‘Vendrán lluvias suaves’: cuando Bradbury llegó a la animación soviética
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En 1950, Ray Bradbury publicó uno de sus relatos más inquietantes: There Will Come Soft Rains (Vendrán lluvias suaves). El cuento, incluido en Crónicas marcianas, describe la rutina mecánica de una casa inteligente que sobrevive a sus dueños tras un holocausto nuclear. La vivienda prepara desayunos, limpia habitaciones y recita poesía, ignorando que sus habitantes han desaparecido, reducidos a sombras en las paredes por la explosión atómica. Finalmente, un incendio consume la casa hasta los cimientos, dejando solo un muro que repite incansablemente la fecha y la hora.
La potencia simbólica de este relato no tardó en cruzar fronteras. En 1984, el director soviético Nikolái Noshpitz realizó una adaptación animada Будет ласковый дождь (Vendrán lluvias suaves) en los estudios Uzbekfilm. La película trasladaba al lenguaje visual la atmósfera opresiva del cuento, con una estética sombría y un estilo de animación experimental que subrayaba tanto la frialdad de la tecnología como la fragilidad de la condición humana. La ausencia de diálogos y el protagonismo del sonido mecánico acentuaban el contraste entre la vida artificial del hogar y el silencio absoluto de un mundo devastado.
Esta versión soviética no solo fue un homenaje a Bradbury, muy leído en la URSS, sino también una reflexión en clave propia: en plena Guerra Fría, la amenaza nuclear estaba presente en la vida cotidiana y el cine de animación se convirtió en un medio sorprendentemente eficaz para expresar esas ansiedades. Vista hoy, la película conserva su fuerza poética y su advertencia universal: sin seres humanos, la tecnología carece de sentido, y el progreso puede volverse contra nosotros mismos.
Aquí puedes ver el cortometraje completo.