Cuando los marinos rusos acudieron al rescate de los habitantes de Italia
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"En seis días habéis hecho más en Italia que toda mi diplomacia durante los años de mi reinado", - con estas palabras en 1909 el emperador Nicolás II recibió al contraalmirante Vladímir Litvínov tras su regreso de la campaña del Mediterráneo.
A finales de 1908, en la costa noreste de Sicilia se produjo un terrible terremoto, acompañado de un tsunami, tan inusual en estos lugares. En el epicentro se encontraba la tercera ciudad más grande de la isla: Mesina. Murió casi la mitad de sus habitantes, cuyo número se estimaba en 150.000 personas antes del terremoto. Casi no quedaban edificios enteros en la ciudad. Y si las tripulaciones de los buques de guerra rusos de la Flota del mar Negro, que se encontraban cerca, no hubieran acudido al rescate, las consecuencias de la catástrofe habrían sido aún peores.
Hoy, la plaza central de Mesina está dominada por la antigua catedral del siglo XII. Pero si miras de cerca, a unos 10 metros del suelo se puede ver claramente la división entre la mampostería antigua y la nueva. El color rosa pálido cambia a gris. Si te fijas, entenderás lo fuertes que fueron los movimientos en la madrugada del 28 de diciembre de 1908, si incluso una estructura así fue dividida por la mitad. Y fueron tres temblores. La ciudad estaba dormida. Y por lo tanto sufrió terribles bajas.
Una vez conseguí ver viejas fotografías de principios del siglo XX que mostraban lo que quedaba de la rica ciudad. En realidad, no quedaba casi nada. "La ciudad era un espectáculo terrible, un mero montón de piedras", escribió a sus familiares uno de los guardiamarinas de la escuadra rusa. "Sobre la ciudad ardía ominosamente el resplandor del fuego, en lugar de linternas, brillaban desde la rada nuestros reflectores, y todos los muros gemían, de todas partes se oían los gemidos lastimeros" - compartía con sus parientes otro.
El desastre de 1908 entró en la historia como "terremoto de Mesina y Reggio", pero la tragedia de Mesina eclipsó las demás catástrofes. Aun así, en la entonces poco poblada Calabria, sólo en dos pueblos pesqueros costeros murieron cerca de la mitad de sus habitantes. La capital de la provincia también sufrió muchos daños.
Las tripulaciones de los acorazados rusos Tsesarévich y Slava, los cruceros Bogatir y Almirante Makárov, las cañoneras Guiliak y Koréiets asistieronel a la población de ambas costas.
El comandante de la escuadra de instrucción, el contralmirante Litvínov dio la orden de la operación de rescate sin esperar el permiso de San Petersburgo. Los buques tardaron sólo 24 horas en llegar al lugar de la catástrofe desde la base militar de Augusta, situada a 70 millas del estrecho de Mesina, y desembarcar a guardiamarinas, oficiales, médicos, ordenanzas y dos compañías de marinos. Unos 3 mil marinos rusos salvaron a más de 2,5 mil personas que se encontraban bajo los escombros. Además, decenas de miles de personas fueron vendadas, alimentadas, calentadas, enviadas a camarotes de marinos y oficiales, transportadas a lugares seguros. El crucero Almirante Makárov incluso consiguió ir con los heridos a Nápoles y regresar. Y el Tsesarevich, a Siracusa...
La ayuda llegó más tarde. Aparecieron destacamentos del ejército italiano, los americanos, los británicos.... Luego vinieron las condecoraciones de los gobiernos ruso e italiano, los ensayos laudatorios en los periódicos de toda Europa. Y los recuerdos de testigos presenciales. Alguien contó que marinos rusos desenterraron la bóveda del Banco Italiano, donde se encontraban 20 millones de francos. Y entregaron todo, hasta la última moneda. Este hecho le fascinó a un reportero occidental. Alguien escribió que en Nápoles en el consulado ruso se presentó un simple marinero con un bebé salvado por él. El niño estaba durmiendo, alimentado con leche y bien envuelto en una mantita. Y el marinero pidió que le permitieran llevar al bebé consigo y criarlo si sus padres no aparecieran. Alguien empezó a llamar a los rusos "ángeles del mar". Y los demás lsiguieron el ejemplo.
El texto se publica de forma abreviada, el texto original se publicó en ruso en la revista Russki Mir.