10 árboles mágicos de los eslavos

Irina Nedikova / Getty Images
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Los antíguos creían que los árboles tenían una conexión con el más allá. Y si uno se comunicaba correctamente con un árbol en particular, podía atraer la buena suerte, así como librarse de enfermedades y desgracias.

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Roble

oleg66/Getty Images
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El roble se considera uno de los árboles más importantes de la mitología eslava, cuya “magia” se asociaba principalmente con la fuerza de su madera. El roble es fuerte, por lo que todos los rituales relacionados con él estaban destinados a mantener o adquirir fuerza y salud física. Por ejemplo, el agua usada para bañar a un niño se vertía bajo un roble, o se clavaba una estaca de roble en el suelo, para que el niño creciera fuerte como un joven roble. Se colocaban mechones de cabello o hilos de la ropa de un niño enfermo en el tronco del roble y se clavaban con una estaca, para aislar la enfermedad y que el niño “la superara”. El roble también aparecía en conjuros para curar la impotencia.

Abedul

Legion Media
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Si el roble estaba asociado con lo masculino, el abedul lo estaba con lo femenino. Se relacionaba frecuentemente con el matrimonio y la fertilidad. Por ejemplo, el ritual de “rizar” el abedul era realizado en la mayoría de las regiones de Rusia solo por niñas y mujeres jóvenes sin hijos. Generalmente se llevaba a cabo durante la festividad de la Trinidad: se trenzaban ramas de abedul, se les colocaban coronas, pañuelos y cintas, se celebraban comidas rituales bajo el árbol con la obligación de comer huevos (símbolos de fertilidad y nueva vida), y se hacían danzas circulares alrededor del abedul.

Serbal

Elena_Fox / Getty Images
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Este árbol es considerado ambiguo y a menudo triste. En algunas regiones se plantaba un serbal frente a la casa como talismán contra las fuerzas malignas. Sin embargo, en el norte de Rusia circula la leyenda de que el serbal es una joven expulsada del mundo humano por su malvada suegra. Y cuando su esposo, sin saberlo, intenta cortar el árbol, este sangra. No obstante, en medicina popular, el serbal también se usaba activamente como remedio seguro contra el dolor de muelas. Para ello, había que elegir un serbal, arrodillarse ante él, besarlo, rezar y prometer no dañarlo jamás (no romperlo, no cortarlo, no comer sus bayas ni quemarlo), y así el dolor debía desaparecer.

Saúco

Alexander Denisenko/Getty Images
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Este arbusto tiene una reputación complicada. Se creía que el diablo vivía bajo sus raíces. Por eso, si era necesario retirarlo, no se desenterraba, sino que se cortaba o serraba, sin tocar las raíces. En consecuencia, si crecía saúco, se consideraba que ese lugar estaba “contaminado”. Pero esta “impureza” también se veía como útil. La gente pedía protección contra desgracias bajo un arbusto de saúco. Se vertía el agua del baño de un niño enfermo bajo un saúco o se hacía dormir al niño enfermo bajo un saúco en flor, para que la planta se “llevara” la enfermedad. Sus ramas también se usaban como protección contra espíritus malignos.

Álamo temblón

Moskvich19771977/Getty Images
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¿Por qué tiemblan las hojas del álamo sin viento y se vuelven rojas en otoño? ¿Cómo puede ser que el álamo sea al mismo tiempo un potente amuleto (como una estaca clavada en la tumba de un hechicero) y un árbol maldito? Esto se debe a un conflicto entre dos tradiciones: una pagana temprana y otra cristiana posterior. El folclorista Alexánder Afanásiev observó que, en la era precristiana, el álamo temblón se consideraba un árbol lleno de vitalidad y poderoso contra el mal. Sin embargo, el cristianismo le atribuyó un sentido opuesto: el álamo no dio refugio a la Sagrada Familia cuando huía de los guardias de Herodes, y fue el árbol en el que Judas se ahorcó tras traicionar a Cristo. Así, el álamo pasó a ser considerado un árbol maldito. Pero incluso esta imagen tenía utilidad: en el norte de Rusia, los pastores fabricaban instrumentos musicales con álamo para sellar su pacto con el diablo y proteger su ganado.

