6 cosas que quizás no sabías sobre la ‘Krasni Kabachok’, una taberna que visitaron zares y poetas
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1. Apareció gracias a Pedro I
Pedro el Grande
A comienzos del siglo XVIII, se construyó una casa de descanso para el emperador en el camino de San Petersburgo a Strelna y Petergof. En 1706, Pedro I se la otorgó a su traductor y, siete años más tarde, permitió que allí se estableciera una “casa libre” donde se vendieran alcohol y tabaco. El nombre surgió enseguida: por el río Krásnenkaia (“el rojito”), que fluía cerca.
2. Catalina II se alojó aquí la víspera del golpe de Estado
Catalina II
“Nos acostamos sin desvestirnos”, recordaba la princesa Yekaterina Dashkova sobre aquella noche en la “Krasni Kabachok” (En español: “Сalabacín Rojo”). En el verano de 1762, acompañaba a la emperatriz Catalina II, que se dirigía a Peterhof para comunicar a su esposo, Pedro III, su destitución. Los conspiradores decidieron descansar en esta taberna.
Dashkova recordaba que la habitación era estrecha y sucia, pero estaban tan cansadas que aceptaron quedarse. No lograron dormir: la emperatriz le leyó a Dashkova su manifiesto y reflexionó sobre las acciones que emprendería en los próximos días.
Entre los visitantes de la taberna hubo también otros monarcas: Alejandro I y Nicolás I.
3. Entre sus propietarios hubo mujeres
Luisa Kessenich
Los visitantes que llegaron entre 1817 y 1852 no podían pasar por alto un retrato colgado en el salón: mostraba a un joven “con uniforme de fusilero prusiano y sable al hombro”. La sorpresa era grande cuando, en la sala, veían una copia envejecida de aquel soldado, solo que vestida… con ropa de mujer. Era Luisa Kessenich, la dueña del local.
Luisa Kessenich
Entre 1813 y 1815, Luisa había servido realmente en el segundo regimiento de húsares voluntarios de Königsberg, ocultando su género. Fue condecorada con la Cruz de Hierro y llegó hasta París.
Todo comenzó, por supuesto, por amor. Su primer marido se había alistado en 1809 en un regimiento ruso de húsares para luchar contra Napoleón, y Luisa decidió seguir su ejemplo para encontrarlo en medio de la guerra. Lo consiguió: se reencontraron en las calles de París, pero al día siguiente él murió en combate. En 1816, ella se retiró del ejército y se trasladó a Rusia, donde vivió hasta el final de sus días.
4. Pushkin organizaba peleas aquí
La “Krasni Kabachok” era muy popular entre la “juventud dorada” de la época. Aquí se reunían los amantes de las fiestas ruidosas, los jugadores y quienes disfrutaban de resolver disputas a puñetazos. Además, se considera que fue en este lugar donde por primera vez actuaron coros gitanos.
Según las memorias de Fadéi Bulgarin, “los jóvenes oficiales iban allí como si fueran de caza” y organizaban jaranas que solían acabar en peleas.
“Todo empezaba con que obligaban a las robustas madrecitas y tías a bailar vals hasta caer rendidas, luego emborrachaban a los maridos y, finalmente, entonaban a coro la conocida canción alemana Freu’t euch des Lebens, recalcando las palabras Pflücke die Rose (‘coge la rosa’), y comenzaban los tonteos que normalmente terminaban en batalla”.
A la mañana siguiente, todos regresaban a los cuarteles y, tras un par de días, llegaban las quejas, por lo que los oficiales eran enviados al arresto disciplinario por su “diversión”.
Entre los pendencieros de la “Krasni Kabachok” estaba también el poeta Alexánder Pushkin, quien acudía allí con su amigo Pável Naschokin. Pushkin usaba sus conocimientos de boxeo para enfrentarse a los parroquianos alemanes del lugar.
5. Era famosa por sus gofres
Camino a "Krasni Kabachok", grabado de 1813
En la “Krasni Kabachok” no se conocía la alta cocina: el menú ofrecía ternera y carne salada, y entre las bebidas, ponche y vino caliente. Durante la Máslenitsa (fiesta de los blinis), se formaban largas filas de gente que quería probar las tortitas rusas. Pero muchos venían especialmente para degustar los gofres con nata y mermelada, que se hicieron célebres.
6. Lérmontov le dedicó unos versos
Mijaíl Lérmontov
“Hay una taberna… que desde siempre se llama Krasni Kabachok”, escribió el poeta Mijaíl Lérmontov en su poema Mongo. También Pushkin dedicó líneas a este establecimiento.
Con el tiempo, la popularidad de la taberna fue decayendo: las juergas y el bullicio quedaron en el pasado. A finales del siglo XIX, sus clientes habituales eran ya los obreros de los suburbios. En 1919, el edificio de la “Krasni Kabachok” fue desmontado.