Este campesino-poeta fue admirado por Pushkin y Nicolás I

Puerta a Rusia (Foto: Chat GPT, Dominio público)
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‘...Tiene un verdadero talento propio’, así habló Alexánder Pushkin sobre Fiódor Slepushkin. No frecuentaba los salones aristocráticos, pero su nombre era conocido tanto en San Petersburgo como en Moscú. Slepushkin fue artista, poeta y, además, un siervo sujeto a un contrato de censo (‘obróchni krestiánin’).

De él se empezó a hablar en 1822, cuando la revista Notas de la Patria publicó tres de sus poemas, y en 1826 apareció su primer libro de versos. Sus vecinos no aprobaban sus ocupaciones poéticas (a las críticas él respondió con un poema), mientras que los editores y escritores se mostraban sinceramente fascinados por su talento natural.

Entre sus admiradores estaba el propio Alexánder Pushkin. A petición suya, enviaron a Slepushkin un ejemplar de Ruslán y Liudmila y un volumen de poemas “para que no me imitara, sino que siguiera su propio camino”. Incluso le sugirió el argumento para el poema El caballo y el duende doméstico.

Era un caso excepcional: un campesino siervo que no solo sabía leer y escribir, sino que aprendió alemán de manera autodidacta, pintaba cuadros por placer y componía poemas en los que describía lo que mejor conocía: la vida rural, las costumbres y el día a día del campesinado.

Por sus logros, la Academia de Ciencias lo distinguió con una medalla de oro como “hombre que aporta beneficios a la lengua rusa”. El zar Nicolás I y su esposa, la emperatriz María Fiódorovna, le regalaron un caftán bordado en oro y un reloj de oro. Aun así, Slepushkin seguía siendo un hombre no libre.

En 1826, sus admiradores (incluido Pushkin) reunieron el dinero necesario para comprar la libertad de su familia: 3.000 rublos. Slepushkin se convirtió en comerciante, abrió una fábrica de ladrillos (cuyo material se utilizaba en las construcciones de San Petersburgo), continuó escribiendo y publicó otros tres volúmenes de poemas.

Murió en 1848, durante una epidemia de cólera: pese al peligro, el poeta cuidaba de sus vecinos enfermos y terminó contagiándose él mismo.

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