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Qué costumbres orientales fueron adoptadas en la corte rusa

Puerta a Rusia (Fotos : Michael Nicholson/Corbis/Getty Images; Dominio público)
Los gobernantes de Moscovia, que derrotaron a los kanes de la Horda de Oro, conservaron muchas tradiciones orientales en su vida cotidiana y en sus rituales. Los rusos tenían mucho que aprender de los mongoles y tártaros.

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Iván, el primer zar ruso, comenzó a ser llamado “el Terrible” en el siglo XVI. En aquel tiempo, esta palabra en ruso tenía un significado cercano a “poderoso” o “grandioso”, y para sus contemporáneos era evidente por qué el zar recibió tal sobrenombre: fue durante su reinado cuando los kanatos de Kazán y Astracán, los restos de la disuelta Horda de Oro, fueron sometidos.

El zar quería que el mundo civilizado supiera de ello, pero ¿cómo lograrlo sin prensa internacional? Ese papel lo cumplían entonces los informes y notas de los embajadores extranjeros. ¿Y cómo impresionarlos? Con banquetes fastuosos. Fue en estos donde los rituales y costumbres orientales adoptados por los rusos se manifestaban con mayor claridad.

Incorporar a los gobernantes de los estados conquistados al servicio del zar

Embajada rusa ante el emperador del Sacro Imperio Romano Maximiliano II en Ratisbona, 1576.
Shakko (CC BY-SA 4.0)

Un comerciante inglés anónimo que asistió a un banquete de Iván el Terrible en 1557 escribió: “Cuando llegó la hora de la cena, fuimos conducidos a la sala de banquetes del zar. (…) En la cabecera de una mesa se sentaban Su Majestad, su hermano y el zar cautivo de Kazán. Más abajo, el hijo del zar de Kazán, un niño de unos cinco años. En la tercera mesa se hallaban los llamados circasianos, que servían al zar en sus guerras contra los enemigos.”

Era importante para Iván el Terrible mostrar a los extranjeros que el Janato de Kazán había sido realmente conquistado y que su último kan servía ahora al zar ruso. El kan al que se refiere el inglés era Yadigar-Mohammed, quien, tras la captura de Kazán en 1552, entró al servicio del zar y fue bautizado en la fe ortodoxa con el nombre de Simeón Kasáyevich. En el banquete se le concedió el más alto honor: como kan, era considerado igual al zar y se sentaba a su mesa.

El inglés también menciona a los circasianos en el banquete: eran los antepasados de los adigues y kabardinos, pueblos que habitaban la costa del mar Caspio en el siglo XVI y que reconocieron la autoridad del zar ruso. Para entonces, la relación entre la nobleza rusa y la de la antigua Horda era muy estrecha, con muchos matrimonios mixtos que reforzaron los lazos entre Rusia y los territorios de la Horda de Oro. El propio Iván el Terrible estaba emparentado con los circasianos.

Establecer lazos familiares con nobles de las tierras de la antigua Horda

Simeón Bekbulátovich, obra de autor desconocido, segunda mitad del siglo XVI. Simeón Bekbulátovich, sobrino de la segunda esposa del zar, era, por lo tanto, sobrino del propio zar.
Dominio público

Forjar vínculos familiares con la nobleza de las tierras conquistadas era una tradición oriental introducida en Rusia por los kanes de la Horda. Ya en el siglo XIV, el gobernante de la Horda de Oro, Uzbeg Kan, casó a su hermana Konchaka (bautizada como Agafia) con el príncipe Yuri Danílovich de Moscovia.

El padre de Iván el Terrible, el gran príncipe Vasili III, se casó con Solomonia Sabúrova, descendiente de la nobleza tártara que había entrado al servicio de Moscovia. Además, Vasili concertó el matrimonio de su hermana Evdokia con el príncipe tártaro Kudai-Kul, hijo del kan de Kazán.

La segunda esposa de Vasili III fue Elena Glínskaya, de una familia que remontaba su linaje a Mansur, hijo del temnik (comandante militar) Mamái de la Horda, derrotado en la batalla de Kulikovo en 1380. Elena Glínskaya fue la madre de Iván el Terrible.