Abeto

morgan23/Getty Images
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“En la cosmovisión de los viejos creyentes de Pechora”, escribe la investigadora Tatiana Drónova, “el bosque de coníferas se asociaba con el otro mundo. Esto se evidencia en la elección del lugar para los cementerios (un bosque de abetos) y en la prohibición de caminar solo por el bosque, que se llamaba oscuro.” Los árboles perennes (abeto, pino, enebro, cedro y abeto blanco) simbolizaban la vida eterna, la inmortalidad y, al mismo tiempo, el vínculo con el más allá. El abeto, en particular, era el árbol de los muertos, el árbol del otro mundo. Se usaban ramas de abeto para trazar el camino al cementerio, fabricar camillas y ataúdes y decorar las tumbas. También se barría la casa con ramas de abeto después de que se llevaban al difunto.

Sauce

Leonid Ikan / Getty Images
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El sauce se convirtió en un árbol mágico mucho antes del cristianismo. Incluso los antiguos eslavos creían que este árbol protegía a las personas de los malos espíritus, y al ganado y las cosechas de plagas y desastres. Tras la cristianización de la Rus, su significado ritual se fortaleció. Por ejemplo, reemplazó a las palmas en la fiesta de la Entrada del Señor en Jerusalén (en la tradición ortodoxa rusa: Domingo de Ramos). El sauce bendecido en la iglesia se conservaba en casa durante todo el año y se usaba para sacar el ganado al campo. A las mujeres infértiles se les recomendaba comer las yemas de un sauce consagrado. También se colocaba en el agua donde se bañaban niños enfermos. Se horneaban panes con amentos de sauce, y se hacían galletas con forma de sus brotes.

Avellano

Irina Jabárova/Getty Images
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El avellano era considerado una planta sagrada que no atraía rayos. Por eso, durante las tormentas, la gente se refugiaba bajo su copa, se colocaba ramas en el cinturón y tocaba con ellas todo lo que quería proteger de los rayos. También se clavaban ramas en el campo, en los jardines, bajo los techos de casas y graneros para que las nubes de tormenta pasaran de largo. Como se creía que el rayo solo caía sobre el árbol bajo el cual se ocultaba el diablo, el avellano se usaba para ahuyentar los malos espíritus. Se colgaban ramas sobre las puertas, se clavaban alrededor de las casas o graneros para espantar brujas y hechiceros. Además, como símbolo de fertilidad, sus ramas se usaban para golpear al ganado (especialmente el Día de San Jorge), con el fin de asegurar su salud y fecundidad.

Kalina (Viburnum rojo)

NurPhoto/Getty Images
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En el folclore ruso, el viburnum rojo (kalina) estaba estrechamente ligado a las ceremonias nupciales. Simbolizaba la virginidad, la sangre, la belleza, la salud y la felicidad familiar. En las canciones de boda, el puente de kalina simbolizaba el paso de la joven hacia su nuevo estatus como esposa. El kalina también se usaba en rituales de fertilidad y bienestar. Adornaba el atuendo de las novias, las coronas y las toallas, representando su inocencia y belleza.

Manzano

alexkich/Getty Images
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El manzano se consideraba símbolo de fertilidad y de la madre tierra. No es casual que, en los cuentos de hadas, las manzanas otorguen salud rejuvenecedora e inmortalidad. Sus flores, frutos y madera se usaban en numerosos rituales durante todo el año. En las ceremonias nupciales, la novia entregaba una manzana al novio como señal de aceptación del matrimonio. También podía lanzarla a un grupo de muchachas: la que la atrapara sería la próxima en casarse. En “Rádunitsa” (el Día del Recuerdo), se llevaban manzanas al cementerio y se dejaban sobre las tumbas de los antepasados. A un enfermo se le lavaba con agua donde se había colocado una manzana, que luego se enterraba para que “se llevara” la enfermedad. También se tallaban cruces y amuletos con madera de manzano para proteger el hogar.

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