¿Qué es lo que ocurre en la pintura de Vladímir Makovski ‘Dos madres’?

Museo de Arte Regional de Samara
Museo de Arte Regional de Samara
Los artistas itinerantes enriquecieron la tradición pictórica con temas de la vida cotidiana. Ya no solo los dioses y profetas mantenían complejas relaciones entre sí, sino que campesinos, comerciantes y habitantes de la ciudad se convirtieron regularmente en protagonistas de sus cuadros.

Además de Telegram, Puerta a Rusia difunde contenidos en su página de VKontakte. ¡Únete a nosotros!

Museo de Arte Regional de Samara
Museo de Arte Regional de Samara

En sus obras, el pintor Vladímir Makovski dedicó gran atención no solo a los detalles de la vida diaria, sino también a la psicología de las relaciones humanas. Un ejemplo destacado es la pintura ‘Dos madres. La madre verdadera y la madre adoptiva’. El cuadro fue realizado en 1905-1906. Antes de la Revolución bolchevique de 1917, pertenecía a los Shijobalov, amigos del artista, comerciantes y filántropos de Samara.

Se sabe que Makovski basó el argumento del cuadro en una historia real ocurrida en la familia de un amigo artista. Por alguna razón, una campesina abandona a su hijo recién nacido. El niño es acogido por una familia adinerada de la ciudad. Varios años después, la madre biológica encuentra a su hijo y se presenta ante la familia adoptiva exigiendo recuperarlo.

El artista fue muy sensible a la psicología del momento. La figura de la campesina con un pañuelo rojo en la cabeza es el centro cromático y compositivo de la obra. Ella transmite una sensación de fuerza y de sentirse en lo correcto. El niño, asustado por la visita de aquella mujer extraña, salta de su sillita alta y se aferra a su madre adoptiva. Ella lo rodea con los brazos mientras al mismo tiempo se inclina, como cediendo ante la fuerza de la visitante.

La anciana también está desconcertada: lo más probable es que se trate de una niñera veterana, que en su día crió a alguno de los padres adoptivos del niño. Solo el cabeza de familia fuma tranquilamente y lanza una mirada calculadora a la invitada, preguntándose cuánto dinero aceptaría a cambio de renunciar por segunda vez a su hijo.

Museo de Arte Regional de Samara
Museo de Arte Regional de Samara

Otro dato importante para comprender la escena: la adopción en Rusia a principios del siglo XX (antes de 1917) era muy diferente a la actual. No cualquiera podía adoptar. Por ejemplo, quienes ya tenían hijos legítimos no podían hacerlo. Se permitían excepciones solo para la adopción de parientes (como sobrinos) o si los hijos propios habían muerto. Una mujer casada, además, solo podía adoptar con el consentimiento de su esposo, y una mujer soltera no podía adoptar en absoluto.

La ley prohibía estrictamente la adopción de personas de las “clases altas” (nobles y comerciantes) por parte de las “clases bajas”. Es decir, un campesino o un burgués no podía adoptar a un hijo de noble. Lo contrario (un noble adoptando a un hijo de campesino) era posible, pero poco habitual en la práctica.

Por lo tanto, para la mayoría de los huérfanos, especialmente los de clases bajas, el camino de la adopción estaba cerrado. Su destino se decidía a través del sistema de orfanatos o siendo acogidos en una familia como “hijos de crianza” o “hijos adoptivos” en un sentido distinto, sin los derechos legales de los adoptados, y a menudo creciendo como sirvientes o trabajadores.

Así, la escena representada en el cuadro de Makovski (una familia adinerada que adopta como propio al hijo de una campesina) era, en efecto, una excepción, que subrayaba la nobleza de las acciones de los padres adoptivos, en contradicción con las barreras de clase de la época.

<