El hombre soviético que recordaba todo y tuvo que aprender a olvidar

El hombre soviético que recordaba todo y tuvo que aprender a olvidar
Kira Lisitskaya (Foto: imagebroker.com/Global Look Press; Unsplash)
Solomón Shereshevski tenía una asombrosa capacidad para recordar. Tras un rápido vistazo, podía reproducir de memoria una secuencia aleatoria de números de varios dígitos o un texto de palabras no relacionadas.

Un hombre en el escenario pide a un voluntario del público que se acerque y escriba una secuencia aleatoria de números en la pizarra que tiene detrás. El voluntario escribe seis filas ordenadas. Cuando termina, el orador se queda mirando la larga serie de números durante unos segundos, luego se vuelve hacia el público con una sonrisa y reproduce lo que ha escrito sin un solo error. La sala estalla en aplausos. Así era la actuación de Solomón Shereshevski, que vivió en la URSS e hizo un espectáculo basado en su fenomenal memoria.

Shereshevski lo recordaba literalmente todo: largas secuencias de palabras, incluso sin relación entre sí y mezcladas con palabras extranjeras, cualquier conjunto de números y cifras. Durante muchos años, los científicos intentaron comprender cómo lo hacía.

Quién era Salomón

El hombre soviético que recordaba todo y tuvo que aprender a olvidar Solomón Shereshevski
Dominio público

La historia sólo conoce el año de nacimiento del futuro mnemonista: 1886, y que nació en la ciudad de Torzhok, provincia de Tver, en el Imperio ruso. Su padre tenía una librería y su madre se dedicaba exclusivamente a la educación de su hijo.

En la escuela, los profesores no se fijaban mucho en la capacidad de memorización del niño. Pero aprendió a tocar el violín y se le consideraba un músico capaz, al que se le auguraba una buena carrera. Sin embargo, debido a una enfermedad repentina, Salomón dejó de oír por un oído y abandonó la música.

Tras graduarse en la escuela, ingresó en la facultad de Medicina, pero al cabo de un tiempo la abandonó para poder subsistir: a los 21 años tenía una esposa, Aida, y un hijo, Mijaíl, que tenía que mantener. Aceptó un trabajo como reportero en un periódico local, donde el director observó cómo retenía absolutamente todos los detalles en su cabeza con notable precisión. Le aconsejó que investigara su "talento" y consultara a especialistas.

“Memoria” coloreada

Alexánder Luria, uno de los fundadores de la neuropsicología, fue el primero en comenzar a estudiar la memoria de Salomón. Escribió con detalle sobre los experimentos de memoria de Shereshevski en su libro Un pequeño libro sobre la gran memoria.

El hombre soviético que recordaba todo y tuvo que aprender a olvidar Alexánder Luria
Vitaly Sozinov/TASS

La primera tarea que tuvo que hacer Solomón cuando participó por primera vez en los experimentos fue memorizar 50 palabras en 30 segundos. Y lo hizo con facilidad. Además, siguió recordando la secuencia de palabras durante mucho tiempo, como si guardara estos conocimientos en una larga caja. 

Como explicó el propio Shereshevski, no sólo recordaba lo que veía u oía, sino que conectaba conceptos y palabras con ayuda de la sinestesia, otra característica fenomenal que se da en un número muy reducido de personas en el planeta.

La sinestesia es la capacidad de "sensación simultánea", lo que significa que para él cada sonido tenía su propio color, cada imagen su propia forma distinta e incluso su propio sabor. Además, esta peculiaridad ayudaba a Solomón a memorizar la información entrante con mayor eficacia.

El círculo cercano de Shereshevski recordaba que incluso envolvía una cuchara en tela para que el sonido de su contacto con el plato no provocara en su memoria imágenes asociadas a este sonido.

El hombre soviético que recordaba todo y tuvo que aprender a olvidar Vista del monasterio de Borís y Gleb desde el puente. Fotografía en color, 1910.
Serguéi Prokudin-Gorski

La propia memoria era una especie de "desván de la mente". Igual que en la serie británica de la BBC Sherlock, donde Holmes para almacenar toda la información también representaba una gigantesca biblioteca en su cabeza, en la que se ordenaban los recuerdos necesarios. La única diferencia entre Solomón y el detective era el lugar que representaba este último. Los principales lugares de acción de su memoria eran las calles familiares de su Torzhok natal, en las que ordenaba todos sus recuerdos. Para recordar lo que necesitaba, "paseaba" por estas calles.

De gira

Al darse cuenta de lo singular de su talento, Solomón no siguió trabajando en la redacción del periódico. Decidió actuar en el escenario, impresionando al público. Shereshevski se fue de gira por toda la URSS. Ese trabajo le permitió finalmente mantener a su familia.

Según Shereshevski, su público favorito eran profesores, médicos y estudiantes, aquellos que podían utilizar sus técnicas de memorización en su trabajo. Estaba encantado de compartir esta información porque él mismo se había pasado la vida intentando estudiar sus propias capacidades, buscando límites y formulando métodos para que otras personas pudieran memorizar información de forma más eficaz. 

Por cierto, lo único que Shereshevski recordaba mal eran las caras: le parecían demasiado cambiantes.

Olvidar cualquier cosa

El hombre soviético que recordaba todo y tuvo que aprender a olvidar Solomón Shereshevski
Dominio público

Más tarde, Solomón se dio cuenta de que su fenomenal memoria tenía un inconveniente: cantidades tan enormes de información empezaban a confundirse entre sí. Llegó un punto en que podía asociar un sonido o una imagen con varios recuerdos a la vez. Sus seres queridos empezaron a notar que era demasiado poco práctico, que no se aclaraba con las cosas y que era incapaz de comunicarse correctamente con su familia. Era la primera vez en su vida que se enfrentaba al olvido de algo. 

El proceso de olvidar le resultaba a Salomón mucho más difícil que el de recordar. Siguió probando diversas técnicas, pero ahora para olvidar. Por ejemplo, escribía algo en una pizarra e inmediatamente lo borraba, eliminando condicionalmente esa información de su memoria. O escribía palabras en un trozo de papel y lo quemaba, como deshaciéndose de esta información. Sin embargo, estos métodos no eran muy eficaces. Al parecer, la cuestión era que aquí también utilizaba el mismo principio que para memorizar cosas: a través de imágenes.

Las capacidades de Shereshevski nunca fueron investigadas a fondo. El mismo Luria observó que Szereshevski tenía una pronunciada dualidad de conciencia, similar a una doble personalidad: hablaba consigo mismo como si fueran dos personas diferentes y a menudo lo hacía en voz alta, aunque hubiera otras personas alrededor. Sin embargo, ninguno de los que examinaron a Shereshevski le detectó ningún trastorno mental.

La última aparición pública del mnemonista fue en 1953, cuando el interés por su persona empezó a desvanecerse gradualmente. Cinco años más tarde murió de insuficiencia renal. No obstante, las técnicas que formuló para la memorización se siguen practicando entre profesores y actores.

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