La segunda esposa de Iván fue María Temriukovna (nacida Kuchenei), una princesa circasiana. Su sobrino, Sain-Bulat, fue bautizado como Simeón Bekbulátovich y llegó incluso a gobernar Moscovia durante once meses, en 1575, mientras Iván el Terrible se retiraba temporalmente del poder.

Utilizar las coronas de los estados conquistados

Las coronas del Zarato de Moscú en la Armería del Kremlin.
Shakko/Wikipedia

El “Gorro de Monómaco”, principal corona de los príncipes moscovitas desde finales del siglo XV, simbolizaba la continuidad del poder de los príncipes de Kiev. Pero durante las recepciones diplomáticas en la corte de Moscovia, junto al trono se exhibían las coronas de Astracán, Kazán y Siberia, para subrayar el dominio del zar sobre esos janatos. Estas coronas también participaban en las ceremonias de coronación de los zares rusos.

Entregar las armas antes de entrar en la corte del zar

"Iván el Terrible. Una embajada inglesa", por Evgueni Danilevsky. Nota que los enviados extranjeros aparecen representados sin sus armas.
Estudio de artistas militares nombrado en honor a M.B. Grékov

Siguiendo la tradición diplomática de la Horda de Oro, los rusos adoptaron la norma de que nadie debía entrar armado en la corte real. Así ocurría en Sarai, la capital de los príncipes de la Horda. Los diplomáticos europeos, cuya honra exigía portar armas, debían dejar sus espadas antes de ingresar al Kremlin.

Beber de una copa con los embajadores extranjeros

Un banquete en el Palacio de las Facetas, dibujo del siglo XVI.
Museos del Kremlin de Moscú

En los palacios mongoles, antes de una recepción diplomática se presentaba un cuenco con kumis (leche fermentada): el kan bebía primero y luego lo hacían los invitados, incluido el embajador.

En las recepciones rusas, beber vino “de manos del zar”, es decir, de una copa enviada en su nombre, marcaba el final de la audiencia. Los embajadores más distinguidos eran después invitados al banquete del zar.

Incorporar detalles orientales en la vestimenta y las ceremonias reales

Postal rusa de principios del siglo XX con la imagen de Iván el Terrible.
Michael Nicholson/Corbis/Getty Images

A partir de Iván el Terrible, los gobernantes rusos usaban una tafya, un gorro redondo de tela que cubría la parte posterior de la cabeza. El zar Iván, como era costumbre entre los líderes militares de la época (incluidos los de la Horda), se afeitaba la cabeza, pues durante las largas campañas el cabello podía favorecer enfermedades contagiosas. Sin embargo, se consideraba incivilizado andar con la cabeza descubierta, por lo que el zar y los boyardos llevaban la tafya, sencilla para uso doméstico o decorada con oro y piedras preciosas en ceremonias.

Algunos elementos de la Horda permanecieron en la vestimenta ceremonial rusa: los guardias de honor portaban saadaks (arcos) y vestían túnicas llamadas terlik, de origen mongol. Al adoptar estos rasgos orientales, los zares mostraban a sus nuevos súbditos de los antiguos janatos que su monarca compartía los símbolos tradicionales del poder oriental.

Utilizar la tugra, firma caligráfica otomana, en la correspondencia

La tugrá de Pedro el Grande.
Museo Estatal de Arte Oriental

Los zares rusos tenían una firma especial para la correspondencia con el mundo musulmán (los kanes de los restos de la Horda y los sultanes del Imperio otomano) llamada tugra. Era un signo distintivo del soberano, impreso en todos sus documentos oficiales.

En su correspondencia diplomática con Oriente, los zares rusos querían usar símbolos de poder comprensibles para el mundo islámico. La primera tugra conocida de los zares rusos data de 1620, y el último en utilizarla fue Pedro el Grande. Su inscripción decía: “Pedro Primero, hijo de Alexéi, padishá de los rusos”.

Con Pedro el Grande se cerró definitivamente la relación de dependencia del Estado ruso respecto a los kanes. El último en recibir el pominki (tributo simbólico) fue el kan de Crimea. En cuanto a las ceremonias y el atuendo de la corte, fue Pedro quien decidió abandonar las antiguas tradiciones moscovitas, vistió a sus súbditos al estilo europeo e impuso nuevas normas cortesanas: desde entonces, las coronas imperiales rusas sustituyeron a las de los kanes en las ceremonias oficiales.