Curiosidades aeronáuticas: El S-13, el U-2  que nunca llegó a despegar

OpenAI
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En 1960, el derribo de un avión espía estadounidense U-2 sobre la URSS provocó una tormenta política… y también un interés técnico irresistible. Mientras el mundo seguía el incidente en los periódicos, equipos soviéticos rastreaban la zona del impacto recogiendo cada fragmento del aparato. El destino de aquellos restos no fue el desguace ni un museo: terminaron en el OKB-49 de Gueorgui Beriev.

Allí comenzó un plan secreto y ambicioso: reproducir íntegramente el U-2, desde su motor Pratt & Whitney J75 hasta sus equipos de reconocimiento y su aerodinámica de gran altitud. El proyecto recibió el nombre S-13.

Como explican en Airwar.ru, el gobierno exigió plazos casi imposibles: en menos de dos años debían construirse cinco prototipos. Se copiaron sistemas, se rediseñaron materiales, se realizaron pruebas en túneles de viento y se desarrolló incluso un motor equivalente, el RD-16-75. Las cualidades aerodinámicas obtenidas fueron extraordinarias.

airwar.ru
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Pero había un problema: el peso. La industria soviética de la época no podía igualar la ligereza de los materiales estadounidenses. Cada componente, desde el tren de aterrizaje hasta los equipos de radio, aumentaba su masa. El margen aerodinámico del diseño original se deshacía poco a poco.

Finalmente, en mayo de 1962, llegó la orden: el S-13 quedaba oficialmente cancelado. El “U-2 soviético” jamás volaría.

airwar.ru Maqueta de un S-13
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Sin embargo, el proyecto no fue en vano. Permitió a la URSS familiarizarse con nuevas tecnologías, técnicas de producción y soluciones aerodinámicas que influirían en aeronaves posteriores. Un capítulo poco conocido en la historia de la aviación, nacido del espionaje… y terminado por la física.