La batalla de Stalingrado: Todo lo que siempre quisiste saber
La batalla más sangrienta de la historia de la humanidad, que se cobró la vida de más de un millón de personas, fue un acontecimiento decisivo para el resultado final de la Segunda Guerra Mundial. El Ejército Rojo tomó la iniciativa y no la soltó hasta el final del conflicto. ¿Cómo y a qué precio se consiguió esta victoria?
Camino a Stalingrado
Tras la aplastante derrota cerca de Moscú a finales de 1941, los alemanes no pudieron llevar a cabo una ofensiva simultánea en todo el frente soviético-alemán, como ocurrió en la fase inicial de la “Operación Barbarroja”, y, en su lugar, se centraron en la dirección sur. El 5 de abril de 1942, Adolf Hitler aprobó un plan bautizado como “Operación Azul”, cuyo objetivo principal era la captura de los ricos yacimientos petrolíferos del Cáucaso, que en aquel momento representaban más del 70% de toda la producción de la Unión.
En la primavera de 1942, la Wehrmacht mantuvo sus posiciones en el este de Ucrania, preparándose para una gran ofensiva de verano. Sin embargo, tal “campaña del petróleo” no podía llevarse a cabo sin tener el control de los flancos asegurados. Parte de las fuerzas alemanas, por tanto, tuvieron que abrirse paso en dirección al gran centro industrial y de transporte de Stalingrado y construir una sólida defensa a lo largo de los ríos Don y Volga.
El propio Ejército Rojo desempeñó un papel fundamental para que estos planes se hicieran finalmente realidad. El 12 de mayo, las tropas soviéticas lanzaron una ofensiva cerca de Járkov, que terminó en un completo desastre y la pérdida de más de 200.000 soldados.
El 28 de junio comenzó la “Operación Azul”: las tropas atacaron rápidamente en dos direcciones hacia el Cáucaso y Stalingrado, avanzando cientos de kilómetros y aislando a decenas de miles de soldados soviéticos de las fuerzas principales. Descubre aquí cómo la Blitzkrieg alemana encontró una segunda vida en el sur de la Unión Soviética.
El 23 de agosto de 1942, Stalingrado sufrió un terrible bombardeo que acabó con la vida de más de 40.000 personas y convirtió gran parte de los edificios en ruinas.
La tragedia que se abatió sobre la ciudad soviética aquel día la acercó mucho a la británica Coventry, que también había sido devastada por los bombardeos dos años antes.
Infierno en la Tierra
Bajo el ataque del 6º Ejército de Friedrich Paulus y el 4º Ejército Panzer de Hermann Goth, las fuerzas soviéticas se retiraban hacia Stalingrado. A mediados de septiembre de 1942, los alemanes se vieron envueltos en feroces y sangrientas batallas callejeras en la propia ciudad.
Poco a poco, de ser una un camino secundario para Hitler, Stalingrado se convirtió en un objetivo principal. Ambos bandos lanzaron insistentemente más y más fuerzas a la “picadora de carne” y la ciudad se convirtió en un auténtico infierno en la tierra. Los recuerdos de testigos presenciales y las cartas desde el frente lo atestiguan vívidamente.
Stalingrado fue defendida por el 62º Ejército del general Vasili Chuikov. El comandante apostó por la creación de grupos de asalto móviles, pequeños en número, que “llenaban los edificios y el suelo de agujeros y esperaban la aproximación de los nazis para detonar un explosivo” o penetraban en la retaguardia del enemigo a través de túneles subterráneos, infligiendo dolorosos golpes. Más información sobre el papel que desempeñó Chuikov en la defensa de la ciudad del Volga aquí.
El peso principal de la lucha, por supuesto, recayó en los soldados rasos. Lee aquí relatos detallados de episodios tan heroicos de la batalla de Stalingrado como la defensa de la Casa Pavlov o el asedio de la “Isla Liudnikov”, cuando la 138ª División de Infantería del coronel Iván Liudnikov, inmovilizada por el Volga y rodeada por el enemigo desde tres flancos, mantuvo en pie durante más de un mes el minúsculo terreno cercano a la planta de Barrikadi.
