
12 plantas ‘mágicas’ que eran usadas por los eslavos

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1. Helecho (Flor de Perún)
Se consideraba la principal flor mítica de los antiguos eslavos. Se creía que solo florecía una noche al año, durante Iván Kupala (del 6 al 7 de julio), y estaba protegida por espíritus malignos. Según las creencias, quien encontrara la flor del helecho obtendría habilidades mágicas: encontrar tesoros, entender el lenguaje de los animales y aves, volverse invisible y/o abrir cualquier cerradura. En realidad, el helecho no florece, pues es una planta de esporas. En esencia, la flor del helecho es un símbolo de un milagro inalcanzable.
2. Ajenjo (Chernobilnik, hierba de la viuda)
Se consideraba el amuleto más poderoso. Su olor amargo era insoportable para los malos espíritus. Se usaba para protegerse de las sirenas: en la festividad de la Semana Verde, se tejían coronas de ajenjo que se colgaban en ventanas y puertas. Los viajeros lo llevaban consigo para alejar a los espíritus malignos. Además, el humo del ajenjo seco se usaba para sahumar la casa tras la visita de un invitado indeseado.
3. Hipérico (Sangre de Iván, Jvorobói)
El hipérico seco se llevaba en amuletos alrededor del cuello o cosido en la ropa. Se creía que ahuyentaba a los malos espíritus y protegía contra el mal de ojo. También se usaba para tratar la melancolía, el insomnio y las heridas. Un ramo de hipérico se colocaba en la cuna del bebé como talismán.
4. Nenúfar blanco (Hierba Odolen)
Era considerado el amuleto más fuerte contra los espíritus acuáticos malignos (espíritus del agua, sirenas, etc.). También se llevaba en los viajes, sobre todo si se debían cruzar ríos y lagos. La raíz solía colgarse al cuello como protección contra el mal de ojo. También se utilizaba en hechizos de amor.
5. Salicaria (Hierba llorona)
Según la leyenda, esta planta brotó de las lágrimas de la Virgen María derramadas durante la crucifixión de Cristo. Tenía el poder de hacer llorar a las personas y someter a los malos espíritus. Se creía además que podía señalar tesoros y expulsar demonios de un poseído. A menudo se tallaban cruces rituales en su raíz.
6. Poligonum o hierba de los pájaros (Hierba de las lágrimas)
Según las creencias, esta hierba podía abrir cualquier cerradura o puerta. Para encontrarla, los eslavos segaban el pasto en una noche especial y observaban dónde se rompía la hoja de la guadaña: allí se hallaba la hierba de las lágrimas.
7. Flor del sueño (Pulsátila)
Estaba asociada a los sueños y visiones proféticas. Se colocaba bajo la almohada para inducir sueños reveladores. También se usaba para tratar el insomnio.
8. Elenio (Nueve fuerzas)
Se creía que otorgaba nueve poderes contra nueve enfermedades y nueve tipos de espíritus malignos. Era un símbolo de salud y longevidad. Se llevaba como talismán contra enfermedades y mal de ojo. Los viajeros solían portar su raíz para no fatigarse.
9. Ortiga
Además de usarse en sopas, también servía como castigo para los niños desobedientes, a quienes se les azotaba las piernas con ella. Se consideraba una planta protectora: su picor se asociaba a la capacidad de “quemar” a los malos espíritus. Se colocaba bajo el umbral para impedir la entrada de brujas y se tejían esteras con ella para purificar las intenciones de los visitantes.
10. Liubka bifolia (Violeta nocturna, lágrimas del cuco, raíz del amor)
Era el ingrediente principal en la magia y pócimas de amor. Se la llamaba “violeta nocturna” por su fuerte aroma, que se intensificaba de noche o en clima húmedo. Se creía que atraía el amor y la pasión. Las muchachas llevaban la flor sobre el pecho o se lavaban con una decocción para volverse más atractivas.
11. Beleño (Blekota, ceguera nocturna)

“¿Has comido demasiado beleño?” se preguntaba a quienes hablaban disparates. Esta planta venenosa también se usaba en magia oscura. Los eslavos creían que bajo el beleño habitaban espíritus malignos y que su humo podía causar locura. Su nombre de “ceguera nocturna” alude a su capacidad de provocar daños en la visión.
12. Cardo (Chertogon, Lampazo)

Se consideraba una planta fuertemente protectora. Sus espinas se asociaban a la capacidad de “enganchar” y expulsar a los malos espíritus. Se colgaba sobre puertas y ventanas para impedir su entrada, así como en graneros y establos para proteger al ganado del mal de ojo y las enfermedades.