¿Cómo terminó una campana rusa en… cautiverio en Inglaterra?
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En 1854-1855, los barcos ingleses patrullaban el mar Blanco. De vez en cuando atacaban asentamientos locales y saqueaban barcos que pasaban por la zona. Un monasterio era un objetivo codiciado: las islas Solovetski, donde este se encontraba, servían de frontera natural con la bahía de Onega y bloqueaban el camino hacia Kemi, Sumskói Posad y Onega.
Durante mucho tiempo, la fortaleza de Solovkí fue una de las más poderosas de Rusia. El patriarca Nikon, en el siglo XVII, la llamaba “la gran fortaleza del soberano”. Pero a mediados del siglo XIX su capacidad defensiva había disminuido. En 1854, de veinte cañones solo dos podían disparar; como apoyo llegaron ocho piezas enviadas desde Arcángel. Aun así, los monjes hicieron todo lo posible para prepararse ante el enemigo: voluntarios fueron instruidos en tiro y combate con bayoneta, las defensas del monasterio fueron reparadas, y el abad incluso propuso a algunos presos de la cárcel de Solovkí participar también en la defensa.
Los monjes no se rinden
En julio, las fragatas Brisk y Miranda se acercaron al monasterio de Solovkí y enviaron parlamentarios. El comandante de la escuadra inglesa, Erasmus Ommanney, exigió que la fortaleza capitulara de inmediato y entregara las armas.
Al recibir una negativa, sus barcos comenzaron a bombardear el monasterio. Los defensores respondieron al fuego y dañaron a la Miranda, obligando a los ingleses a detener la ofensiva; pero la reanudaron al día siguiente. A las poderosas piezas navales solo se oponían dos cañones de artillería costera y ocho situados en las murallas. Durante nueve horas cayó sobre el monasterio una lluvia de proyectiles. Pero, como si realmente estuviera protegido por fuerzas superiores, las murallas apenas sufrieron daños.
A los ingleses no les quedó más remedio que retirarse.
Un trofeo ‘parlante’
Antes de marcharse, los británicos saquearon la aldea de Liámitskaya, incendiaron la aduana en la isla de Ki y desvalijaron el monasterio de Krestí. También desembarcaron en la isla Bolshói Záiachi y destruyeron el skit (ermita) de San Andrés el Primer Llamado, fundado en tiempos de Pedro el Grande. Los dos ermitaños que vivían allí no pudieron ofrecer resistencia. Como trofeo de la “campaña de Solovkí”, los ingleses se llevaron una campana del campanario de uno de los templos: al “prisionero de guerra” la colocaron en la Catedral Naval de Portsmouth.
En memoria de estos hechos, en 1860 el emperador Alejandro II regaló al monasterio una nueva campana, llamada “Blagovestnik”, adornada con imágenes de la Virgen, de santos y de los taumaturgos de Solovkí.
El regreso de la campana
La historia del “cautivo” tuvo un capítulo más. En 1908, Edward Kellart, representante de la Cámara de Comercio de Londres, visitó Solovkí y los monjes le contaron la historia del asedio, y para su sorpresa, supo que en Inglaterra había una campana rusa prisionera. Cuatro años más tarde, el abad del monasterio recibió una carta del procurador de la Oficina Sinodal: el gobierno británico devolvía la campana. Se ordenaba recibirla y colocarla de nuevo en su sitio.
Finalmente, el 30 de julio de 1912, un barco la llevó a Arcángel y, desde allí, un vapor la trasladó al monasterio. La campana fue consagrada de nuevo y colocada en el campanario Tsarski, junto a la “Blagovestnik”.