El gallo lira abre la cola y baja ligeramente las alas; luego, poniendo los ojos en blanco, echa la cabeza hacia atrás para cantarle un "aria" a la hembra. En ese momento, el ave, como dicen los cazadores, puede ser atrapada con la mano: no ve ni oye nada, tan absorta está en su canto amoroso.
Conociendo esto, durante la temporada de apareamiento, los cazadores podían acercarse al gallo lira (llamado "téterev" o "teteria" en ruso) sin ser detectados.
Así surgió la expresión rusa "глухая тетеря" ("glujáia teteria" / "urogallo sordo" en español). Esta es una forma metafórica de describir a alguien que no entiende nada de lo que le rodea, una persona distraída e imperceptiva.
En el siglo XIX, la palabra "teteria" se popularizó en la ficción. "Un urogallo sordo te acompañará hasta la salida", dice un personaje del cuento El buey almizclero de Nikolái Leskov. La palabra comenzó a usarse para enfatizar no solo la falta de inteligencia o la sordera, sino también otras cualidades negativas.
"Sonnaia teteria" ("urogallo soñoliento") era una expresión que se usaba para referirse a alguien que solía quedarse en la cama mucho tiempo o que solía ser perezoso. En La desgracia de ser inteligente, el escritor Alexánder Griboyédov presenta a una "lenívaia teteria" (o "urogallo perezoso"): el término se usaba para describir al sirviente de Fámusov, que "no sabe nada, no siente nada". Mientras tanto, el compositor Modest Mússorgski escribió una canción sobre una "pianaia teteria" (o "urogallo borracho"), quien es reprendido por su esposa.
En español, el equivalente más cercano del "urogallo sordo" sería "estar en las nubes".