Tres españoles que recibieron el Premio Lenin de la Paz
El Premio Internacional para el “Fortalecimiento de la Paz entre los Pueblos” fue uno de los galardones más prestigiosos de la Unión Soviética. Creado en 1949, se denominó Premio Stalin de la Paz hasta 1955. Tras la desestalinización, se rebautizó en honor al líder revolucionario soviético Vladímir Lenin y pasó a llamarse Premio Lenin de la Paz.
El premio se otorgaba anualmente a entre cinco y diez ciudadanos de cualquier país del mundo, “independientemente de sus diferencias políticas, religiosas y raciales, por sus destacados servicios en la lucha contra los belicistas y por el fortalecimiento de la paz”.
El galardonado era elegido por un comité especial y se le entregaba una medalla, un diploma y un premio en metálico (unos 25.000 dólares al cambio de la época).
Pablo Picasso, España, 1962
Figura excepcional como artista y como hombre, el español Picasso fue protagonista y creador inimitable de las diversas corrientes que revolucionaron las artes plásticas del siglo XX, desde el cubismo hasta la escultura neofigurativa, a la cerámica artesanal o a la escenografía para ballets.
Entre sus obras más famosas se encuentran el protocubista Les Demoiselles d'Avignon (1907) y Guernica (1937), un retrato del bombardeo alemán a la ciudad de Guernica durante la Guerra Civil española. Picasso vio el comunismo como un ideal de paz, llave para un mundo libre de fascismo.
El 25 de septiembre de 1936, el Gobierno de la II República le nombró director del Museo del Prado. El pintor aceptó, aunque nunca tomó posesión del puesto.
Picasso participó en 1948 en el Congreso de Intelectuales por la Paz, realizado en Polonia, y recibió en el 1950 el Premio Lenin de la Paz.
El 15 de marzo de 1953, tan solo diez días después de la Iósif Stalin muriese, los trazos picassianos, por encargo del poeta Louis Aragon, aparecían en el interior de la venerada publicación Les Lettres Françaises, plasmando al georgiano más terriblemente famoso.
En sus últimos años creó variaciones sobre las obras de artistas anteriores como Diego Velázquez, Gustave Courbet, Eugène Delacroix o Édouard Manet, siendo la más famosa una serie de cuadros basados en Las Meninas de Velázquez.
Rafael Alberti (España, 1964)
Rafael Alberti Merello nació en el Puerto de Santa María (Cádiz), en 1902. Su aprendizaje tuvo lugar en los años 20, dominados por la fiebre vanguardista. Recibió el Premio Nacional de Poesía por Marinero en tierra, con solo 22 años.
En 1930 conoció a María Teresa León, con quien fundó la revista Octubre. Viajó a la Unión Soviética donde asistió a una reunión de escritores antifascistas. En 1934 el líder comunista Palmiro Togliatti le encarga una misión propagandística y de recaudación de fondos por Norteamérica, Centroamérica y el Caribe a favor de los presos de la revolución del 34.
Durante la Guerra Civil fue miembro de la Alianza de Intelectuales Antifascitas. Derrotada la II República, se exilió en Buenos Aires, junto a María Teresa León.
En 1953, Alberti escribió un extenso y sentido poema en homenaje a Iósif Stalin.
En 1964 las autoridades de la Unión Soviética le concedieron el Premio Lenin de la Paz. De regreso en España, en 1977, será diputado al Congreso por el Partido Comunista, aunque renunciará al escaño para consagrarse a su labor artística. Ganó el Premio Cervantes en 1983 y continuó recibiendo distintos homenajes hasta su muerte en octubre de 1999.
Dolores Ibárruri (España, 1964)
Conocida popularmente como ‘Pasionaria’ (Vizcaya, 9 de diciembre de 1895 - Madrid, 12 de noviembre de 1989), fue una política comunista española y secretaria general del Partido Comunista de España (PCE) que participó activamente en los movimientos obreros de principios del siglo XX, la Segunda República Española, la Dictadura franquista y la Transición y la Democracia española. A su lucha política unió la lucha por los derechos de las mujeres para demostrar que las mujeres, fuesen de la condición que fuesen, eran seres libres para elegir su destino.
Fue durante la contienda civil española cuando se fraguó definitivamente sumito. Su presencia constante en el frente y la fuerza de sus arengas, en directo o radiofónicas, la transformaron en un icono comunista internacional, prácticamente al nivel de Lenin o Stalin. Suyo es el famoso grito de resistencia ‘¡No pasarán!’, pronunciado durante un discurso y que tomó de un cartel realizado para el bando republicano por el pintor algecireño Ramón Puyol.
Tras la guerra civil llegó el exilio en la URSS. La pérdida de su hijo Rubén, oficial del ejército soviético en Stalingrado, la arrastró a un aislamiento voluntario.
Al final de su vida, participó en la manifestación de las madres de la Plaza de Mayo en Argentina. La Pasionaria nunca abandonó su actividad y murió en 1989, año en que cayó irónicamente el Muro de Berlín, a la edad de noventa y cuatro años.
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