Por qué Japón no atacó a la URSS durante la Segunda Guerra Mundial (aunque iba a hacerlo)
El 22 de junio de 1941, la Wehrmacht alemana invadió la Unión Soviética. Al mismo tiempo, otro ejército, el japonés, se preparaba para cruzar la frontera soviética en Extremo Oriente.
Aliados del Pacto Anti-Comintern y del Triple Pacto, Berlín y Tokio se proponían derrotar a las fuerzas armadas soviéticas en el menor tiempo posible y repartirse el vasto país. Todo estaba preparado para una blitzkrieg japonesa, pero sin embargo nunca tuvo lugar. ¿Por qué?
Un pequeño detalle
Los japoneses llevaban desde 1918 considerando seriamente la posibilidad de separar Siberia y el Lejano Oriente de Rusia. La guerra civil que estalló en las ruinas del antiguo imperio les brindó una excelente oportunidad para ampliar las fronteras de su propio país.
A principios de 1920, las fuerzas de invasión japonesas en Rusia contaban con 100.000 hombres. Sin embargo, ante un movimiento guerrillero a gran escala y la presión diplomática de las potencias occidentales, se vieron obligadas a retirarse.
El fracaso de la "Expedición Siberiana" no hizo que Tokio olvidara sus ambiciones. Durante toda la década de 1920, el Estado Mayor del Ejército Imperial Japonés estuvo planeando activamente una guerra contra la Unión Soviética.
En 1931, el teniente coronel Yukio Kasahara, agregado militar de la embajada japonesa en Moscú, había advertido que "Japón debería avanzar al menos hasta el lago Baikal, considerar las provincias del Lejano Oriente como parte de su propio imperio y establecer allí asentamientos militares durante años".
Tras la ocupación de la parte nororiental de China (Manchuria) en 1932, los japoneses obtuvieron una poderosa cabeza de puente para un ataque contra la URSS. La construcción de aeródromos militares y vías férreas hacia la frontera soviética se inició inmediatamente y las tropas japonesas desplegadas en la región fueron entrenadas en los métodos de guerra contra el Ejército Rojo.
Amargas lecciones
En 1937 estalló la guerra chino-japonesa y la Unión Soviética empezó a proporcionar ayuda militar al gobierno de Chiang Kai-shek. Esto provocó un gran resentimiento en Tokio. Las provocaciones y violaciones de las fronteras de la Unión Soviética se hicieron más frecuentes, lo que finalmente desembocó en un enfrentamiento armado.
En el verano de 1938, ambas partes se enfrentaron en un conflicto fronterizo local cerca del lago Jasán, que acabó con el Ejército Rojo expulsando a las tropas japonesas del territorio soviético. Pero un golpe mucho mayor para el País del sol naciente" fue la derrota de sus fuerzas armadas en los combates cerca del río Jaljin-Gol, en Mongolia, en primavera y otoño de 1939.
El mariscal Gueorgui Zhúkov en sus Recuerdos y reflexiones describió un episodio de este enfrentamiento: "Los japoneses rechazaron nuestros ataques desesperadamente. Pero la formidable avalancha de tanques, blindados e infantería avanzaba rompiendo y aplastando todo lo que caía bajo las huellas de los tanques, el fuego de la artillería y la infantería. Los japoneses lanzaron toda su aviación contra nuestras tropas atacantes, pero fue recibida y atacada por la nuestra. La lucha con fuerza implacable continuó durante toda la noche. Por la mañana, los japoneses, que habían desplegado nuevas fuerzas durante la noche, intentaron pasar a la ofensiva, pero su intento fue inmediatamente sofocado”.
El Ejército Rojo demostró estar mucho más preparado para el combate de lo que creían los dirigentes políticos y militares japoneses. Sin embargo, el Imperio no iba a abandonar sus planes para una futura guerra contra la URSS, sino que ahora procedía con más cautela y circunspección.
La elección del momento
Fueron precisamente la cautela y la prudencia las que persuadieron a Tokio de firmar el pacto de neutralidad con Moscú el 13 de abril de 1941. Los japoneses eran conscientes de la inminente invasión de la URSS por parte de la Wehrmacht, pero no estaban dispuestos a unirse a ella desde el primer día. Como se afirma en el "Diario secreto de guerra" del Estado Mayor japonés, el pacto "da tiempo adicional para tomar una decisión independiente de iniciar una guerra contra los soviéticos".
