8 datos sobre el ‘rey de los reporteros’ de la Rusia zarista
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Al mismo tiempo, la vida del autor del libro Moscú y los moscovitas parecía una novela de aventuras: antes de obtener el título de “rey de los reporteros”, trabajó como burlak (remolcador humano de barcazas), artista de circo, bombero y muchas cosas más. Más tarde, esta experiencia le resultó útil como joven periodista, enseñándole a encontrar un lenguaje común con cualquiera: desde aristócratas hasta vagabundos. Aquí los hechos más interesantes de la vida de Vladímir Guiliarovski (1855-1935).
1. Tenía un segundo nombre: “Tío Guiliái”
Guiliarovski escribió en sus memorias que de niño se llamaba a sí mismo “Guiliái” porque no podía pronunciar su largo apellido, e incluso el nombre Vladímir le resultaba difícil. El apodo de “tío” se consolidó en su vida adulta gracias a su sociabilidad y autoridad. Era una persona aceptada en distintos estratos sociales, desde los habitantes de los barrios bajos de Jitrovka hasta escritores y pintores. Así, el apodo se convirtió en su segundo nombre e incluso en un seudónimo con el que firmaba algunos artículos periodísticos.
2. Trabajó como ‘burlak’ en el Volga
En junio de 1871, Guiliarovski leyó la novela prohibida de Chernishevski ¿Qué hacer? y, después de fracasar en sus exámenes, huyó del gimnasio de Vólogda sin documentos ni dinero. Tenía 16 años y era extraordinariamente fuerte: podía doblar una moneda con los dedos y torcer un atizador. Por eso se empleó en una de las cuadrillas de burlaks en Ríbinsk, entonces el mayor puerto fluvial. Durante 20 días remolcó un barco desde Kostromá hasta Ríbinsk. Recordaba que era un trabajo físicamente extenuante “hasta el sudor sangriento”.
3. Cambió varias profesiones sorprendentes
Entre 1871 y 1881 tuvo un periodo de vagabundeo en el que desempeñó numerosos oficios: bombero en pesquerías, estibador en un puerto, fogonero, obrero de fábrica y pastor de caballos. Incluso actuó como jinete en un circo y viajó con compañías ambulantes. Sus actuaciones se anunciaban como Alexis sobre un caballo sin silla. Realizaba complicados trucos, trabajaba en el trapecio sin red de seguridad e incluso intentó hacerse pasar por extranjero. Había aprendido artes circenses (acrobacia, equitación acrobática) en el gimnasio de Vólogda.
4. Estuvo presente en la coronación de Nicolás II en el Campo Jodinka, donde sobrevivió de milagro
El 18 (30) de mayo de 1896, durante las celebraciones populares por la coronación de Nicolás II, ocurrió una gigantesca estampida en el Campo Jodinka: oficialmente murieron unas 1.389 personas. Guiliarovski recordaría que se encontraba en medio de la multitud, pero de pronto reparó en que había dejado la petaca de su padre en las carreras y fue a buscarla. Esto le salvó la vida. Fue el primer y único periodista que escribió un reportaje sobre la tragedia (publicado en Vedomosti Rusos). Describió con detalle cómo, en la muchedumbre compacta, los muertos permanecían de pie: “El anciano a mi lado… hacía rato que no respiraba: se había asfixiado en silencio… y su cadáver helado se balanceaba con nosotros”. Más tarde, las autoridades prohibieron que se informara sobre el suceso.
5. Era amigo de Antón Chéjov
La amistad entre Vladímir Guiliarovski y Antón Chéjov es una de las más llamativas de la historia literaria rusa. Su relación duró más de veinte años, marcada por la admiración mutua y un humor imparable. Se conocieron a principios de la década de 1880 en Moscú. “Al principio tuvimos encuentros fugaces, luego comenzó la amistad. Yo quería a Antosha, y él me quiso hasta el final de su vida, aunque al final nos alejamos un poco”, recordaba el periodista. Chéjov recurría a Guiliarovski como experto en el “submundo” de Moscú. Juntos visitaban los albergues nocturnos del mercado de Jitrovka, donde el periodista servía de guía y garante de seguridad. Guiliarovski ayudó activamente a Chéjov en el trabajo sobre La isla de Sajalín, proporcionándole contactos, rutas y consejos.
6. Asesoró a Stanislavski en la puesta en escena de ‘Los bajos fondos’
En 1902, el Teatro de Arte de Moscú preparaba la puesta en escena de la nueva obra de Maxim Gorki. Para recrear con autenticidad la vida de los habitantes de un albergue, Stanislavski recurrió al mayor experto en el “bajo fondo” moscovita: Vladímir Guiliarovski. El periodista no solo daba consejos: llevó personalmente a Stanislavski y a los actores del teatro a los barrios más peligrosos de Moscú para que escucharan el argot, observaran los tipos humanos, los gestos y la vida real de las personas que debían representar. Gracias a sus consultas, la puesta en escena resultó tan auténtica que muchos pensaron que habían subido al escenario vagabundos reales.
7. El Tarás Bulba del monumento a Gógol está inspirado en él
El escultor Nikolái Andréiev buscaba un modelo “con presencia” para la figura de Tarás Bulba en el monumento a Gógol, y hay versiones que afirman que tomó como modelo a Guiliarovski. Los contemporáneos lo describían como un hombre corpulento y poderoso, con un gran bigote. Su carácter alegre y su pasado de burlak lo convertían en la encarnación viviente del espíritu cosaco. Además, su amistad con artistas lo hacía un modelo accesible.
8. Elogió al poder soviético
Curiosamente, Guiliarovski vivió casi dieciocho años bajo el régimen soviético, y la “leyenda viviente de la Rusia prerrevolucionaria” no tuvo ningún conflicto con él. En sus últimos años trabajó en sus memorias (Mis vagabundeos, Amigos y encuentros), que fueron publicadas y bien recibidas. Era considerado un respetado testigo de una época pasada, un cronista excepcional de la vieja Moscú, cuyo talento y autoridad estaban por encima de la política. Y él, por su parte, alababa los logros del poder soviético. Vladímir Guiliarovski murió el 1 de octubre de 1935 en Moscú de una neumonía.