El soviético que saltó desde 10.000 metros de altura al comienzo de la segunda Guerra Mundial

El soviético que saltó desde 10.000 metros de altura al comienzo de la segunda Guerra Mundial
Dominio público
Una serie de problemas técnicos estuvieron a punto de causarle la muerte, pero su destino era otro.

El ruso Jakob Solodovnik saltó desde 10.000 metros en septiembre de 1939, cuando la Segunda Guerra Mundial apenas había empezado a devorar a generaciones enteras de jóvenes europeos. En aquel entonces, 10.000 metros eran el techo del mundo. Los anales de la aviación reconocen su gesta como el primer salto desde la estratosfera, un lugar apenas conocido entonces pero al que muchos pilotos de ese conflicto bélico deberían enfrentarse en caso de tener que abandonar su avión en llamas. Su hazaña sirvió para dar respuesta a las necesidades técnicas que los pilotos tendrían pronto en situaciones de combate.

El soviético que saltó desde 10.000 metros de altura al comienzo de la segunda Guerra Mundial Ensayo de salto en paracaídas desde una torre. 1935.
Eirik Sundvor (CC BY 2.0)

Jakob tuvo un problema mecánico durante el salto, el traje se dilató tanto por la presión que no pudo alcanzar el lazo que necesitaba para abrir el paracaídas. Además, las capas de ropa interior térmica se le habían amontonado a la altura del codo, lo que dificultaba aún más la maniobra. Cuando por fin pudo abrir el paracaídas, se produjo un impacto en el aire tan fuerte que gritó de dolor durante varios minutos.

El soviético que saltó desde 10.000 metros de altura al comienzo de la segunda Guerra Mundial
Foto de archivo

Una vez que estuvo lo suficientemente cerca del suelo como para no necesitar oxígeno, alargó la mano para abrirse el casco, pero se dio cuenta de que el pestillo se había atascado. Cuando estaba a punto de aterrizar, se dio cuenta de que sólo le quedaban unos segundos de aire antes de asfixiarse; efectivamente, el traje había resultado estar herméticamente cerrado.

Alejándose de las copas de los árboles, Jakob aterrizó en el campo, a las afueras de un pueblo. Una mujer que llevaba dos cubos de agua del pozo vio lo que debió de ser lo más aterrador de su vida: un hombre con un traje de color rojo brillante (el color era para que Jakob fuera más fácil de ver para el equipo de rescate) con un cilindro de cristal en la cabeza que caía del cielo. Dejó caer el agua y echó a correr.

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Dominio público

Jakob tocó tierra. Se precipitó hacia un árbol y golpeó la cabeza contra el tronco para desprenderse del casco.

Aquel salto tan arriesgado acabó bien y dio mucha información para un mejor equipamiento de los pilotos.

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