
Estos son los 10 principales pasatiempos de los rusos

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1. La dacha
La tradición de tener una casa de campo para pasar el verano (o, en algunos casos, vivir allí todo el año) se remonta al siglo XVIII, en tiempos de Pedro el Grande. La palabra "дача" ("dacha") proviene del verbo "давать" ("dar"): los nobles recibían del zar las primeras parcelas de tierra. En la época soviética, los ciudadanos también obtenían tierras del Estado.
Con el tiempo, las grandes extensiones se redujeron a pequeñas parcelas, y los palacios se transformaron en casas modestas o cabañas de verano. Sin embargo, durante al menos dos siglos, la dacha ha ocupado un lugar central en la vida de los rusos. Les ofrece contacto con la naturaleza, es escenario de innumerables shashliks (barbacoas), permite practicar jardinería y paisajismo, y cultivar un huerto, una actividad especialmente valiosa en la época soviética, cuando contribuía a diversificar la mesa familiar y ahorrar dinero.
Además, tener una dacha suele ir acompañado de baños en estanques, pesca, largos paseos en bicicleta y excursiones al bosque en busca de setas y bayas.
2. Recolección de setas y bayas

La recolección de setas y bayas silvestres ha sido una tradición constante tanto en zonas rurales como urbanas. De generación en generación se han transmitido conocimientos sobre cómo orientarse en el bosque y distinguir entre especies comestibles y venenosas.
Las setas más apreciadas —como los boletus, el boletus anaranjado y el boletus de abedul— se utilizan en sopas y se secan para el invierno. Otras se fríen con patatas, formando una cena típica y reconfortante.
Las bayas también requieren un procesamiento inmediato: selección, lavado y secado. Si se dispone de un congelador grande, pueden congelarse por porciones. Si no, la casa se llena del aroma de mermeladas caseras, mientras los niños corretean con la boca manchada de espuma.
3. Pesca
La pesca es un mundo en sí mismo, tradicionalmente masculino, aunque muchas mujeres también participan activamente. Puede ser una actividad tranquila en verano, desde la dacha, con una caña junto a un estanque o río. Esta forma no requiere grandes habilidades, más allá de buscar lombrices o preparar el cebo.
Otra cosa es la pesca deportiva o invernal, que requiere equipo especial y experiencia y que, si se practica sin precaución, puede ser peligrosa. De todas formas, cualquier captura representa tanto un motivo de orgullo como una comida para la familia.
4. Preparar conservas y fermentados
Los rusos tienen una arraigada pasión por los productos fermentados y en conserva. Desde tiempos antiguos, se secan y curan setas, bayas, frutas y pescado. Aunque las grandes barricas han sido reemplazadas por frascos en cocinas urbanas, el amor por el chucrut sigue vigente.
Las conservas caseras (pepinos, tomates, calabacines y otras verduras) se preparan en salmuera para el invierno. Las frutas y bayas también se conservan como mermeladas, confituras o compotas. Cada ama de casa suele tener su receta familiar, motivo de orgullo y tradición.
5. Ir de acampada
Tener o no tener dacha no condiciona la afición por acampar. A algunos les encanta esta experiencia con todo su corazón; otros la detestan con igual pasión.
Acampar implica montar tiendas, encender hogueras bajo la lluvia, cocinar al aire libre y convivir con la naturaleza en condiciones básicas. Algunos excursionistas se establecen varios días en un mismo lugar, otros recorren largas distancias a pie o en balsa por ríos.
Esta forma de descanso requiere resistencia física y espíritu de sacrificio. Muchos rusos disfrutan de ello, aunque para los menos aventureros existe una alternativa creciente: el glamping, cada vez más popular en el país.
6. Tejido y manualidades
El estereotipo de la abuela rusa tejiendo con gafas y moño ya no se ajusta a la realidad. Hoy en día, tejer, bordar, coser juguetes o alfombras es algo común y valorado en muchas generaciones.
Durante la época soviética, muchas mujeres dominaban estas habilidades debido a la escasez de ropa moderna. Hoy, aunque esa necesidad ya no existe, el placer de crear con las manos ha crecido aún más.
Las manualidades se han profesionalizado: se imparten talleres, se venden productos artesanales en línea, y la artesanía ha adquirido prestigio y gran demanda.
7. Lectura
Rusia lleva décadas considerada como uno de los países más lectores del mundo, y ese amor por los libros no ha disminuido. Ahora, además de leer, muchos también escuchan audiolibros: en el coche, en paseos o haciendo ejercicio.
Según la Cámara Rusa del Libro, en 2024 se publicaron más de 103 000 títulos con una tirada de 369 millones de ejemplares. Las ferias del libro y los encuentros con escritores atraen a miles, y en los foros literarios online no es raro que los debates se tornen tan apasionados que rozan la pelea (virtual, eso sí).
8. Ajedrez
El ajedrez siempre ha sido un deporte popular en Rusia, pero en los últimos años ha vivido un renacimiento. Ya no es solo pasatiempo de intelectuales mayores en los parques o de hombres cultos en su tiempo libre, sino también un juego educativo para jóvenes brillantes.
Los clubes infantiles de ajedrez florecen en todo el país, los niños resuelven problemas, compiten en torneos y obtienen títulos, con gran orgullo.
9. La hora del té
Los rusos beben té constantemente y por cualquier motivo. Aunque el café está en auge, el té sigue siendo la bebida reina: antes y después de cada comida, por la mañana, por la tarde, por la noche. En verano, en invierno, en cualquier estación.
Al estilo inglés, pero con sello propio: coexisten múltiples tradiciones del té en Rusia. Se preparan infusiones de hierbas, se mezcla el té negro con tomillo, se sirve con azúcar, miel, limón, bayas o mermelada. Casi siempre caliente, aunque también se disfruta frío.
10. Ropa y cuidado personal
La moda global del normcore no ha pasado desapercibida en Rusia. Sin embargo, el gusto por la ropa elegante y el cuidado personal sigue siendo muy valorado, especialmente entre las mujeres. Para muchas rusas, las visitas al salón de belleza representan un gasto mensual habitual: manicura, pedicura, tratamientos cosméticos, cuidado del cabello y masajes son parte de su rutina.
Los hombres tampoco se quedan atrás. Acuden con frecuencia a barberías para mantener peinados impecables y barbas perfectamente delineadas, pelo a pelo. Además, tanto hombres como mujeres entrenan con entusiasmo en gimnasios o al aire libre en los parques, convencidos de que un cuerpo bien cuidado es tan importante como una mente bien cultivada.