5 datos sobre las ciudades cerradas de la URSS y Rusia
"En mi infancia, en los años 70-80, iba a visitar a mi abuela todos los años durante las vacaciones de verano. Y cada vez mis padres me daban instrucciones estrictas. Me explicaron que nunca debía decirle a nadie de dónde era. Y si de repente alguien empezaba a hacer preguntas sobre esas cosas, debía interrumpir la conversación y alejarme lo antes posible. Tanto mi partida de nacimiento como mi pasaporte dicen que nací en Cheliábinsk", recuerda Nadezhda Kutépova en su libro Los secretos de las ciudades cerradas. En realidad, nació en Snezhinsk, la ciudad "nuclear" de los Urales cerrada desde la época soviética.
1. Al principio, las ciudades cerradas no aparecían marcadas en los mapas soviéticos
Los núcleos de población cerrados empezaron a aparecer en la URSS tras el lanzamiento del programa nuclear (1945-1953). Todo lo relacionado con el proyecto se clasificó primero como secreto militar y luego como secreto de Estado. Incluso los nombres de las sustancias radiactivas estaban encriptados: Estaba prohibido utilizar las palabras "plutonio" o "uranio".
Hasta 1954 no se establecieron nombres geográficos de divulgación pública para estas ciudades. Para asignar los nombres se aplicó el siguiente principio: "el nombre del núcleo de población más cercano más el número de la sucursal de correos"; y estos nombres se cambiaban constantemente. Por ejemplo, hasta 1994 la ciudad de Sarov, en la región de Nizhni Nóvgorod, se conocía como Gorki-130, Arzamas-75 y Arzamas-16.
Incluso después de 1954, los documentos de identidad de sus residentes -constructores, empleados de empresas de la industria nuclear y miembros de sus familias- no mostraban su lugar de residencia real, sino el centro regional más cercano. Los residentes tenían que firmar un acuerdo de confidencialidad.
2. Las primeras ciudades cerradas se construyeron en zonas remotas más allá de los Urales
Los primeros asentamientos se construyeron cerca de centrales de la industria nuclear que estaban en construcción. A finales de los años 40 y principios de los 50 se aplicaron requisitos especiales a los emplazamientos de las nuevas centrales y fábricas. Por ejemplo, las ciudades cerradas se ubicaron predominantemente lejos de las fronteras terrestres y de la parte europea del país (para reducir la probabilidad de un ataque desde el aire), cerca de una fuente de agua importante y en lugares seguros desde el punto de vista sísmico, geológico e hidrológico.
Sarov, cuya fundación se cree que data de 1706, fue una excepción. A principios del siglo XVIII se estableció allí el Monasterio de la Santa Dormición, que se hizo muy conocido gracias a su Padre Superior, San Serafín de Sarov.
Tras la Revolución de 1917, el monasterio fue clausurado y sus edificios albergaron una comuna de trabajo infantil (centro de detención), una colonia penitenciaria y después un laboratorio de física.
Posteriormente, las ciudades cerradas, como las empresas nucleares, empezaron a aparecer también en la parte europea de la URSS. También empezaron a instalarse junto a instalaciones militares.
3. Las primeras ciudades cerradas eran lugares de los que no se podía salir
Al principio, no se permitía viajar fuera de los límites de la ciudad a los empleados que trabajaban en las empresas de la ciudad, y a los especialistas se les retiraba el pasaporte. El permiso para salir se concedía en circunstancias excepcionales, como la muerte de un familiar cercano, la necesidad de tratamiento médico urgente o especializado o una catástrofe natural. En todos esos casos, había que presentar documentos que confirmaran la necesidad del viaje, indicaran la ruta propuesta e incluyeran un compromiso de secreto. Una vez pasados los controles, se preparaba una tapadera para los viajeros.
Las normas se relajaron en 1954, cuando empezó a concederse permiso para salir de la "zona" sin excesiva burocracia. En 1957 se introdujeron los pases de larga duración para residentes. Al principio, se permitía viajar fuera de los límites de la ciudad una vez a la semana, pero por no regresar a tiempo se podía retirar el pase durante tres meses.
4. Los residentes de las ciudades cerradas tenían derecho a ciertos privilegios
Aparte de importantes restricciones, los residentes también disfrutaban de ciertas ventajas:
- Los niveles de delincuencia eran inferiores a la media nacional.
- La comida se repartía sin interrupciones.
- Los trabajadores de las empresas recibían un aumento salarial del 15-20%.
- Una sanidad más "avanzada". Esto se debía a los riesgos de enfermedad por radiación a los que estaban expuestos los trabajadores de las empresas.
"Mi familia decidió trasladarse a Krasnoyarsk-26 cuando a papá le ofrecieron un trabajo allí, y mamá estaba embarazada. En la URSS de la época de la perestroika escaseaban los alimentos y había colas enormes, pero en esta ciudad cerrada las estanterías gemían", recuerda un internauta.
5. La entrada a las ciudades cerradas sigue vetada a todo aquel que no tenga el permiso necesario
Tras la caída de la Unión Soviética, la lista de ciudades cerradas se desclasificó. Desde 1992, la lista se revisa periódicamente y algunas de las ciudades se han ido "abriendo" gradualmente.
En la actualidad, Rusia tiene 38 entidades administrativo-territoriales cerradas (cifras a 1 de enero de 2021). Diez de ellas -las ciudades cerradas más antiguas, como ya se ha mencionado- albergan instalaciones de la industria nuclear, tres de ellas albergan empresas de la industria aeroespacial y otras 23 dependen del Ministerio de Defensa. Una de ellas es la ubicación de un campo de pruebas láser y otra es el emplazamiento de una empresa para la construcción de complejas instalaciones subterráneas.
Para entrar en cualquiera de estos centros de población, incluso los rusos tienen que solicitar un permiso e indicar los motivos de su visita. Pueden ser, por ejemplo, tener un pariente cercano que viva en la localidad, un viaje de negocios o un contrato de trabajo, o asistir a actos públicos como conferencias o concursos. Si no se aportan razones suficientes, la entrada puede ser denegada.
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