Rudolf Abel: el agente soviético con 'mil nombres'
EE UU recuperó en 1962 al piloto Gary Powers, de un avión U-2 derribado por la URSS. Ocurrió en el puente de Glienicke, entre Berlín Occidental y Alemania Oriental, cuando fue intercambiado por un hombre llamado en EE UU Rudolf Abel. Los estadounidenses sólo sabían una cosa sobre Abel: era un agente soviético.
Persona de enlace del espía soviético
El verdadero nombre de Rudolf Abel era William Fisher y fue contratado por la OGPU (Dirección Política Estatal Conjunta), la organización de servicios de inteligencia de la Unión Soviética, en 1927. Se fijaron en William gracias a sus excelentes habilidades como operador de radio (las adquirió durante su servicio militar en un regimiento de radiotelegrafía) y a su inglés fluido -Fisher nació en 1903 en Newcastle upon Tyne, Inglaterra, en el seno de una familia de revolucionarios marxistas que huyeron del Imperio ruso, pero que se trasladaron a la URSS en 1920-. Al ingresar en el GRU, Fisher prometió: "Prefiero encontrar la muerte que traicionar los intereses de mi patria", es decir, la URSS.
El hecho de que sus padres mantuvieran la ciudadanía británica incluso después de marcharse a la URSS ayudó mucho a William. Rápidamente obtuvo un pasaporte del Reino Unido por la razón ficticia de que no estaba de acuerdo con las ideas comunistas de su padre y quería volver a su patria. En 1931, Fisher fue a Noruega para su primera misión bajo la apariencia de un vendedor de radiotecnia. Cuatro años más tarde, fue enviado al Reino Unido, donde vivió bajo el nombre en clave de "Frank" como propietario de una estación de servicio de radio, pero en realidad trabajaba como persona de enlace. Fue él quien envió a Moscú la información encontrada por el famoso grupo de agentes los Cinco de Cambridge. También creó una red de radio para una correcta conexión de los agentes locales residentes con el centro soviético.
El trabajo de Frank fue considerado muy exitoso, pero, el 31 de diciembre de 1938, fue despedido del servicio de inteligencia. Lo más probable es que se desconfiara de él, porque solía trabajar con un agente fijo del NKVD ("Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos" que vino a sustituir a la OGPU) llamado Alexánder Orlov (conocido también como Leo Nikolski), que se convirtió en desertor en 1938 y fue declarado "enemigo del pueblo".
Juegos con los nazis
Fisher insistió mucho y, en 1941, fue reincorporado al NKVD y enviado a Samara (850 km al sureste de Moscú) con Rudolf Abel, un letón y otro operador de radio y agente encubierto que fue despedido del NKVD en 1938. Abel y Fisher fueron los mejores amigos durante mucho tiempo. Eran tan inseparables que algunos llegaron a confundirlos. Cuando acudían juntos a la cantina del NKVD, la gente bromeaba: "¡Mira, han venido los Abel!" En Samara, ambos enseñaban en una escuela de inteligencia.
Ese mismo año, Fisher participó en una operación de desinformación llamada "Monastyr" ("Monasterio"), en la que se encargó de la parte técnica y enseñó a un agente llamado Alexánder Demianov a trabajar con la radio. Demyanov desempeñó el papel de un desertor y envió a los alemanes información diferente y errónea sobre las tropas soviéticas. En 1944, participó en la operación "Berezino" ("Sherhorn"). Los agentes soviéticos se hicieron pasar por una unidad ficticia de tropas alemanas que trabajaban en secreto a espaldas del Ejército Rojo. Los nazis les enviaban espías en busca de ayuda. El "juego" de la radio fue dirigido por Fisher, cuyo cuidadoso trabajo nunca permitió que los enemigos descubrieran la verdad. El último mensaje desde la base de Berlín decía: "No podemos ayudaros, confiamos en la voluntad de Dios".
Espía nuclear soviético
Tras la Segunda Guerra Mundial, Fisher fue enviado a Estados Unidos como agente encubierto con el nombre en clave de "Mark". Estaba completamente preparado para cualquier misión difícil: tenía profundos conocimientos de química, física, pintura, fotografía e incluso podía trabajar como electricista. Llegó a EE UU bajo la apariencia de un refugiado lituano llamado Andrew Kayotis y luego vivió en Brooklyn como un pintor llamado Emile Goldfus, que dirigía un estudio fotográfico. Allí trabajó durante un tiempo con los agentes Lona y Morris Cohen, que lo describieron como una "persona muy culta y espiritualmente rica". Fisher organizó dos redes de agentes en California y en la costa este de EE.UU. También envió diferentes informaciones importantes a Moscú, por ejemplo sobre la fundación de la CIA, el envío de tropas estadounidenses a Europa y el bombardeo atómico de ciudades soviéticas en caso de que se iniciara una guerra con la URSS.
La persona de enlace de Fisher con Moscú era Yuri Sokolov ("Klod"). Él recordaba que la información de Fisher ahorraba a la URSS "2-3 años de trabajo en laboratorios secretos y 18-20 millones de rublos (aprox. 252-280.000 dólares)". Sokolov recordó que fue muy cuidadoso al prepararse para su primer encuentro con Fisher: comprendió que Mark era un gran agente e hizo todo lo posible para no comprometerlo. Klod comprobó todos los ángulos posibles, se acercó a Fisher y dejó caer algo "accidentalmente" al suelo para detenerse junto a Mark y hablar con él en silencio. Cuando encontraron un lugar seguro para hablar con propiedad, Fisher se abrazó a Sokolov, que para entonces no había visto a sus compañeros desde hacía un año.
En 1955, Fisher regresó a la URSS durante un tiempo para dar el último adiós a Rudolf Abel, que había muerto repentinamente de un ataque al corazón. Cuando reanudó la misión, Moscú cambió a su persona de enlace. Sin embargo, el agente que debía acudir a Fisher murió en un naufragio. Sokolov recordó que Fisher "lo conocía y lo lloró mucho, amargamente". Entonces, Moscú envió a otra persona de enlace. Se llamaba Reino Häyhänen, con el nombre en clave "Vik", que tenía mala reputación y graves problemas de alcoholismo.
Fisher comprendió que Häyhänen no era de fiar. En mayo de 1957, Moscú llamó a Vik a la URSS para que recibiera un premio, pero en realidad era una treta para que regresara y fuera despedido. Häyhänen lo entendió todo, voló a París, fue a la embajada de EE UU y reveló todo lo que sabía sobre Fisher. El cuidadoso agente optó por no escapar, sino por destruir los documentos importantes, y fue detenido en una habitación de hotel que utilizaba para las sesiones de comunicación por radio. No pudo quemar las cartas personales de su esposa e hija, escritas en ruso. Más tarde se leyeron en voz alta en el tribunal, lo que hizo que la gente simpatizara más con Fisher que con Häyhänen.
Fisher rechazó las peticiones de trabajar para el Gobierno de EE UU y no dio a los estadounidenses ninguna información sobre él y su trabajo. Se presentó como Rudolf Abel. Por suerte, no fue condenado a muerte. En su primera carta a su esposa, enviada desde la prisión en 1958, escribió que había sido condenado a 30 años, pero que se sentía bien practicando las matemáticas y la pintura. Milagrosamente, sólo cumplió cinco años antes de ser canjeado por Powers.
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