Cómo se organizaba un árbol de Navidad infantil según el GOST soviético
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1. Crear una sensación de fiesta
El árbol de Año Nuevo debía ser, según los autores, una festividad de la infancia alegre y feliz.
“El árbol es mágico. Tiene cosas que nunca existen: nueces de plata, manzanas de mazapán, un cofre plateado con rayas verdes, y dentro (no abrigos con naftalina) está lleno de tortas de chocolate; la nieve fría es de algodón caliente; el humo de la chimenea dorada de un barco de vapor dorado también es de algodón”.
Se proponía celebrar las fiestas en un interior, pero tampoco se prohibía la diversión al aire libre, por ejemplo, en un claro del bosque. En ese caso, el programa de Año Nuevo podía combinarse con actividades deportivas.
2. Elegir el árbol adecuado
Las instrucciones oficiales recomendaban escoger un árbol de no más de 2,5–3 metros, con forma cónica y agujas tupidas. Solo se permitía iluminarlo con guirnaldas eléctricas. Las velas estaban estrictamente prohibidas. “Bengalas y fuegos artificiales de cualquier clase en el árbol son inadmisibles”, se advertía.
3. Decorarlo de manera brillante y moderna
En las decoraciones se aconsejaba combinar adornos tradicionales con otros nuevos: dirigibles, aviones. “El metro, la central hidroeléctrica del Dniéper, un semáforo, un molino de viento, un surtidor de petróleo. Al niño le resultará agradable ver en el árbol estos objetos fascinantes”.
“Los adornos pueden tener distintas temáticas, deben ser reconocibles, pero pueden brillar, resplandecer con su vistosidad y colorido. Pueden ser animales, aves, barquitos, automóviles, paracaídas y aeroplanos, y miles de objetos diversos. La exigencia para su diseño es una sola: más brillantes, más hermosos”.
4. Los niños deben participar en la fiesta
Los niños no eran solo espectadores, sino participantes en la representación necesaria. Preparaban sus propios números y en el programa había necesariamente música, bailes y distintos juegos. El guion era aproximadamente así: los niños se reúnen en la sala donde se alza el árbol festivamente decorado, lo contemplan, y luego el presentador les propone colocarse en ronda con música y cantar una canción.
“La actividad espontánea se alterna con el refrigerio, la actuación de un teatro de marionetas, un número de magia... Los bailes animados se alternan con un relato tranquilo, las actividades de los niños con actuaciones de adultos para los niños, los juegos libres con juegos organizados”. “La ronda concluye con un baile libre de los niños”, se decía en uno de los guiones.
5. Usar música alegre
El repertorio propuesto para las fiestas era bastante amplio. Se recomendaba bailar en círculo con fragmentos de Jovánschina de Musorgski, o la Marcha de los muchachos alegres de Dunaevski. En el programa se incluían también canciones revolucionarias, pioneras y de los octubristas, por ejemplo, Tomemos los fusiles nuevos. También se aconsejaba interpretar la canción de la película Los hijos del capitán Grant sobre el viento alegre, y música de Chaikovski, Rimski-Kórsakov, Glinka, Schubert y Beethoven.
6. No exagerar con los personajes disfrazados
“Cuando ya hayan examinado el árbol, se hayan divertido, bailado en torno a él, cantado y jugado, para el momento de repartir los regalos o para organizar un juego se puede introducir a uno o dos individuos disfrazados”. “Recibir juguetes de manos del oso, el conejito, Ded Moroz u otro personaje disfrazado es interesante”.
A veces, sin embargo, se daban situaciones cómicas. “Es el abuelo del koljós, lo conocemos”, dijeron unos niños en una fiesta que no sabían nada del tradicional mago invernal.
7. No obligar a divertirse
Una fiesta encorsetada en marcos oficiales pierde toda su atractivo, advertían los autores de las recomendaciones. Por eso toda la representación debía despertar un interés vivo, y los niños no debían permanecer tiesos como soldados.
8. No olvidar el regalo
Porque ¿qué un Año Nuevo sin regalos? Sin ellos, la fiesta no resulta tan alegre. “Es necesario repartir al menos bolsitas con dulces. Con esto, en cualquier circunstancia, se puede y se debe alegrar a los niños. Los regalos en forma de juguetes son sumamente deseables”.