Aprende a vivir como un bolchevique: Trucos para recaudar dinero y montar tu revolución
Imagina que eres un revolucionario bolchevique en el Imperio ruso de finales del siglo XIX y principios del XX. Tu objetivo es acabar con esta “prisión de naciones”, aplastar el capitalismo, dar tierras a los campesinos y fábricas a los obreros. Sin embargo, tu partido está prohibido y tus líderes se encuentran en el extranjero. La policía zarista os persigue a ti y a tus camaradas, y puedes ser detenido en cualquier momento. Además, necesitas dinero. Mucho dinero.
Necesitas dinero para todo: imprimir periódicos, falsificar documentos, fabricar bombas y comprar armas para los tiroteos con la policía y para un posible levantamiento. Entrar en un banco y pedir un préstamo "para acabar con la tiranía" no es una opción, sobre todo si tu manifiesto aboga por nacionalizar los bancos y crear una sociedad sin dinero (como hicieron los bolcheviques). Entonces, ¿qué puedes hacer?
1. Roba un banco
A los revolucionarios del Imperio ruso no les gustaba la palabra “robo”, preferían el término “expropiación” (o simplemente “ex”), pero eso no cambiaba la esencia de lo que hacían. Hombres fuertemente armados atacaban bancos y robaban dinero, matando a quienes oponían resistencia. En un artículo de 1906, el líder bolchevique Vladímir Lenin (para justificar semejante violencia) comparó la situación con una guerra civil, en la que todo vale.
Los bolcheviques llevaron a cabo su mayor “ex” en junio de 1907 en Tiflis (Georgia). Varios militantes arrojaron bombas y abrieron fuego contra el vagón de un banco que transportaba 250.000 rublos (más de 5 millones de dólares al cambio actual). Cinco guardias murieron, y los bolcheviques huyeron con el dinero.
2. Hazte amigo de gente rica
Las donaciones privadas constituyeron una parte considerable de las “ganancias” bolcheviques, dice el historiador Yevgueni Spitsin. Por un lado, muchos trabajadores que simpatizaban con la causa compartían sus escasos ingresos con los revolucionarios, proporcionándoles una fuente de ingresos modesta pero estable. Por otro lado, la revolución también contaba con patrocinadores mucho más ricos.
Leonid Krasin, un dirigente bolchevique responsable de las finanzas, escribió en sus memorias sobre los años comprendidos entre 1900 y 1917. “[Entre la gente acomodada] se consideraba un signo de buen gusto donar dinero a los partidos revolucionarios”.
Algunas personas prominentes, como el escritor Maxim Gorki, donaban dinero por sincera simpatía, pero otros, como el rico propietario de una fábrica Sava Morozov, lo hacían porque no estaban seguros de quién saldría victorioso: el gobierno zarista o la Revolución. Básicamente, cubrían sus apuestas apoyando a ambos bandos.
Krasin era muy ingenioso y astuto, capaz de convencer a simpatizantes ricos para que entregaran su dinero en aras de la revolución. Una vez en Bakú (actual Azerbaiyán) se presentó en el camerino de la legendaria actriz de teatro Vera Komisarzhévskaia, conocida por sus opiniones opositoras, y le exigió que diera un concierto “benéfico” lo antes posible y donara todo lo recaudado a los bolcheviques.
Komisarzhévskaia quedó tan sorprendida por su audacia que aceptó, y al final recaudó varios miles de rublos para Krasin. Con ese dinero, los bolcheviques abrieron una imprenta clandestina en Bakú.
3. Trama un matrimonio de conveniencia
Krasin fue el cerebro de otra gran estafa bolchevique. Esta vez, para llenar las arcas del partido, los revolucionarios casaron a dos jóvenes tras la detención y muerte en prisión de su hermano, Nikolái Schmidt, un rico propietario de una fábrica que simpatizaba con la causa bolchevique.
Según el testamento de Schmidt, su fortuna fue a parar a manos de sus hermanas, Yelizaveta y Yekaterina, que querían donar el dinero a los bolcheviques. Las hermanas, sin embargo, tenían un tío que ejercía el control del dinero, y éste no estaba dispuesto a confiárselo a las jóvenes pasara lo que pasara (desconocía su afición a la revolución).
Los bolcheviques tuvieron que encontrar maridos entre las filas del partido para las hermanas, de modo que el tío les proporcionara una dote. Tras las “bodas”con sus maridos bolcheviques en 1908, el dinero fue entregado al partido.
4. Acepta dinero incluso de tus enemigos
Las acusaciones de que los bolcheviques, incluido su líder Vladímir Lenin, eran espías contratados por Alemania para destruir Rusia en la Primera Guerra Mundial, surgieron ya en 1917, cuando se permitió a Lenin y a su círculo íntimo atravesar territorio alemán en su camino de Suiza a Rusia. Los opositores bolcheviques, incluso entre los revolucionarios, les acusaron de recibir dinero de los alemanes.
Sin embargo, la mayoría de los historiadores contemporáneos creen que la realidad era mucho más compleja. En efecto, Alemania dejó entrar a Lenin en Rusia con la esperanza de que los radicales acabaran con la guerra, (como así fue). Y lo más probable es que se asignara dinero para financiar a los bolcheviques. Por ejemplo, el historiador británico Jonathan Smele escribe que, a finales de 1917, el Estado Mayor alemán había invertido más de 30 millones de marcos en los partidos de la oposición rusa (no sólo en los bolcheviques).
Sin embargo, no hay pruebas de vínculos directos entre los dirigentes bolcheviques y los alemanes. Oleg Budnitski, profesor de la Facultad de Historia de la Escuela Superior de Economía de Moscú, señala que “los bolcheviques eran gente muy inteligente y excelentes conspiradores”.
Además, según Andréi Sorokin, director del Archivo Estatal Ruso de Historia Sociopolítica (RGASPI), el mero hecho de recibir financiación de los alemanes no significa que los bolcheviques fueran agentes alemanes. Lo más probable es que aceptaran el dinero sin condiciones, intentando utilizar a Alemania para sus fines, del mismo modo que Alemania intentó utilizarlos para los suyos.
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