¿Por qué murieron una serie de alpinistas soviéticos tras sobrevivir a una arriesgada escalada?
A principios del siglo XX, los alpinistas soviéticos exploraban las alturas de la URSS. Aún no se conocía cual era el pico más alto del país, pero en 1932 dos grupos de alpinistas se toparon con una misteriosa montaña no documentada por expediciones anteriores: su altura era de 7.495 m sobre el nivel del mar.
Cuando Iósif Stalin celebró su 55 cumpleaños en 1933, la nueva cumbre se incluyó en el mapa de la Unión Soviética y recibió el nombre de Pico Stalin en honor del líder (ahora se conoce como pico Ismoil Somoni, situado en Tayikistán, que era una república soviética en 1933). Ahora sólo quedaba conquistar sus elevadas alturas.
Escuadrón nº 29
Pronto se formó un equipo de temerarios. Nueve alpinistas acompañados de personal de apoyo (un médico, periodistas, etc.) se prepararon para pisar territorio inexplorado.
El grupo de exploración incluía a Alexander Gettier, descendiente de inmigrantes franceses que luchó junto al Ejército Blanco contra los comunistas durante la Guerra Civil Rusa. Se salvó por los pelos de la muerte cuando los bolcheviques tomaron el poder y, por una extraña coincidencia, el padre de Gettier era el único médico en el que Vladímir Lenin (que en general desconfiaba de los médicos) había confiaba, por lo que el doctor pudo salvar a su hijo de ser represaliado.
Evgueni Abalakov era otro miembro del partido. Era un reputado alpinista soviético que llegaría a convertirse en héroe de guerra. El grupo de alpinistas fue acuñado como “Escuadrón nº 29 de la Expedición Tayik-Pamir” y en agosto de 1933 comenzaron su viaje para escalar el Pico Stalin.
El ascenso de la muerte
La ascensión era especialmente peligrosa. Las duras condiciones de la región hacían de la escalada poco menos que una misión suicida y antes de que el grupo se diera cuenta dos miembros habían sucumbido al frío y muerto. Otros cayeron enfermos o sufrieron congelaciones tan graves que varios miembros del Escuadrón nº 29 se vieron obligados a abandonar la misión. Sin refuerzos, los exhaustos escaladores sólo contaban con ellos mismos, pero el fracaso se cernía sobre la misión.
Cuando estaban a sólo 500 m de la cima, sólo quedaban tres hombres: Gettier, Abalakov y el alpinista Nikolái Gorbunov. Gettier, de 44 años, se desplomó antes de alcanzar la cumbre, pero dio instrucciones a los otros dos para que siguieran adelante. Abortar la ascensión al pico que llevaba el nombre de Stalin estaba fuera de toda discusión: era alcanzar el el triunfo o la muerte, no había nada intermedio. Gorbunov también se quedó en el camino tras sufrir congelaciones, dejando a Abalakov, de 26 años, como el último escalador capaz: el destino de la expedición dependía de él.
El 3 de septiembre de 1933, Abalakov consiguió llegar a la cima y se convirtió en el primer hombre de la historia en subir al pico más alto de la URSS. Fue aclamado como un héroe, pero una oscura sombra se cernía sobre su vida. Gettier, a pesar de sufrir un ataque al corazón y sobrevivir a la escalada mortal, consiguió regresar, pero a él también le esperaba una dura prueba.
Una muerte misteriosa
La conquista del Pico Stalin coincidió con la matanza sistemática de millones de personas por parte de Stalin en toda la Unión Soviética. Los logros del pasado no podían garantizar la inmunidad y algunos de los héroes del pasado se encontraron en grave peligro.
Gettier fue uno de ellos. Un antiguo oficial del Ejército Blanco que luchó con los bolcheviques y que tenía nombre extranjero estaba destinado a acabar en una de las numerosas listas de ejecución firmadas por Stalin. En diciembre de 1937, Gettier fue detenido y ejecutado por un pelotón de fusilamiento. Su padre, que ya no tenía influencia en la élite política soviética tras la muerte de Lenin, no pudo salvar a su hijo por segunda vez.
Gueorgui Jarlampiov, otro miembro del famoso grupo de alpinistas, también fue asesinado durante el terror de Stalin.
Abalakov, por el contrario, sobrevivió a la represión y se alistó voluntario en el Ejército Rojo cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Instruyó a oficiales y soldados soviéticos en alpinismo y dirigió numerosas expediciones militares en el Cáucaso. Sin embargo, los logros de Abalakov no le salvaron de un misterioso final.
El 24 de marzo de 1948, Abalakov, de 41 años, y su amigo alpinista Yuri Artsishevski llamaron a la puerta de un apartamento comunitario de Moscú en el que uno de sus conocidos compartía el espacio con otras seis personas. En pocas horas, el propietario del apartamento encontraría a los dos hombres muertos en el cuarto de baño.
Una investigación oficial concluyó que habían muerto a causa de un escape de gas en el apartamento, pero los familiares de Abalakov se negaron a aceptar esta versión de los hechos.
Había muchos puntos negros en la investigación. La policía no realizó un examen forense de los cadáveres y no informó a los familiares de Abalakov de los resultados de la investigación. Otro hecho sospechoso es que todos los demás residentes del apartamento salieron ilesos de la fuga de gas.
El hijo de Abalakov, Alexéi Abalakov, está seguro de que su padre fue envenenado intencionadamente, con una sustancia distinta del gas.
“Los que cometieron este crimen intentaron encubrirlo. Mi madre, Ana, quedó conmocionada durante el funeral al comprobar que mi padre no tenía prácticamente tenía en el pecho ni en la barriga. En su lugar, había un armazón camuflado bajo su traje. Sin duda, aquello tuvo que hacerse para ocultar el envenenamiento”, declaró Alexéi Abalakov en 2016.
A pesar de las evidentes incoherencias del caso, se registró como accidente y se cerró. La misteriosa muerte del pionero alpinista soviético sigue sin resolverse a día de hoy.
Una versión afirma que el fallecimiento de Abalakov pudo tener algo que ver con las expediciones patrocinadas por el Estado para investigar el mineral de uranio en la URSS. Se desconoce si el Estado soviético tuvo algo que ver con el fatal destino del alpinista.
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