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Cómo un francés alimentó a una antigua ciudad rusa con auténticos cruasanes

Puerta a Rusia (Foto: D. Lentz, Nicolae Popescu/Getty Images, Archivo personal)
Frédéric Andrieux es conocido por prácticamente todos los habitantes de Pereslavl. Incluso los turistas se apresuran a ir a las afueras de la ciudad para visitar su popular pastelería, en cuyo patio se alza una réplica de tres metros de la Torre Eiffel.

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Los fines de semana y festivos llega a Pereslavl un tren turístico procedente de Moscú. Los pasajeros más rápidos y mejor informados se dirigen directamente más allá del centro histórico hasta las afueras, concretamente a la zona industrial, donde se encuentra la pastelería francesa del señor Frédéric Andrieux.

¿Cómo acabó un francés en Rusia?

Frédéric afirma haberse formado con los mejores pasteleros y haber trabajado en numerosos países del mundo, desde el Caribe hasta Asia y los Emiratos Árabes Unidos. Pero, por alguna razón, decidió establecerse en Rusia, donde vive desde 2007.

“El clima de Filipinas no me sentaba nada bien; estaba constantemente enfermo y quería irme con todas mis fuerzas. Y entonces llegó una oferta de mi antiguo jefe: trabajaba en Rusia y buscaba un jefe de pastelería para su negocio”, recuerda Frédéric.

Archivo personal

“Había recibido ofertas similares antes, pero no quería venir a Rusia: veía la televisión en Francia y pensaba que era un país peligroso. Pero mi jefe empezó a convencerme de lo contrario: ‘No es así, ven y compruébalo tú mismo’. Vine… ¡y me quedé!”

En los 18 años que lleva en Rusia, el francés ha hecho prácticamente de todo. Ha trabajado en distintos restaurantes, impartido cursos de pastelería en una escuela culinaria, formado personal en todo el país e incluso abrió su propia fábrica de chocolate en Moscú.

En 2015 se trasladó a Pereslavl, en la región de Yaroslavl (a 150 km de Moscú), y allí encontró su lugar. Y como en toda historia verdaderamente francesa, la de Frédéric tampoco está completa sin amor. Cherchez la femme!

Una pastelería rusa y una esposa rusa

Fue el trabajo lo que llevó a Frédéric a Pereslavl, donde abrió una pastelería en el centro de la ciudad junto a un antiguo socio. El lugar se hizo popular enseguida, pero los intereses de los socios divergieron. Así que Frédéric buscó otra ubicación en las afueras. Su pastelería se centra en los postres clásicos franceses, que rápidamente se convirtieron en un éxito entre locales y turistas.

Antes de conocer a Frédéric, Victoria trabajaba en el sector turístico. Es originaria de Pereslavl, parte del famoso circuito turístico del Anillo de Oro, y conoce muy bien la ciudad, sus alrededores y la historia de la zona. Cuando apareció la pastelería del francés, fue por curiosidad a echar un vistazo y terminó trabajando allí.

Primero como encargada, y luego en la cocina: “Frédéric necesitaba ayudantes y yo quería aprender algo nuevo. ¡Ahora es nuestro negocio familiar! Desde primera hora de la mañana hasta la noche estamos aquí: trabajamos, comemos y nos reunimos con amigos”, cuenta Victoria.

Frédéric y Victoria con sus hijos.
Archivo personal

La pareja tiene ya dos hijos. El menor, Petia, de ocho años, también ha desarrollado un interés por la cocina y pasa todo su tiempo libre con Frédéric en el obrador o en la zona principal.

El joven pastelero Petia.
Archivo personal

“En casa también intenta cocinar: ya puede freír sírniki (tortitas de requesón) y hacer filetes. Frédéric apoya esta pasión y esperamos que nuestro hijo continúe con el negocio. De momento, su padre le ha comprado una máquina de palomitas: Petia las vende en la terraza durante el verano. También hornea galletas él mismo, las empaqueta bien y las vende”, comparte Victoria.

La llegada de extranjeros a Pereslavl

En la antigua ciudad de Pereslavl viven muchos extranjeros, incluidos franceses. A todos les atrae su atmósfera de “vieja” Rusia intacta. Cada uno intenta aportar algo a la ciudad: algunos restauran casas antiguas, otros trabajan como herreros, otros cosen o hacen pan de jengibre.

Dos veces al año, Frédéric y su esposa organizan una cena con música en vivo en la pastelería para sus amigos.

“En esos momentos siento una gran calidez. Entiendo que todo está bien, que estoy en casa. Y estoy rodeado de personas abiertas, talentosas y profundas.”

Una torre Eiffel a la entrada de la pastelería de Frédéric Andrieux.
Archivo personal

Una vez, por su cumpleaños, sus amigos le regalaron una réplica de la Torre Eiffel de tres metros. Ahora se ha convertido en un verdadero símbolo de la pastelería.

¿Se ha vuelto un poco ruso este francés?

“He aprendido a amar la banya (casa de baños). Y he descubierto el encanto del borsch ruso, especialmente con pan negro, salo (tocino curado) y todos sus acompañamientos.”

Frédéric admite que se ha vuelto más tolerante y paciente. Por naturaleza es muy responsable y exigente, especialmente en el trabajo.

Archivo personal

“Pero aquí me encontré con el ‘avos ruso (la noción intraducible de ‘ojalá salga bien’). Intenté luchar contra ello, pero no sirvió de nada. Al final, me calmé. Cuando algo sale mal, ya no me pongo nervioso: todo se solucionará por sí solo. Lo principal es que aquí tengo una familia, amigos, todos están bien y yo hago el trabajo que amo. ¡Y una persona no necesita más para ser feliz!”

La versión completa de la entrevista está disponible (en ruso) en la página web de la revista Nation.