Así protegió Leningrado, durante el asedio nazi, una unidad especial formada por ciegos

Así protegió Leningrado, durante el asedio nazi, una unidad especial formada por ciegos
L. Bernstein

Los invidentes no podían usar un fusil para defender la ciudad, pero se les asignó una misión no menos importante: se convirtieron en los “oídos” de Leningrado. Detectaban de la aproximación de los bombarderos enemigos mucho antes de que éstos aparecieran en la zona de visibilidad y eran capaces de determinar incluso su número aproximado por el ruido de los motores.

En Leningrado, ciudad sometida a los ataques aéreos nazis, los sensores de sonido eran uno de los principales medios de defensa antiaérea, además del radar. Estas enormes construcciones formadas por sistemas de tubos de diferentes tamaños permitían distinguir a gran distancia el zumbido de los aviones que se aproximaban.

Para ello se reclutó a militares especiales, conocidos como “slujach” («escuchas»). En cuanto se detectaba la aproximación del enemigo, el soldado daba la alerta.

Así protegió Leningrado, durante el asedio nazi, una unidad especial formada por ciegos
Alexánder Ustínov / Sputnik

Los primeros slujaches fueron reclutados entre personas ordinarias, pero su eficacia dejaba mucho que desear. Por ello, a finales de 1941, el mando tomó la audaz decisión de asignar a esta misión a hombres ciegos, cuyo oído era excepcional.

De los 300 ciegos que quedaban en Leningrado, 12 fueron seleccionados: hombres físicamente aptos y resistentes, capaces de aguantar un turno de varias horas.

“La tensión hacía que me dolieran las sienes y sentía las vértebras cervicales a punto de resquebrajarse. Escuchar el cielo, donde en cualquier momento podía surgir un ruido sospechoso, exigía un esfuerzo, una resistencia y una compostura extraordinarios”, describía el escritor Semión Bitovói en su diario Alero.

Los defensores ciegos de la ciudad cumplieron su tarea con brillantez: cuando dieron la voz de alarma, no se oía ni un solo motor en la ciudad. Incluso pudieron determinar el tipo y modelo de los aviones enemigos, e incluso su número aproximado.

Por desgracia, también sufrieron bajas. Avreki Níkonov resultó muerto en febrero de 1942 mientras estaba en su puesto. Vasili Tsiplenkov, que fue desmovilizado en el verano del mismo año debido a su mala salud, murió de distrofia.

Otros escuchas pudieron presenciar el tan esperado levantamiento del bloqueo de Leningrado en 1944.

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