Así se deshizo la URSS del culto a la personalidad de Stalin
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El culto a la personalidad de Stalin dominó durante casi 20 años. Películas, pinturas, canciones, libros, artículos periodísticos, monumentos… todo esto contribuía a exaltar al “Padre de las Naciones” y al “Gran Líder y Maestro”.
Es bien sabido que el culto fue públicamente condenado por Nikita Jrushchov durante el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) en febrero de 1956. Sin embargo, los primeros pasos en esa dirección se tomaron pocos días después de la muerte del líder, en marzo de 1953.
Una ‘desestalinización suave’
En una reunión del Presidium del Comité Central del PCUS, Gueorgui Malenkov (que había asumido las riendas del Estado) declaró:
“Consideramos obligatorio detener la política del culto a la personalidad. Las citas (únicamente) de una sola persona no pueden publicarse”.
En ese momento, no se hablaba de criticar directamente a Stalin. La clase dirigente del país eligió un camino orientado a despersonalizar el culto y abandonar la glorificación de un solo individuo en favor de exaltar al Comité Central del partido como órgano de gobierno colegiado.
Y, en julio, durante un pleno del Comité Central del PCUS, se escucharon críticas a Stalin como teórico incompetente del marxismo-leninismo. El número de menciones al líder fallecido en la prensa comenzó a disminuir de manera constante. En 1954, dejaron de publicarse sus libros y, un año después, se planteó la posibilidad de eliminar su nombre de la letra del himno nacional.
Al mismo tiempo, se creó una comisión para investigar las causas de las represiones masivas, encabezada por Piotr Pospélov, secretario del Comité Central del PCUS. Jrushchov utilizó los resultados de esta comisión para elaborar su famoso informe Sobre el culto a la personalidad y sus consecuencias, presentado en el XX Congreso del partido en febrero de 1956.
Un paso audaz
El informe condenaba el culto a la personalidad de Stalin, atribuyéndole toda la responsabilidad del terror masivo de finales de los años 30 y principios de los 50, y además abordaba la rehabilitación de los represaliados. Tanto en la URSS como en los países del bloque socialista, el informe tuvo el efecto de una bomba.
Se han esgrimido varias razones sobre por qué Jrushchov decidió dar ese paso. Entre ellas, el deseo de aliviar las tensiones sociales en una población que esperaba cambios tras la muerte del líder, así como la necesidad de distanciarse de las represiones en las que él mismo estuvo implicado.
“El objetivo de Jrushchov era, por un lado, librarse del fantasma del dictador que todos temían. Convencer a su entorno de que él, precisamente él, sería capaz de garantizar, como se decía entonces, ‘los principios de la dirección colectiva’ y que podría asegurar la ausencia de represiones dentro del partido y dar su palabra al aparato del partido de que no se repetirían represiones de ese nivel”, explica el historiador Kirill Boldovski.
Jrushchov escribió en sus memorias:
“Quien realmente quiera establecer el orden leninista en nuestro partido y no el estalinista, debe hacer todo lo posible por desenmascarar a Stalin y condenar sus métodos. Es necesario rehabilitar a esas personas honestas, muchas de las cuales aún no han sido rehabilitadas, y denunciar las injusticias que se cometieron para que ni siquiera el fantasma de tales métodos pueda resurgir de la tumba”.
‘Desestalinización’ a toda marcha
El proceso de revisión de los casos de condenados por “crímenes contrarrevolucionarios” durante la era de Stalin y la rehabilitación de las víctimas de las represiones comenzó a acelerarse rápidamente.
El nombre del “Padre de las Naciones” fue eliminado en todas partes: dejaron de concederse los premios Stalin, y estaciones de metro, fábricas, parques e instituciones académicas que llevaban su nombre fueron rebautizadas.
En el XXII Congreso del PCUS, en 1961, se intensificaron aún más las críticas a Stalin y al sistema político que había creado. El 31 de octubre, la misma noche en que terminó el congreso, su cuerpo fue retirado en secreto del mausoleo y enterrado junto al muro del Kremlin de Moscú.
Después comenzaron a renombrarse ciudades que llevaban su nombre, incluida la famosa Stalingrado. También se derribaron en masa los monumentos dedicados a él en todo el país.
Con la llegada de Leonid Brézhnev al poder en 1964, el nivel de crítica al culto a la personalidad de Stalin disminuyó notablemente. La dirigencia del país propugnó una actitud más “equilibrada” hacia su figura y sus políticas. En 1970, incluso se erigió un monumento sobre su tumba.