¿Por qué Bulgaria, aliada de Hitler, se negó a luchar contra la URSS?
Toda una serie de aliados y satélites de Alemania participaron en la “cruzada contra el bolchevismo” que Hitler emprendió en 1941. Italia, Rumanía, Finlandia, Hungría, Croacia e incluso la pequeña Eslovaquia enviaron sus contingentes militares al este.
Sin embargo, hubo un país entre las potencias del bloque nazi que se negó categóricamente a luchar contra la Unión Soviética. Ese país fue Bulgaria. ¿Cómo tuvo el valor de hacerlo?
En la encrucijada
Desde el principio de la Segunda Guerra Mundial, los búlgaros se mantuvieron a la expectativa y no tomaron partido por ninguno de los bandos enfrentados. El 15 de septiembre de 1939, el gobierno de Gueorgui Kyoseivanov declaró la plena neutralidad del país en el conflicto que había estallado en Europa.
Al mismo tiempo, Bulgaria estaba decidida a revisar los términos del Tratado de Neuilly-sur-Seine de 1919, en virtud del cual (como país derrotado en la Primera Guerra Mundial) había perdido vastos territorios, entre ellos parte de Macedonia, Dobruja y Tracia Occidental. Sin embargo, Sofía pretendía recuperar los territorios perdidos por medios pacíficos.
En 1940, Alemania, la URSS y las potencias de la Entente protagonizaron una auténtica pugna diplomática por Bulgaria. Cada una de ellas trató de atraerla a su propio campo, prometiendo facilitar la devolución de las tierras que tan importantes eran para ella.
La Unión Soviética gozaba de gran popularidad en la sociedad búlgara. Los búlgaros recordaban que gracias a la victoria de Rusia en la guerra contra el Imperio Otomano su patria había recuperado la independencia en 1878. Además, la posición del movimiento de izquierdas en el país era muy fuerte.
Al final, sin embargo, los dirigentes del país hicieron su elección geopolítica a favor del Tercer Reich. En la decisión influyó el hecho de que las economías búlgara y alemana estaban estrechamente vinculadas y el ejército búlgaro dependía en gran medida de los suministros de armas alemanas. “Tus emociones te dicen Rusia, pero si escuchas la voz de la razón, ¡la respuesta es Alemania!”, argumentó el zar Boris III de Bulgaria.
Lado a lado con Hitler
Gracias a la presión de Berlín sobre Rumanía, en septiembre de 1940 Bulgaria pudo recuperar el sur de Dobruja. A pesar de ello, los dirigentes del país trataron durante todo el tiempo posible de evitar unirse al bloque militar y político de los países del Eje.
Sin embargo, los búlgaros no pudieron ingeniárselas para eludir durante mucho tiempo esta importante decisión. Tras el fracaso de la invasión italiana de Grecia a finales de 1940, la importancia de los Balcanes para los nazis empezó a crecer constantemente y su presión diplomática sobre Sofía se multiplicó.
Al final, el 1 de marzo de 1941, Bulgaria se adhirió oficialmente al Pacto Berlín-Roma-Tokio y al día siguiente el 12º Ejército de la Wehrmacht entró en su territorio. En abril, los búlgaros participaron en la ocupación de Yugoslavia y Grecia, satisfaciendo así sus reivindicaciones territoriales.
Tras el inicio de la Operación Barbarroja contra la Unión Soviética el 22 de junio de 1941, Hitler comenzó a presionar fuertemente al zar Boris para que enviara tropas búlgaras al frente, pero invariablemente recibía una negativa categórica. El monarca era consciente del nivel de sentimiento prorruso en la sociedad. “Mis oficiales simpatizan con Alemania. El pueblo ama a Rusia”, declaró el autócrata.
A pesar de que búlgaros y rusos ya se habían encontrado a ambos lados de las barricadas en la Primera Guerra Mundial e incluso habían entrado en conflicto armado abierto cerca de la ciudad de Dobrich en 1916, el envío real de tropas a territorio soviético era harina de otro costal y podría haber desencadenado importantes disturbios en el interior del país (dado que el movimiento de resistencia ya estaba cobrando fuerza inexorablemente en Bulgaria).
El 2 de agosto de 1941, el líder del movimiento comunista búlgaro, Gueorgui Dimitrov, escribió a Stalin: “Según el Comité Central de nuestro partido búlgaro, la situación en el país es extremadamente tensa. Los alemanes presionan insistentemente a Bulgaria para que participe activamente en la guerra contra la Unión Soviética. Aunque todavía vacilantes, el zar Borís III y el gobierno ya se están preparando para entrar en la guerra. Al mismo tiempo, la inmensa mayoría del pueblo y de los soldados tiene una opinión claramente negativa”.
Sin embargo, Bulgaria no declaró la guerra a la URSS y se convirtió en el único satélite de Alemania que mantenía relaciones diplomáticas con Moscú.
Guerra contra la Unión Soviética
El 28 de agosto de 1943 se produjo un acontecimiento que conmocionó profundamente a toda la sociedad búlgara. El zar Boris III murió repentinamente pocos días después de regresar de una reunión con Hitler en Prusia Oriental. El monarca no había cumplido los 50 años. La causa oficial de la muerte fue un ataque al corazón, pero durante mucho tiempo corrieron rumores de que los nazis habían envenenado al monarca por negarse a enviar tropas al Frente Oriental.
Por aquel entonces, ya no había duda de que Bulgaria entraría en la guerra contra la Unión Soviética. Tras aplastar a la Wehrmacht en las batallas de Stalingrado y Kursk, el Ejército Rojo había iniciado su inexorable avance hacia el oeste. Al mismo tiempo, estadounidenses y británicos se encontraban en el sur de Europa, eliminando a Italia del conflicto mundial.
Bulgaria emprendió una política de distanciamiento de Alemania, expulsando a la Wehrmacht del país y buscando la reconciliación con Estados Unidos y Gran Bretaña, con quienes se encontraba en estado de guerra. Sin embargo, los dirigentes no decidieron romper todos los lazos con el Tercer Reich ni empezar a internar a sus tropas, como exigía la Unión Soviética.
A principios del otoño de 1944, el Ejército Rojo se acercó a la frontera búlgara. Como en el país seguían estacionadas unas 30.000 tropas alemanas (que se encontraban en medio de una precipitada evacuación), la URSS la consideró aliada de los nazis. El 5 de septiembre de 1944 declaró la guerra a Bulgaria.
Sin embargo, las tropas soviéticas no se movieron de sus posiciones durante varios días para dar a los comunistas locales (con los que Moscú mantenía relaciones de estrecha cooperación) el tiempo y la oportunidad de hacerse con el poder en el país.
Antes del inicio del avance soviético, previsto para el 8 de septiembre, una coalición de fuerzas antifascistas de izquierda, conocida como el Frente de la Patria, dio un golpe de estado en Sofía y se hizo con el control de la mayor parte del país. El nuevo gobierno declaró inmediatamente la guerra a los alemanes.
Al entrar en Bulgaria el día señalado, el Ejército Rojo avanzó por el país sin encontrar resistencia. Los militares soviéticos, por su parte, no procedieron a desarmar a las tropas locales. Sólo pasaría un poco de tiempo antes de que (juntos, hombro con hombro) liberaran Yugoslavia, Hungría y Austria de los nazis.
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