El campesino ruso que pasó 22 años dormido: de los tiempos del zar a la URSS
El sencillo campesino Iván Kachalkin tuvo suerte. Cayó en el sueño letárgico más largo de la historia; no se curó con ninguno de los remedios populares habituales en la Rusia prerrevolucionaria: conjuros, oraciones, agua bendita, un baño o quemándose un muñón en el pecho. Su sueño estaba supervisado por médicos.
Pasaron dos revoluciones y él seguía durmiendo
Kachalkin tenía 38 años cuando se durmió. Lo hizo tan profundamente, que todos los intentos de despertarle fueron infructuosos. Corría el año 1896. Al principio dio algunas señales de vida: podía abrir los ojos o mover las manos. Esto le salvó del riesgo de ser enterrado vivo: los durmientes letárgicos solían ser confundidos con muertos y enterrados. Un raro fenómeno interesó a los médicos: el paciente fue trasladado a un hospital psiquiátrico de la capital, se instaló cerca de él un puesto de guardia y se alimentó al durmiente a través de una sonda gástrica.
Al cabo de dos años, sin embargo, cesó toda actividad física del paciente. Su letargo adoptó su forma más grave: dejó de moverse en absoluto, su piel se volvió pálida y fría, sus pupilas dejaron de responder a la luz, su respiración se hizo apenas perceptible y su corazón sólo emitía dos o tres latidos por minuto apenas perceptibles. Permaneció en este estado otros 20 años.
"Un auténtico cadáver viviente"
Kachalkin era un paciente único, pero se convirtió en una auténtica sensación cuando despertó de repente en 1918. Científicos de Alemania, Gran Bretaña, Holanda y Austria-Hungría acudieron a ver el "milagro". En Rusia, estuvo bajo la supervisión personal del premio Nobel Iván Pávlov. Esto es lo que escribió sobre Kachalkin en sus notas:
"...Actualmente se levanta de la cama. Habla mucho y bastante razonablemente. Sobre su estado anterior dice que comprendía todo lo que ocurría a su alrededor, pero sentía una terrible e irresistible pesadez en los músculos, de modo que le resultaba difícil respirar. Por eso no se movía, ni comía, ni hablaba.
Sin embargo, el granjero no vivió mucho después de su despertar, ya que murió ese mismo año de 1918 de un ataque al corazón. A lo largo de los años permaneció inmóvil, sus órganos se atrofiaron y no pudieron soportar el aumento de carga al despertar. Nunca recuperó la conciencia: apenas podía levantarse sin ayuda, caminaba lentamente con muletas y seguía comiendo sólo alimentos líquidos.
¿Cuál fue la causa del sueño?
El caso de Kachalkin fue estudiado por los científicos en detalle. El académico Pávlov, con su teoría del sueño, tenía su propia versión. Creía que toda la actividad del sistema nervioso humano consiste en la alternancia de dos procesos: inhibición y excitación. Pero hay excepciones. A veces, el estrés experimentado por una persona puede ser tan fuerte que el cerebro desencadena una reacción protectora contra el agotamiento nervioso: ralentiza todos los procesos vitales y sume a la persona en un sueño profundo. Los psiquiatras consideran este caso como estupor catatónico, que a su vez se refiere a un síndrome de una serie de trastornos mentales.
Según Pávlov, Kachalkin cayó en letargo debido a un fuerte choque emocional. El campesino era un acérrimo monárquico que sufrió duramente el asesinato del emperador Alejandro II, la precaria situación política del país y luego la muerte de Alejandro III. Todo ello le llevó a la cama, de la que no quería levantarse y en la que luego se durmió durante 22 años. Sin embargo, en 1918, cuando oyó al personal médico hablar de la ejecución de los Romanov, se despertó; una conmoción aún más fuerte provocó su despertar.
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