Dos anarquistas rusos que estuvieron presos en la ‘cárcel del fin del mundo’ de Ushuaia (Argentina)
Ubicada en Tierra del Fuego, funcionó entre 1902 y 1947. La dureza de las condiciones climáticas y el aislamiento geográfico de la ciudad más austral del mundo reforzaban la seguridad del presidio argentino, destinado a delincuentes comunes reincidentes y de la más alta peligrosidad, aunque fue empleado también a veces para detenidos políticos. Hoy os contamos la historia de dos rusos que pasaron años entre sus muros.
Simón Radovitski
Es difícil decir qué confundió tanto las circunstancias de la vida de Simón Radovitski (1891-1956): su propia creencia fanática en los ideales del anarquismo o el turbulento trasfondo político de principios del siglo XX. Pero parecen bastante extravagantes, juzgue usted mismo. Judío, originario de Ucrania. Un anarquista y terrorista argentino que fue condenado a cadena perpetua y cumplió condena "en el confín del mundo": en Tierra de Fuego. Sin estudios, manitas de profesión.
A los 14 años, puede leerse en Dzen, durante una revuelta callejera en Yekaterinoslav (actual Dniéper), fue herido en el pecho con un sable. Tras pasar seis meses en la cama de un hospital, después de recuperarse estuvo cuatro meses en la cárcel, cumpliendo su primera condena. A continuación, participación en los sucesos de la revolución de 1905 y exilio a Siberia. Y todo esto, con tan solo 14 años. En tres años ya había madurado lo suficiente como para huir de Siberia a Argentina y unirse allí a las filas de los anarquistas revolucionarios, sin saber una palabra de español.
Y no sólo se juntó con los anarquistas. El 14 de noviembre de 1909 asesinó con una bomba al jefe de la policía argentina Ramón Lorenzo Falcón en represalia por su brutal represión de las protestas obreras durante la llamada Semana Roja (mayo de 1909). Radovicki huyó del lugar, fue capturado e intentó suicidarse, sin éxito. El tribunal le condenó a muerte. Sin embargo, en vista de su corta edad (aún no había cumplido los 18 años en el momento del ataque), el terrible castigo le fue conmutado por cadena perpetua. La cumplió en la prisión más lejana del país, Ushuaia, en una de las islas del archipiélago de Tierra del Fuego.
En noviembre de 1918, anarquistas chilenos y argentinos ayudaron a organizar la fuga de Radovitski de la prisión de Ushuaia. Radovitski se disfrazó de guardia y consiguió escapar durante un cambio de guardia, uniéndose a unos cómplices que prepararon una goleta para la fuga. En ella consiguieron cruzar a territorio chileno. Radovitski consiguió desembarcar antes de que la goleta fuera interceptada por la marina chilena. Intentó llegar a Punta Arenas, pero pronto fue descubierto, extraditado a Argentina y devuelto a la prisión de Ushuaia.
A medida que corrían las noticias sobre el "mártir de Ushuaia", su imagen heroica se fue difundiendo de boca en boca, y Radovitski se convirtió poco a poco en el preso más famoso de Argentina. En 1930, fue indultado por el Presidente argentino I. Irigoyen.
Radovitski fue deportado a Uruguay. El impulso revolucionario que el adolescente recibió en Ekaterinoslav en 1905 le marcó toda su vida. Hasta su último día Simón Radovitski defendió activamente las ideas del anarquismo, participó junto con personas de ideas afines en la Guerra Civil española. Fue deportado repetidamente de diferentes países. Murió en México en 1956.
Borís Vladímirovich Germán
Nacido en el Imperio Ruso, médico y biólogo de profesión, fue el organizador de una de las primeras expropiaciones políticas llevadas a cabo por anarquistas en Argentina. El 19 de mayo de 1919, Germán comandó el ataque contra el matrimonio Perasso, empresarios propietarios de una casa de cambio en Buenos Aires. El plan consistía en utilizar los fondos expropiados para publicar un periódico anarquista que informara sobre los acontecimientos de la Rusia soviética. Sin embargo, las fuerzas del orden dieron rápidamente con los implicados en el atentado. Germán fue condenado a cadena perpetua y pronto fue enviado a Ushuaia.
Como explica Bigenc.ru, a pesar de sus problemas de salud, incluidos los derivados de las duras condiciones carcelarias, continuó trabajando de acuerdo con sus creencias anarquistas incluso estando en prisión y organizó el asesinato de Jorge Ernesto Pérez Millán Temperley (1899-1925), miembro de la organización política de extrema derecha Liga Patriótica. Este último, a su vez, fue el asesino del anarquista alemán C. G. Wilckens (1886-1923), que se vengó de la violenta represión de la protesta obrera en la Patagonia (provincia de Santa Cruz) a principios de los años veinte y que mató al militar argentino E. Benigno Varela (1875-1923), que desató una represión contra los trabajadores.
Germán sabía que Pérez Millán se encontraba en el Hospital Psiquiátrico Vieytez de Buenos Aires, adonde había ido para escapar del castigo por el crimen. Entonces Germán, precisando que los presos del penal de Ushuaia con problemas mentales estaban siendo trasladados a la misma clínica, comenzó a fingir una crisis nerviosa.
Finalmente consiguió que Pérez Millán fuera trasladado a la misma clínica, pero acabó en una sección diferente. Tras hacerse con un revólver, Germán se lo dio a otro paciente, el croata Esteban Lucich (1883-1955), que podía moverse libremente entre las salas del hospital. Germán persuadió a Lucich para que matara a Pérez Millán relatando su brutalidad durante las protestas obreras. El 9 de noviembre de 1925 Lucich disparó el tiro mortal, y al día siguiente Pérez Millán murió.
Vladímirovich fue interrogado pero nunca pudieron probarle vinculación con el acontecimiento. Fue sometido a todo tipo de vejaciones, pero nunca confesó su participación. Si bien se lograron declaraciones de los internos que incriminaban completamente a Vladímirovich, no pudieron ser utilizadas procesalmente por provenir de inimputables ante la ley. Falleció pocos años después, sin recuperar su libertad.
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