Cómo una maestra de pueblo salvó a 3.225 niños durante la Segunda Guerra Mundial

Puerta a Rusia (Foto: Leonid Bat/Sputnik; Archivo de Alexéi Chkálov; rusmir.media)
Puerta a Rusia (Foto: Leonid Bat/Sputnik; Archivo de Alexéi Chkálov; rusmir.media)
Matrena Volskaya, de 24 años, los llevó desde la región ocupada de Smolensk hasta la retaguardia en el verano de 1942. La operación de guerrilla que dirigió fue la mayor misión de rescate de niños en la historia de la guerra.

Además de Telegram, Puerta a Rusia difunde contenidos en su página de VKontakte. ¡Únete a nosotros!

El 14 de agosto de 1942, un tren extraño llegó al andén de la estación de ferrocarril de la ciudad de Gorki (actual Nizhni Nóvgorod). Unos 60 vagones de mercancías transportaban pasajeros hambrientos y exhaustos, pero lo más importante: niños vivos, nativos de la región de Smolensk, que huían de las bombas y obuses alemanes. Para sobrevivir, tuvieron que separarse de sus familias y abandonar su tierra natal, donde se libraban encarnizadas batallas. Los alemanes no perdonaban a la población civil: quemaban pueblos y se ensañaban especialmente con familiares de comunistas y con sospechosos de ayudar a los partisanos.

La única forma de salvar a los niños de la muerte o de los campos era enviarlos a la retaguardia. Nikífor Koliadá, comandante del destacamento partisano conocido como Batia (un diminutivo cariñoso de "papá"), confió a Matriona Vólskaia, maestra de primaria en la escuela de Basin, la organización de esta difícil travesía. Él no sabía que llevaba un hijo bajo el corazón, pero la conocía como una luchadora responsable y una exploradora experimentada. Para entonces, Vólskaia ya había recibido la Orden de la Estrella Roja por una exitosa operación partisana. Solo dos personas la ayudaron: la maestra Varvara Poliakova y la enfermera Ekaterina Grómova. Las tres tenían que garantizar la evacuación segura de cientos de personas en la zona.

Organizando la peligrosa evacuación

Archivo de Alexéi Chkálov; rusmir.media
Archivo de Alexéi Chkálov; rusmir.media

El 23 de julio de 1942, unos 1500 niños se reunieron en la plaza del pueblo de Eliséievichi. Para la evacuación se admitían solo niños de 10 años en adelante. Los mayores tenían entre 16 y 17 años. Los partisanos entendieron que los más pequeños no podrían caminar 200 kilómetros por caminos sin asfaltar y pantanos, en la zona de la línea del frente, una "tierra de nadie" donde un ataque nazi podía llegar desde cualquier lado en cualquier momento.

"Daba mucho miedo", me dijo Varvara Sergéievna. "No por mí, sino por ellos. ¿Cómo íbamos a saber, con un número tan grande de niños, cómo guiarlos por un camino tan peligroso?"

Los niños se dividieron en grupos de 40 a 50 personas y se nombraron enlaces. Al frente iba Vólskaia con los mayores, luego Poliakova con los niños más pequeños, y cerrando la comitiva, la enfermera Grómova con los más pequeños. Caminaban durante el día y por la noche se escondían en el bosque. Matriona iba de reconocimiento 20-25 km por delante, comprobando que el camino no estuviera minado ni hubiera fascistas. Por la mañana regresaba para dirigir nuevamente al grupo.

Hacía mucho calor, pero era imposible beber agua en los alrededores: los pozos e incluso el río Gobza estaban envenenados con restos de cadáveres arrojados por los fascistas. Al llegar al río Dviná Occidental, los niños corrieron al agua, saliendo del abrigo del bosque. Tres cazas alemanes que volaban cerca abrieron fuego contra ellos. Los niños se dispersaron y solo quedó junto a la orilla un solitario carro con un caballo. Era la debilitada Zhenia Alejnóvich, que estaba herida. Increíblemente, fue la única niña dañada durante la operación.

Un éxodo heroico: 3.225 vidas salvadas 

Archivo de Alexéi Chkálov; rusmir.media
Archivo de Alexéi Chkálov; rusmir.media

En el camino se unieron niños de pueblos y aldeas vecinas; Vólskaia no rechazó a nadie y aceptó a todos. En Toropets, había nuevamente unos mil niños. Durante varios días esperaron el tren; fueron alojados en una antigua escuela y en un club destartalado.

En la noche del 5 de agosto tuvo lugar el tan esperado embarque. A lo largo del tren de 60 vagones se extendía el "ejército" de Vólskaia: los adolescentes iban ocupando poco a poco los vagones, en cuyos techos estaban escritas enormes letras “NIÑOS”.

En la estación de Gorki, el pelotón fue recibido por representantes de las autoridades y médicos. Muchos niños tuvieron que ser sacados en camillas, pero aun así Vólskaia logró salvarlos y traerlos con vida. Según testigos presenciales, 3.225 niños lograron salir sanos y salvos de la ocupación hacia la retaguardia.

Los niños a cargo de Vólskaia fueron distribuidos primero en hospitales y dispensarios, luego en escuelas de artesanía y más tarde en fábricas. Ella misma fue enviada a trabajar como profesora en una escuela secundaria del pueblo de Smolki, en la región de Gorki. Su primogénito nació en un parto difícil, y más tarde llegó su marido, el partisano Mijaíl Volski. Matriona enseñó en escuelas primarias, tuvo un segundo hijo y nunca habló mucho sobre aquella heroica evacuación de 1942.

Este material se publica de forma abreviada. El original fue publicado en la revista 'Russki mir'.

<