orillas del río Onega es como retroceder al pasado con el tranquilo fluir de la vida. Es un “tierra de osos” o una ciudad de artesanos sacada de un cuento de hadas. No te pierdas la iglesia de la Natividad de Cristo del siglo XVI, el primer edificio de piedra de la ciudad. En el nivel superior, de verano, se ha conservado un iconostasio tallado de cinco niveles del siglo XVIII, y en el nivel inferior, de invierno, hay “cielos” de las iglesias de Kárgopol, techos especiales en los que cada faceta está pintada como un icono.
Míshkin
En el encantador pueblo de Míshkin hay una gran variedad para los amantes de los museos pequeños. Existe casi una docena de ellos y, el principal, por supuesto, es el único Museo del Ratón en el mundo, que contiene diversas imágenes del roedor. Para sumergirse en la historia de la ciudad, puedes visitar el Museo de la Capital de los Pilotos de Navegación: los habitantes de Míshkin eran considerados los mejores navegantes del río Volga.
Torzhok
Antes, la gente iba a Torzhok para disfrutar del sabor de la famosa chuleta Pozharski. Hoy en día, se le dedica todo un festival gastronómico. También se puede dar un paseo tranquilo por el malecón de Tveretskaya y admirar la habilidad de los bordadores de oro de Torzhok en el Museo de la Costura Popular.
Úglich
La ciudad es conocida, ante todo, por un trágico episodio en su historia: el hijo de Iván el Terrible, el zarévich Dimitri, fue asesinado allí. La iglesia de San Demetrio sobre la Sangre, construida en el lugar de su muerte, recuerda este hecho. Otro hito arquitectónico es la central hidroeléctrica de Úglich, que suministró electricidad a Moscú durante la Gran Guerra Patria. Es casi imposible irse de Úglich sin un recuerdo, especialmente para los amantes del queso. Y, en la fábrica de quesos local, puedes encontrar el museo ‘CheeseCultProsvet’, donde puedes observar el proceso de producción desde una galería acristalada.
Plíos
Cualquier conocedor del arte ruso conoce muy bien Plíos: Isaac Levitán alabó sus tierras y creó toda una galería de tranquilos paisajes locales. Puedes disfrutar de las vistas de Plíos subiendo a la Colina de la Catedral y a la Colina Levitán, donde ahora se erige un monumento al artista. Y luego, asegúrate de detenerte en el bosque de abedules, que también se puede ver en las pinturas de Levitán.
Súzdal
Una de las ciudades más famosas del “Anillo de Oro”, cuyo encanto es difícil de resistir. No es casualidad que los cineastas elijan a menudo esta ciudad: por ejemplo, Andréi Tarkovski escogió Súzdal para filmar Andréi Rubliov (1966). Entre las atracciones imprescindibles se encuentra la catedral de la Natividad con puertas medievales únicas, creadas utilizando la técnica de dorado al fuego. En busca de una atmósfera especial, debes caminar hasta la pradera de Iliinski y admirar los alrededores desde allí.
Sortavala
Este pequeño pueblo a orillas del lago Ládoga tiene un encanto rústico. Para los amantes de los paseos arquitectónicos, es un verdadero paraíso. Por ejemplo, la Casa Leander se asemeja a un castillo medieval, mientras que el imponente edificio de madera del antiguo ayuntamiento todavía da la impresión de ser un enorme barco. También hay un museo de Kronid Gógolev, quien creó pinturas tridimensionales de madera.
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