Pangolina: un automóvil deportivo casero
El jefe del círculo técnico del Palacio de la Juventud de Ujtá (ciudad de Komi, en el noroeste de Rusia) construyó a finales de los años 70 un todoterreno de seis ruedas llamado Ujtá, y después decidió crear su propio supercoche. En lugar de puertas prosaicas Kuliguin hizo una construcción especial, que se levantaba con un accionamiento hidráulico. Los espejos retrovisores se sustituyeron por un periscopio, y los faros se desplazaron al centro, combinándolos en una unidad retráctil independiente. Incluso los discos fueron fabricados por el propio inventor, "vistiéndolos" con caucho de bajo perfil. Gracias a una ligera carrocería de fibra de vidrio de forma aerodinámica, incluso con un motor de 62 caballos, el Pangolina podía circular a una velocidad de hasta 180 km/h.
Un año más tarde, el insólito automóvil llegó a Moscú, pero no sobre sus propias ruedas, sino en tren: un coche con tan poca altura hasta el suelo no podía llegar a la capital con tantas carreteras llenas de baches. El asombroso automóvil se dio a conocer incluso en el extranjero: en 1985 participó en la Expo de la ciudad búlgara de Plovdiv.
A Alexánder Kuliguin le ofrecieron trabajo en una fábrica de automóviles, pero las cosas no pasaron de prototipos y en los años 90 se marchó a EE UU. Allí, el diseñador creó una empresa que vendía coches kit -conjuntos de paneles de carrocería para autoinstalar y transformar un coche de serie en uno de autor-. El nuevo modelo se llamó Plazma. En 2004, Kuliguin murió en un accidente de tráfico: el inventor, que iba en moto, fue atropellado por el conductor de un coche.
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