Grandes robos de la historia: ¿dónde acabó la fortuna del Partido Comunista cuando cayó la URSS?

Grandes robos de la historia: ¿dónde acabó la fortuna del Partido Comunista cuando cayó la URSS?
Varvara Gránkova
Cuando cayó la URSS en 1991 se multiplicaron los rumores acerca del destino de la reserva de oro del Partido Comunista. Nadie sabe dónde está y lo más probable es que no se sepa nunca.

A principios de los años 90, poco después de que cayera la URSS, varias fuentes afirmaron que alrededor de 10.000 millones de dólares procedentes del tesoro del Partido habían desaparecido sin dejar rastro y que la mayoría de los rusos estaban seguros de que ese dinero había sido robado.

Víktor Mirónenko, antiguo director de la organización juvenil Komsomol, declaró en una entrevista que justo antes de la caída de la URSS el Partido Comunista tenía 10.000 millones de dólares.

Las fuentes para tal volumen de riqueza eran varias: desde las cuotas de los miembros –había 19,5 millones en 1990– hasta la Fundación para la Protección de la Paz, con sus casi 2,6 millones en metálico y financiada por el estado.

Es difícil afirmar si Mirónenko tenía razón acerca de la cantidad. Los archivos del Partido estaban separados del presupuesto estatal y solo los miembros de alto rango tenían acceso a esos datos. A la pregunta sobre quién robó el dinero Mirónenko responde: “Ni idea. No fui yo”.

Víktor Geráshchenko, antiguo director del Banco Estatal de la URSS, confirmó en 2011 que en las cuentas del Comité Central había grandes sumas de dinero, pero todo desapareció misteriosamente en 1991.

Muertes llenas de misterio

La situación era muy sospechosa, sobre todo tras una serie de extrañas muertes. El 26 de agosto de 1991, seis meses antes de la caída de la URSS, el tesorero del Partido Comunista, que era muy cercano a Mijaíl Gorbachov cayó desde una ventana y murió.

Su predecesor, Gueorgui Pávlov, que había estado a cargo de los negocios del PCUS durante 18 años, siguió la misma suerte apenas un mes después. El tercer banquero, Dmitri Lisovólik, que dirigía el sector estadounidense del departamento internacional del Comité Central del Partido Comunista y que también estaba involucrado en los movimientos de dinero, también cayó por una ventana pocos días después.

A pesar de esta situación, los dirigentes del Gobierno negaron que el “oro del Partido” existiese. Obviamente estas afirmaciones se encontraron con el escepticismo general. Aunque las muertes siguen sin aclarar la cuestión principal: ¿dónde fue el dinero?

En busca de los millones

La curiosidad o el deseo de justicia no fueron los principales factores para que los líderes rusos se pusieran a buscar la fortuna. Rusia estaba en una situación desesperada y se necesitaba dinero. Esos millones de los comunistas habrían sido de gran ayuda.

Para poder seguir el rastro del dinero, Yegor Gaidar, entonces primer ministro de Borís Yeltsin, contrató detectives privados de Kroll, la famosa agencia de investigación de EE UU. En sus memorias Gaidar afirma que el Gobierno dejó de buscar cuando los estadounidenses “no encontraron información que fuese relevante”. El Gobierno nunca publicó el informe que le envió Kroll.

¿Conexión asiática?

¿Qué ocurrió entonces con el dinero? Según una versión, los posibles ladrones, sirviéndose de contactos en China, colocaron la fortuna en cuentas secretas situadas en Hong Kong.

A finales de los años 80 y principios de los 90, los bancos de Hong Kong eran anónimos y no cooperaban con los investigadores internacionales acerca de los titulares de las cuentas.

Otros países a los que podría haber ido el dinero son Chipre y Líbano. Y en caso de que no saliera fuera del país, hace mucho que ya no queda nada. Es posible que se dividiese en partes más pequeñas y se enviase a decenas de bancos a través de todo el mundo.

Según otra versión, el dinero nunca salió de Rusia. Los altos cargos del Partido, anticipándose a la muerte del socialismo, blanquearon el dinero en cooperativas y en empresas público-privadas que surgieron a finales de los años 80. Esto llevó a la creación de las primeras grandes cantidades de capital privado en la era postsoviética.

Lo único que está claro es que no sabremos lo que ocurrió exactamente con las grandes cantidades de dinero que tenía el Partido Comunista. Además, la mayoría de los expertos coincide en que no fue una conspiración de antiguos comunistas que robaron el “oro del Partido” en una operación planificada.

Cada uno arrampló con lo que pudo, llevándose la mayor cantidad posible mientras se hundía el barco del socialismo. Trataban de asegurarse una posición privilegiada en el nuevo orden capitalista.

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