
¿Cómo acabó un cuadro de un artista ruso en... la isla de Java?
El artista Konstantín Makovski era famoso por sus cuadros históricos con escenas de la vida boyarda. Sus obras pueden verse en museos rusos y extranjeros. Y uno de los cuadros hizo un viaje vertiginoso y acabó en la lejana Indonesia.
El primer presidente de Indonesia, Sukarno, era un gran conocedor del arte e incluso llegó a decir que, de no haber llegado a la jefatura del Estado, habría elegido el camino de artista. Él mismo no sólo era pintor y restaurador, sino que también apoyaba a los artistas locales. Además, amasó una impresionante colección.
Sukarno visitó la Unión Soviética en más de una ocasión; una de sus visitas tuvo lugar en 1961, en vísperas de su 60 cumpleaños. En la reunión oficial en el Kremlin, el líder de Indonesia recibió regalos: una escultura de Matvéi Manizer y un coche ‘Chaika’. Pero eso no fue todo. Especialmente para la colección Sukarno entregó una enorme pintura de Konstantín Makovski Rocío de lúpulo.

El regalo fue entregado “en nombre de la Unión Soviética y de todo el pueblo soviético”. El Presidente se quedó sin habla: se sentó en la silla que le ofrecían como hipnotizado para contemplar el lienzo. Representaba un antiguo rito que existía en los siglos XV-XVI: en las bodas reales y principescas, los recién casados eran rociados con lúpulo, que simbolizaba la salud y la posteridad.

Dos meses más tarde, el cuadro llegó a Yakarta y ocupó su lugar en el Palacio de Bogor junto a otro cuadro de Makovski: Bacanalia de primavera, que fue adquirido para el Presidente en Italia en 1954. Y la sala donde se alojaron se llama “Rusa” desde entonces.