El primer sumergible producido en serie era ruso y lo apodaron ‘barril de cerveza submarino’
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En 1877, Stepán Kárlovich Dzhevetski, ingeniero graduado en París y oficial voluntario de la Armada Imperial Rusa durante la guerra ruso-turca, quedó conmocionado por la trágica experiencia del combate del vapor ruso Vesta contra el acorazado turco Fethi-Butland.
En el combate con aquel milagro de la tecnología naval para la época, el vapor ruso fue literalmente acribillado y más de la mitad de la tripulación murió. Dzhevetski recibió la condecoración militar de la Cruz de San Jorge por su valor y fue retirado del servicio. Pero en su mente nació un proyecto.
A finales del siglo XIX, se hicieron algunos experimentos para construir submarinos operativos en varios países. Pero casi todos eran imperfectos y los intentos de utilizarlos en combate acabaron con la muerte de la tripulación. Sin embargo, el invento creado en Odessa por Dzhevetski se sumergía regularmente en el agua y se convirtió en el primer submarino plenamente operativo.
Una vez disuelta la tripulación del Vesta, Stepán Dzhevetski se instaló en su dacha de Odessa. Tras varios meses de duro trabajo, visitó a Guillet Blanchard, por entonces propietario de una fábrica mecánica, con un grueso rollo de dibujos. Echando un rápido vistazo al proyecto, Blanchard le dijo que tenía serias dudas sobre la flotabilidad del futuro submarino. Pero las dudas del dueño de la fábrica se disiparon por la cantidad de dinero ofrecida por Dzhevetski. La fabricación del “submarino del señor Julio Verne” se convirtió rápidamente en tema de cotilleo y chismorreo entre el público urbano. Pocos creían en la posibilidad de construir una nave tan fantástica.
Tras varios meses de duro trabajo, el “barril de cerveza submarino” fue finalmente fabricado. Pero el inventor no tenía dinero suficiente para un complejo “relleno” mecánico. Entonces intervino el famoso filántropo, comerciante del primer gremio y banquero Fiódor Rodokanaki. Tras pagar la cantidad requerida, el “Nautilus” de Odessa fue botado.
Peligrosas pruebas en el puerto de Odessa
A lo largo del verano de 1878, Stepán Dzhevetski pilotó personalmente su vehículo submarino en el puerto de Odessa. Las pruebas no siempre se asemejaron a paseos fáciles bajo el agua. Durante un intento de navegar bajo el fondo del yate “Ereklik” en la rada de Odessa, el vehículo submarino se enganchó en la quilla del barco con cabina de cristal. Según los recuerdos del propio Stepan Karlovich, sólo la suerte salvó entonces al inventor y a su creación.
El primer submarino ruso estaba equipado con un propulsor de bicicleta, el suministro de aire era suficiente sólo para 20 minutos, pero podía sumergirse hasta una profundidad de unos 14 metros y llevar a cabo misiones de combate. La capacidad de combate del submarino fue demostrada a principios de otoño al almirante de la Flota del Mar Negro Nikolái Andreievich Arkas.
Stepán Dzhevetski, tras superar más de 200 metros bajo el agua, acercó una mina a la barcaza y la detonó con éxito. El emocionado almirante telegrafió a San Petersburgo para informar de la aparición en el Imperio ruso de una nueva arma milagrosa.
Orquídeas del fondo del mar
Los esfuerzos del inventor no fueron en vano. Una vez en San Petersburgo, presentó su proyecto y la opinión del almirante Arkas al Comité Técnico Marino de Dobroflot. Tras recibir la aprobación y 20 mil rublos de subvención, comenzó a construir un segundo submarino, que estaba destinado a ser mostrado al zar Alejandro III y a su esposa María Fiodórovna.
La prueba oficial del aparato tuvo lugar en el Lago de Plata de Gatchina (región de San Petersburgo), en 1880. Cabe destacar que el éxito de la idea de Dzhevetski se decidió gracias a una demostración halagadora del inventor. Tras salir a la superficie frente al embarcadero, Dzhevetski extrajo hábilmente de las entrañas del submarino un ramo de orquídeas, flores muy queridas por la Emperatriz, y se lo entregó con las siguientes palabras “¡Homenaje de Neptuno a Vuestra Majestad”.
Ante tan impresionante acto, el Zar dio inmediatamente instrucciones para construir 50 submarinos y pagar al inventor 100 mil rublos (cerca de un millón de dólares actualess).
Tras la construcción de 50 submarinos, Stepán Dzhevetski se hizo fabulosamente rico. La carrera de un inventor militar ascendió vertiginosamente, después de recibir la primera gratificación por parte del Zar, Dzhevetski recibió repetidamente subvenciones y premios por sus inventos, que afectaban a una gran variedad de campos del saber, desde la aeronáutica hasta la electrotecnia.
La baja eficiencia de los submarinos de Dzhevetski, que nunca fueron usados en combate, llevó al hecho de que en 1886, se retiraron del servicio y ya no se produjeron.