Cómo Menorca, Hawái y Tierra de Fuego casi formaron parte del Imperio ruso
El Imperio ruso, que existió desde 1721 hasta 1917, llegaba desde el Pacífico hasta los mares Báltico y Negro, aunque nunca llegó a convertirse en una potencia colonial naval.
Al ser un imperio predominantemente con base en tierra, Rusia disponía de pocas posesiones coloniales en ultramar en comparación con España, Gran Bretaña o Francia. No obstante, tuvo bastantes oportunidades de convertirse en una potencia colonial marítima en diferentes períodos de la época zarista.
Mar Mediterráneo
Durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, cuando las 13 colonias del Imperio británico de Norteamérica peleaban por la independencia, Rusia tuvo la oportunidad de hacerse con la isla de Menorca, en Baleares, que por entonces pertenecía a Gran Bretaña.
Gran Bretaña ofreció dicha isla a cambio del apoyo de Rusia en la guerra con las colonias. Por entonces Rusia formaba parte de una alianza antibritánica formada por países europeos para ayudar a lo que sería los EE UU.
Se piensa que la entonces zarina Catalina II rechazó la anexión a la oferta británica espetando: “La novia es demasiado buena para ser obediente”. Se refería a que la novia (Rusia) se tenía en demasiada alta estima para sentirse atraída por las ofertas de los británicos.
En 1783, Gran Bretaña cedió Menorca a España.
Más de una década y media después, cuando los franceses ocuparon Malta, los británicos invitaron a Rusia a liberar y compartir la isla conjuntamente.
La isla se vio ocupada por los franceses cuando la Orden de San Juan, que administraba Malta, se rindió ante Napoleón Bonaparte en 1798.
El emperador ruso Pablo I, que era un gran maestro de la Orden, se tomó la ocupación de la isla por Napoleón como un insulto.
Así accedió a la petición británica y llamó a las armas al ejército del Imperio ruso para que se preparara para invadir y anexionar la isla al imperio. Sin embargo, el plan falló y la coalición se desintegró. Pablo I fue asesinado por los miembros de la nobleza rusa en 1801. Gran Bretaña se las ingenió para ocupar Malta ese mismo año sin apoyo ruso.
Océano Atlántico
En 1892 el gobierno de la República de Argentina le ofreció al Imperio ruso una oportunidad de comprar o alquilar la Isla de los Estados del archipiélago de Tierra del Fuego.
El gobierno ruso, tras una meditada deliberación, rechazó la oferta contando con que sería difícil abastecer la guarnición en caso de conflicto militar con Gran Bretaña. Además, Rusia no quería inmiscuirse en el conflicto que se avecinaba entre Argentina y Gran Bretaña sobre las vecinas Islas Malvinas.
En 1907, el residente portugués Henry Abra ofreció a Rusia la venta de dos islas deshabitadas en el archipiélago de las Azores. Su oferta se declinó porque en las islas no era posible establecer una base naval o incluso un puerto.
La Alaska rusa
El proyecto rusoamericano tampoco tuvo un final feliz. A partir del siglo XVIII, los industrialistas rusos y las compañías comerciantes comenzaron a explorar el territorio de Alaska.
El Imperio ruso terminó por apoyar esas compañías e individuos, que fundaron asentamientos y puntos de comercio en la región.
En 1812, el viajero ruso Iván Kuskov también compró tierra de los indios americanos en California y estableció el campamento Ross.
Años después, las autoridades rusas decidieron que el coste de mantenimiento de los territorios en Norteamérica era inferior al de los beneficios. Además, el estado decidió que no era práctico intentar preservar estas posesiones.
El campamento Ross se vendió al empresario americano John Sutter en 1841 y los EE UU Unidos compraron Alaska en 1867.
En 1861 Rusia tuvo la oportunidad de hacerse con una posición en el Estrecho de Corea. El principado feudal japonés de Tsushima otorgó a Rusia el derecho de establecer un asentamiento y una basa naval en la isla de Tsushima. Eso le habría concedido a la flota rusa una posición sumamente ventajosa en esta región de estratégica importancia.
No obstante, los planes se vieron frustrados por la presión de Gran Bretaña y del gobierno central japonés.
Océano Pacífico
El Imperio ruso estuvo presente fugazmente en Hawái. En 1815 Kaumualii, rey de las islas hawaianas de Kauai y Niihau, le pidió a Rusia que le ofreciera a su reino el estatus de protectorado y que lo ayudara en su lucha contra Kamehameha I, el rey de las otras islas del archipiélago hawaiano.
Kaumualii le prometió tierra a Rusia para un punto de comercio y asentamiento. Los rusos construyeron tres campamentos militares y comenzaron la exploración del valle de Hanalei de Kauai.
Sin embargo, en 1817, presionados por los estadounidenses, los colonos rusos fueron expulsados de las islas. El campamento de Elisabeth, cuyas ruinas fueron declaradas Sitio Histórico Nacional Norteamericano en 1966, son un recuerdo de la presencia rusa en Hawaii.
Rusia en Indonesia
En 1879 y 1898 el Imperio ruso tuvo la oportunidad de hacerse con una posición en la isla indonesia de Sumatra. El gobernador de Aceh, Muhammah Da’ud Syah II, solicitó a Rusia que le garantizara el estatus de protectorado sultanato y de asistirlo en repeler la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales. La petición del sultán fue rechazada y los holandeses terminaron conquistando Aceh en 1904.
Solo podemos especular sobre el resultado y las repercusiones futuras que habría tenido para el Imperio ruso aceptar cualquiera de las ofertas territoriales que se le ofrecieron en los siglos XVIII y XIX.
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