Además de la Wehrmacht, los defensores de Stalingrado tuvieron que luchar contra otro ejército: el “invisible”. Una epidemia de cólera amenazaba con desbordar la ciudad y sólo gracias a los increíbles esfuerzos de los médicos soviéticos se consiguió evitar el desastre. Lee aquí cómo sucedió.
El gran punto de inflexión
A pesar de que los alemanes capturaron la mayor parte de Stalingrado, no consiguieron tomar la ciudad por completo antes de la llegada del frío. El 6º ejército seguía luchando duramente en la ciudad, cuando, el 19 de noviembre, las tropas soviéticas lanzaron repentinamente una ofensiva estratégica a gran escala bautizada como “Operación Urano” y asestaron un golpe aplastante a los flancos de la agrupación alemana, que estaban cubiertos por las débiles unidades rumanas.
Los alemanes, con la esperanza de evitar la catástrofe, se apresuraron a lanzar reservas en ayuda de sus aliados. Sorprendentemente, incluso en aquel terrible momento, no dejaron de pasar cosas curiosas. Por ejemplo, la 22ª División de Tanques alemana no pudo acudir al rescate del andrajoso 3er Ejército rumano por culpa de... ¡unos simples ratones! Lee aquí la hazaña de estos patrióticos roedores.
El 23 de noviembre se cerró el cerco en torno a la agrupación Friedrich Paulus de 330.000 soldados. Sin embargo, la situación para los nazis aún no parecía catastrófica. Hitler ordenó al 6º Ejército que se mantuviera en la ciudad y, recibiendo suministros por vía aérea, esperara ayuda.
El 12 de diciembre comenzó la “Operación Tormenta de Invierno”: las tropas del Grupo de Ejércitos Don del mariscal de campo Erich von Manstein se apresuraron a romper el cerco. Lee aquí lo cerca que pudieron llegar a la ciudad y por qué finalmente no consiguieron salvar la situación.
La bestia en la trampa
A principios de 1943, los alemanes habían perdido toda posibilidad de desbloquear su agrupación cercada, aunque muchos de los soldados de Paulus aún creían que Hitler cumpliría su promesa y enviaría ayuda.
Tras sobrevivir a la “Tormenta de Invierno”, derrotar a los aliados italianos y rumanos de los alemanes en el Don y alejar al enemigo de la ciudad durante cientos de kilómetros, las tropas soviéticas comenzaron la aniquilación sistemática del “caldero”.
En la noche del 31 de enero de 1943, unidades de la 38ª brigada de fusiles motorizados del 64º ejército irrumpieron en el edificio de los grandes almacenes en el centro de Stalingrado, bloqueándolo por todos lados. Allí se encontraba el cuartel general del 6º Ejército de Friedrich Paulus. Más información sobre todas las circunstancias de la captura del mariscal de campo y sobre el destino posterior del comandante alemán y su papel durante los Juicios de Núremberg.
Dos días después, el 2 de febrero, la última agrupación alemana que quedaba del general Karl Strecker capituló cerca de las plantas de Tractores y Barrikadi de Stalingrado. Este día marcó el final de la batalla más importante de la Segunda Guerra Mundial.
El triunfo en el río Volga fue el resultado del heroísmo de los soldados soviéticos, del mayor nivel del arte militar de los mandos del Ejército Rojo y de una serie de errores del mando alemán. Lee más al respecto aquí.
Es difícil sobrestimar la importancia de la victoria soviética en Stalingrado: La Alemania nazi y el bloque militar y político de los países del Eje habían sufrido un terrible golpe, los países miembros de la coalición antihitleriana recuperaron su espíritu y el Ejército Rojo tomó firmemente en sus manos la iniciativa estratégica en la guerra. Más información sobre estas y otras consecuencias de la batalla más sangrienta de la historia de la humanidad aquí.
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