Por qué una violinista boliviana se mudó a Rusia
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Hace tres años, una familia de músicos se mudó de Bolivia a la ciudad de Rostov del Don, en el sur de Rusia. Ahora, los esposos, Alexánder Lápich y Cassandra Nicole Urquidi Guerra, tocan el violín en la orquesta sinfónica académica local, mientras que su hijo de 10 años toca el violonchelo en una escuela para niños superdotados.
Alexánder Lápich es originario de Rostov, pero en 1997, cuando tenía seis años, su padre abrió un negocio en Bolivia y la familia se mudó a Sudamérica. Alexánder había comenzado a tocar el violín en su tierra natal y continuó haciéndolo en su nuevo país.
De vuelta en la escuela, conoció a su futura esposa: “Cassandra iba un año por detrás de mí. Vivíamos en ciudades diferentes, pero nos conocimos en un festival de orquesta en el sur de Bolivia”.
Alexánder regresó a Rusia para cursar estudios superiores de música y luego volvió a Bolivia para trabajar en una orquesta.
En 2014, la pareja se casó en Rostov, la ciudad natal de Alexánder. “En el registro civil todos nos gritaban ‘¡Gorko! ¡Gorko!’. Pensé: ¿Qué quieren decir?”, cuenta Cassandra. “Gorko” significa literalmente “amargo” y es lo que tradicionalmente gritan los invitados en las bodas para que los recién casados se besen (para endulzar su futuro juntos).
“Luego nos colmaron de dinero. Otra tradición nupcial. Desde luego, no me importó”, dice Cassandra entre risas. En su país natal, las tradiciones nupciales católicas son más tranquilas.
El idioma ruso y mudarse a Rusia
“Además de su español nativo, Cassandra habla inglés con fluidez y también sabe algo de italiano y alemán. El oído musical es más sensible; supongo que ayuda a recordar mejor los idiomas”, dice Alexánder.
Pero Cassandra admite: "¡El ruso es muy difícil!" Lo estudió durante un año en un instituto de ruso. Ahora continúa sus estudios y su hijo la ayuda.
La familia se mudó a Rusia en 2022. Su hijo ya había crecido y era hora de que fuera a la escuela; decidieron que debía ser en Rusia.
“La vida en Bolivia es peligrosa. La tasa de criminalidad es alta y los secuestros no son raros: raptan a niños y exigen rescates. Los padres intentan que sus hijos no vayan solos a la tienda. Esa es la primera razón. La segunda: la educación en Rusia es mucho mejor. Sabíamos que Grisha [abreviatura de Grigori —nota de la redacción.] tenía talento musical y queríamos que se desarrollara. Hoy nuestro hijo estudia en una escuela de música experimental anexa a la facultad de artes”, dice Casandra.
Debido a su apariencia exótica, en Rostov a veces confunden a Cassandra con una armenia o una georgiana. Pero ya se ha acostumbrado.
“Nuestro hijo Grisha es nuestro boliviano ruso. O ruso boliviano. Nació y vivió allí hasta los siete años. Tiene dos pasaportes”, presume Alexánder.
¿Qué sorprende a una mujer boliviana en Rusia?
“Como música, me sorprendió el paisaje sonoro. En Bolivia hay mucho ruido: las radios suenan a todo volumen, la música retumba, la gente habla con mucha emoción, grita. Aquí hay silencio. Al principio me pareció extraño, pero ahora me siento bien en esta tranquilidad”, admite Cassandra.
También notó diferentes olores y sabores. “Aquí probé borshch, arenque bajo un abrigo de piel, pan negro. Todo fue muy inesperado, pero delicioso”.
Le gusta que Rostov tenga mucho espacio, las calles sean anchas y los conductores respeten las normas de tránsito. Cassandra también se siente tranquila con su hijo cuando va a la escuela.
Y también esperaba que Rostov tuviera el “eterno invierno ruso”. ¡Pero qué calor hace aquí en verano! En La Paz [ciudad natal de Casssandra], el clima es prácticamente igual todo el año: +15+18ºC durante el día y, por la noche, la temperatura puede bajar a –5ºС; al fin y al cabo, es la sierra.
Cómo ha cambiado la boliviana en estos tres años en Rusia
Cassandra llegó a Rusia habiendo leído solo un libro ruso, Crimen y castigo. Pero ahora se está poniendo al día. Sin embargo, compositores como Chaikovski, Rajmáninov, Kalínnikov, Borodín, Prokófiev y Shostakóvich ya eran clásicos indiscutibles para ella. Y ahora ha absorbido la música de la Rusia moderna, como la de Visotski y Malinin, así como la de bandas de rock como Korol & Shut y Leningrado.
“Descubrí una cultura diferente, una música diferente, no solo clásicos, sino lo que suena a mi alrededor. Aprendí sobre el fenómeno del rock ruso, escuché pop ruso, música folclórica; ¡todo es muy diverso e interesante!”
La violinista también admite que fue precisamente en Rusia donde aprendió a encontrar un equilibrio entre el cuidado de su familia y el de sí misma.
“En Bolivia, una mujer, después de casarse, se sumerge en la vida de ama de casa y se olvida de que es mujer: puede que no se maquille, que no cuide su apariencia. Las mujeres rusas lo hacen todo. Tienen más confianza en sí mismas, ¡y eso me gusta!”
La versión completa de la entrevista está disponible (en ruso) en la revista 'Nátsiya'.