¿Por qué participaron los españoles en la invasión napoleónica de Rusia en 1812?
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En 1808, Napoleón despojó a los Borbones del poder en España y colocó en el trono a su hermano José. De inmediato estalló en el país una guerra popular contra los franceses, que seguía ardiendo incluso en el momento de la invasión de la “Grande Armée” a Rusia.
Formalmente, España seguía siendo considerada aliada de Francia, y José envió a su hermano más de cuatro mil soldados en apoyo. Algunos de ellos eran partidarios de los franceses (los llamados afrancesados), pero la mayoría solo soñaba con escapar y regresar a casa para luchar contra el invasor.
Los españoles empezaron a desertar en masa en cuanto la “Grande Armée” cruzó el río Niemen, en la frontera. El primer día fueron fusilados cinco por intento de fuga.
El oficial Jean Roche Coignet recordaba cómo, durante una de las marchas, más de un centenar de soldados de su batallón se lanzaron hacia un bosque incendiado:
“Avanzo a galope para hacerlos volver. ¡Cuál fue mi sorpresa cuando de repente los soldados se giran hacia mí y comienzan a dispararme!… Los conjurados eran soldados de José Napoleón, todos sin excepción: españoles”.
Los franceses, con razón, no confiaban en estos aliados y los arrojaban siempre a los combates más feroces. “No me cabía ninguna duda de que nos exponían al peligro más desesperado para lograr nuestra pronta destrucción”, señalaba el oficial español Rafael de Llansa.
La mayor parte del contingente español se rindió prisionero a los rusos. De ellos se formó el Regimiento Español del Emperador Alejandro, que en 1813 fue enviado a combatir en la Península Ibérica.
Los pocos que permanecieron en la “Grande Armée” recorrieron todo el camino hasta su deshonrosa destrucción en el río Berezina a finales de 1812. De Rusia lograron escapar únicamente unos pocos.