'Iván el Loco', temeraria maniobra de los submarinos soviéticos que aterraba a los estadounidenses

'Iván el Loco', temeraria maniobra de los submarinos soviéticos que aterraba a los estadounidenses Submarinos nucleares soviéticos, 1973.
K. Kulichenko/TASS
Durante le Guerra Fría la Armada soviética realizaba estas maniobras tácticas para asegurarse de que los submarinos de EE UU no les perseguían.

Durante la Guerra Fría la confrontación entre los submarinos soviéticos y estadounidenses se dio en todos los océanos. Los submarinos soviéticos con misiles estratégicos perseguían a los estadounidenses y al revés.

Ígor Kurdin, excapitán de los aparatos K-241, K-84 y K-40, declaró a Russia Beyond que el objetivo principal de los submarinos con armamento nuclear era superar a sus perseguidores, ya que no se podía realizar un ataque estratégico si había un submarino enemigo en su camino.

Era difícil ganar en este juego del “gato y el ratón” ya que cada submarino tenía su propia “zona muerta”, esto es, un área detrás de la embarcación en la que el sonar no era capaz de captar sonidos debido al ruido que provocaban los propios mecanismos del aparato. Los estadounidenses se escondían en esta zona cuando perseguían a sus enemigos.

Había una maniobra táctica especial para detectar este tipo de submarinos llamada “Verificación de la ausencia de persecución”, explica Kurdin. Los estadounidenses inventaron un nombre para ella “Crazy Ivan” (Iván el Loco).

Básicamente consistía en que el submarino hiciera bruscos y frecuentes cambios de dirección de su posición bajo el agua, lo que incluía giros de 90º y de hasta de 180º, para poder detectar objetos que se pudieran encontrar en la “zona muerta” del sonar.

Cómo nació “Iván el Loco”

La primera vez que apareció esta expresión fue durante un incidente entre el submarino soviético K-108 y el estadounidense USS Tautog (SSN-639) de clase Sturgeon, el 20 de junio de 1970 en el mar de Ojotsk, no lejos de Kamchatka

El Tautog estaba siguiendo al submarino soviético a la menor distancia posible sin que fuera detectado. De repente el K-108 comenzó a hacer una serie de bruscos giros y desapareció de la pantalla del sonar del SSN-639.

Los estadounidenses no podían detectarlo hasta que el Tautog se chocó de manera inesperada con el submarino soviético. Afortunadamente no hubo víctimas ni daños graves y los aparatos volvieron a sus respectivos puertos.

'Iván el Loco', temeraria maniobra de los submarinos soviéticos que aterraba a los estadounidenses Comandante de un submarino otea el horizonte, 1968.
I. Gricher / Sputnik

Al principio la Marina estadounidense se quedó en estado de shock y no supieron cómo reaccionar a una maniobra tan impredecible y peligrosa. Tras el incidente se obligó a los marinos estadounidenses a mantenerse más alejados de los aparatos soviéticos durante una persecución.

La única manera de hacer frente a “Iván el Loco” era parando los motores y operando en completo silencio, para no ser detectados.

Sin embargo, debido a la inercia el submarino seguía avanzando y el accidente de 1970 no fue el único caso. Afortunadamente este tipo de colisiones nunca provocaron grandes catástrofes.

Cuando “Iván el Loco” es peligroso

A pesar de ello sí que hubo una ocasión en la que la maniobra terminó con un submarino soviético siniestrado. Aunque no hubo intervención de las embarcaciones estadounidenses.

En septiembre de 1986, el submarino con misiles balístico K-219 fue a hacer una misión por el Atlántico. No se tuvo en cuenta una fuga que había en el sexto silo, pero poco después se convirtió en un serio problema. Los marineros tuvieron que achicar el agua dos veces en un día.

Y fue así como “Iván el Loco” fue el catalizador del accidente que se produjo después.

La complicada maniobra provocó una pérdida completa de la presión del silo del misil, que para entonces estaba llena de agua. La explosión provocó el lanzamiento de un misil nuclear R-27 al océano.

La tripulación llevó el submarino a la superficie y barcos civiles soviéticos fueron capaces de salvar la vida de todos los tripulantes menos la de uno. Por lo que respecta al K-219, se hundió en el mar de mar de los Sargazos, en el norte del Atlántico, a una profundidad de casi 6 km, donde sigue todavía hoy.

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