Así se libró el hijastro de Napoleón del cautiverio ruso
Esta historia tiene lugar en el otoño de 1812, durante la caótica retirada del ‘Gran Ejército’ de Rusia. El príncipe Eugène de Beauharnais, hijo de la primera esposa de Napoleón, Josefina, comandaba el IV Cuerpo.
El 16 de noviembre, en la batalla de Krásnoie, el comandante sufrió una aplastante derrota y, al frente de los restos de sus tropas derrotadas, se encontró aislado de las fuerzas principales. Por la noche, Beauharnais intentó sacar a sus hombres de la trampa.
César Laugier de Bellecourt, oficial del IV Cuerpo, recordaría más tarde: “Caminamos en silencio, con gran precaución; atravesamos campos, barrancos, terrenos ondulados cubiertos de nieve, dejando a nuestra izquierda el flanco ioriental de la línea de batalla rusa, pasando por delante de sus fuegos y sus puestos. El primer descuido podría haber destruido estas fuerzas que sobrevivieron a la batalla”.
De repente, la luna salió de detrás de las nubes y disipó la impenetrable oscuridad. Y entonces, se oyó la voz de un centinela ruso: “¿Quién va allí?”
La situación para los franceses se volvió crítica, pero un coronel polaco del cuerpo de Beauharnais, un tal Kliski, acudió al rescate. Hablaba ruso con fluidez.
Kliski corrió hacia el centinela y le dijo en voz baja: “Cállese, desgraciado; ¿no ve que somos del cuerpo de Uvárov y que nos han asignado a una misión secreta?”. El general ruso Fiódor Uvárov acababa de participar en la batalla cerca de Krásnoie.
El centinela no dijo nada más, y Beauharnais, milagrosamente salvado, no tardó en alcanzar las posiciones del ejército francés con los restos de sus tropas.
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