Tras el estallido de las hostilidades entre la Unión Soviética y la Alemania nazi en junio de 1941, los japoneses empezaron a vigilar de cerca la situación en los frentes y a esperar el momento de atacar. "El ataque debe tener lugar cuando la Unión Soviética, como un caqui maduro, esté lista para caer al suelo", dijo el ministro de Guerra Tojo Hideki en una reunión gubernamental.
El 7 de julio de 1941, el emperador Hirohito aprobó un plan de ataque contra la URSS ideado por el Estado Mayor, conocido como "Kantokuen" ("Maniobras especiales del Ejército de Kwantung"). Según el mismo, una fuerza de 850 000 hombres, con base en Manchuria y Corea, debía invadir la Unión Soviética en varias direcciones, capturar Vladivostok, Jabárovsk y Petropavlovsk-Kamchatski, derrotar a la República Popular de Mongolia, aliada de los comunistas, y alcanzar la orilla oriental del lago Baikal.
Los alemanes no dejaron de instar a Tokio a participar cuanto antes en la incipiente partición del gigante derrotado. Sin embargo, teniendo en cuenta las amargas lecciones de Jaljin-Gol, los japoneses dudaron y esperaron hasta que el gigante estuviera realmente derrotado.
Durante el periodo de espera, el imperio no se quedó de brazos cruzados. El Servicio de Inteligencia estuvo recopilando activamente información sobre el número de efectivos del Ejército Rojo en Extremo Oriente, sus lugares de despliegue, capacidades militares y movimientos dentro del país. Esta información fue transmitida inmediatamente a los alemanes.
Los saboteadores, incluidos los emigrados rusos de la Brigada Asano, eran lanzados regularmente al territorio soviético. Al mismo tiempo, la frontera estatal era constantemente violada por aviones de combate y de reconocimiento o incluso por unidades enteras del ejército japonés.
Ruptura de las esperanzas
Durante la batalla de Smolensk, en julio-agosto de 1941, Japón hizo sonar las primeras alarmas. Como resultado de la feroz resistencia del Ejército Rojo, la blitzkrieg alemana se había ralentizado considerablemente.
También era importante que el número de tropas soviéticas en Extremo Oriente no sólo se mantuviera bastante alto (unas 500.000 personas), sino que aumentara constantemente. Debido a la catastrófica situación en el oeste, algunas unidades fueron enviadas a la guerra contra los alemanes, pero la escasez de soldados se compensó inmediatamente con la movilización entre la población local.
Como resultado, la "hora X" del 10 de agosto se posponía constantemente. La batalla por Moscú aún no había comenzado, pero en Tokio ya se había decidido aplazar el Kantokuen.
En lugar de la campaña hacia el norte, optaron por una guerra contra EE UU y Gran Bretaña, una ofensiva en el sudeste asiático y la captura de las Indias Orientales Holandesas, que por sí solas producían 20 veces más petróleo al año que todos los territorios controlados por Japón. En caso de colapso repentino de la URSS, el ejército de Kwantung en Manchuria seguía en estado de alerta.
Tras la derrota de la Wehrmacht en Moscú y Stalingrado, la creencia japonesa en la derrota de la URSS se tambaleó. Finalmente desapareció con el fracaso de la Operación Ciudadela alemana en Kursk en el verano de 1943.
Cambio de vector
El imperio, al darse cuenta de que el colapso de las potencias del Eje era inminente, cambió su política exterior hacia la Unión Soviética. Intentó mejorar las relaciones con su vecino del norte y en otoño de 1943 incluso ofreció sus servicios como intermediario entre Moscú y Berlín, pero fue rechazado.
Los japoneses olvidaron por fin sus planes ofensivos y empezaron a prepararse para un posible ataque soviético. Y cuanto más se acercaba el Ejército Rojo a Berlín, más tangible se hacía la amenaza.
Durante la conferencia aliada de Yalta, en febrero de 1945, Stalin prometió a Roosevelt y Churchill que la Unión Soviética entraría en guerra contra Japón en dos o tres meses después de que Alemania capitulara.
En abril de ese año, la URSS denunció el Pacto de Neutralidad con Japón. La posibilidad de rescindir el tratado un año antes de su finalización estaba estipulada en el artículo 3 del acuerdo.
Las razones aducidas por los soviéticos fueron que los japoneses habían estado ayudando a Alemania durante toda la guerra contra la Unión Soviética y seguían luchando contra los aliados de Moscú, EE UU y Gran Bretaña. En consecuencia, ampliar el pacto en tales circunstancias carecía de sentido.
El 9 de agosto de 1945, la Unión Soviética declaró la guerra a Japón, y ese mismo día sus tropas entraron en territorio manchú. En sólo diez días, habían derrotado por completo al Ejército de Kwantung, que tanto se temía.
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