El gamberro que aterrizó en la Plaza Roja
Un chico alto vestido con un mono rojo salió de la cabina del avión y sonriendo amablemente empezó a repartir autógrafos al público que corrió a su encuentro. Al cabo de quince minutos se le acercó un coche de la policía, dos agentes le invitaron a subir al coche y se lo llevaron a un destino desconocido.
Esa misma tarde la sensacionalista noticia dio la vuelta al mundo: el piloto aficionado de Alemania Occidental, Mathias Rust, había despegado del aeropuerto de Maalme, cerca de Helsinki, en un avión deportivo ligero que él mismo alquiló. Superó sin que lo detectaran el Sistema de Defensa Antiaéreo soviético, considerado impenetrable, y al cabo de 850 kilómetros aterrizó en el mismísimo centro de la Unión Soviética, en la Plaza Roja de Moscú. “Un chico alemán perforó el telón de acero”, vociferaban los medios de comunicación mundiales. La noticia fue un shock.
Resultó que en el Sistema de Defensa Antiaéreo soviético había enormes 'agujeros' a través de los cuales podía pasar un pequeño avión, que podía llevar armamento muy peligroso a bordo, como carga nuclear o bombas con sustancias venenosas. Aunque entonces no se conociera qué es el terrorismo aéreo, el potencial peligro de un ataque similar se vislumbró con toda su amenaza.
Fue evidente que se gastaba de forma poco efectiva la gran cantidad de dinero (oficialmente hasta el 15% del presupuesto y en realidad el doble) que el país destinaba para reforzar su seguridad y para que las fuerzas armadas soviéticas estuvieran bien preparadas para el combate. Precisamente, este tema se discutió entonces en la sesión extraordinaria del Politburó del PCUS en la que se decidió renovar la jefatura de las Fuerzas Armadas. Fueron destituidos tres mariscales de la Unión Soviética y casi trescientos generales y coroneles. Entre las víctimas hubo el ministro de defensa de la URSS, el mariscal Serguéi Sokolov, y el comandante del Sistema de defensa antiaérea del país, el mariscal soviético Alexandr Koldunov. Algunos medios de comunicación occidentales aseguraron que no había habido una purga tan espectacular desde los tiempos de las represiones estalinistas del año 1937.
El jefe del Estado Mayor del Sistema de Defensa Antiaéreo, el general-coronel Ígor Maltsev se salvó porque el día en el que el gamberro alemán cruzó la frontera de la URSS y aterrizó en la Plaza Roja, se encontraba en una sesión del Sóviet en Tallin, en calidad de diputado del Sóviet Supremo de la República Socialista Soviética de Estonia.
Muchos años después, cuando ya estaba retirado, explicó al autor de estas líneas que el entonces presidente de la KGB de la RSS de Estonia, Karl Kortelainen le llamó y le contó que un avión había aterrizado en la Plaza Roja. “No me creí lo que me contaba”, dijo el general Maltsev. “Nos fuimos al punto de mando del Sistema de Defensa Antiaéreo cerca de Tallin, escuchamos al responsable de guardia del centro de inteligencia. Resultó que todo era cierto, Rust había cruzado la frontera sobre el territorio de Estonia”.
¿Pero, cómo pudo un sistema de defensa antiaérea tan potente, del que tanto se enorgullecía la jefatura de la Fuerzas Armadas, dejar pasar el avión país?
El general se explayó: “Es poco probable que le cuente nada de nuevo. En primer lugar, el Sistema Defensa Antiaéreo más potente que existía en el mundo, el soviético, estaba ideado para luchar contra ataques aéreos masivos, dirigidos a objetivos estratégicos y tropas sobre nuestro territorio, y no para la lucha contra aviones deportivos”.
En segundo lugar, después del caso del Boeing coreano (el 1 de septiembre de 1983 en el Lejano Oriente un avión de pasajeros que había violado la frontera fue abatido) la URSS firmó un anexo a la Convención sobre la aviación civil internacional, que impide abatir aviones civiles en general, es decir independientemente de adónde se dirija el avión y por qué motivo. Tras la firma de este complemento el ministro de Defensa de la URSS firmó una orden que prohibía abrir fuego contra los aviones de pasajeros, transporte o de motores ligeros. Por algún motivo, nadie lo recordó esto e incluso ahora nadie lo tiene en cuenta.
Y seguramente lo más importante: el sistema de radiolocalización observa todos los aparatos aéreos pero sólo puede determinar la pertenencia estatal o institucional de los aviones cuando en ellos hay una señal identificativa como 'propio-ajeno'. Toda la aviación ligera, es decir, los aviones de motores ligeros, deportivos y agrícolas, no lleva este tipo de señalización, y durante un día aparecen decenas de estos aviones en la zona de responsabilidad de una división del Sistema de Defensa antiaéreo. Para el Sistema de radiolocalización el avión de Rust no se distinguía en nada del resto y por eso no fue clasificado como un infractor de las fronteras estatales (no recibimos esta información de los guardias de frontera) sino como un infractor del régimen de vuelos. Lo descubrieron el 28 de mayo a las 14:10 horas cerca del pueblo estonio de Loks, es decir cuando ya se encontraba sobre nuestro territorio. A las 14:18 horas se pudo determinar con certeza que en esa zona no había aviones soviéticos civiles.
El jefe de la División 14 del Sistema de defensa antiaéreo decidió clasificarlo como un avión extranjero infractor, y enviaron el informe a los superiores del punto de comando 60 del ejército del Sistema de defensa antiaéreo en Leningrado. Todas las fuerzas de guardia se declararon en estado de preparación número 1. Se lanzaron al aire dos cazas pero a las 14:30 el objetivo se perdió de vista porque el campo continuo de radiolocalización se extendía solo 100 metros en una línea estrecha a lo largo de la frontera, a continuación había las zonas muertas que por algún motivo fueron las que Rust eligió para su vuelo.
A las 15:30, cuando vieron que no habían podido detectar el avión, el comandante del ejército 60 informó a Moscú que el objetivo 8255 era una espesa bandada de pájaros. En ese momento Rust se encontraba por la zona de la estación ferroviaria de Dno, pero no lo pudieron detectarlo hasta las 18:30 sobre el campo Jodinski. A las 18.55 aterrizó”.
El general Maltsev opinó que dudaba que Matías Rust pudiera encontrar por si solo el camino a través de nuestra frontera y cruzar el territorio del país sin que pudieran determinar su posición ni identificarle. Aunque no hay ninguna prueba que demuestre que el joven alemán colaborara con alguien de los servicios secretos o de los servicios de inteligencia de la OTAN. Ni la investigación ni el tribunal que condenó al gamberro aéreo a cuatro años de cárcel pudieron establecer ninguna relación con los servicios de inteligencia de otros países. Y el propio Rust, que recientemente ha aparecido en las pantallas de televisión en relación con el 'aniversario' de su escandaloso vuelo, niega también esta relación.
Muchos expertos consideran Mijaíl Gorbachov utilizó el vuelo de Rust para hacer una purga general entre la jefatura conservadora de las Fuerzas Armadas que no apoyaban sus reformas, destinadas a reforzar la democracia, la perestroika y la glasnost. Además, aseguran que a partir de ese momento empezó la desintegración de las Fuerzas Armadas de la URSS y la degradación del propio país. Se cree que tanto una suposición como la otra son exageradas.
Los generales y mariscales que sustituyeron a Sokolov y Koldunov fueron de la misma 'raza' que sus predecesores. La degradación de la URSS y de su ejército empezó mucho antes del aterrizaje de Rust. Y tuvo lugar por unos motivos totalmente diferentes.
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